La novia del zar (Rimsky-Korsakov). Staatsoper Berlín, 8/10/2013.
Cuando Daniel Barenboim hizo aparición en el foso del Schiller Theater apenas habían pasado 24 horas desde que se conociese el fallecimiento de Patrice Chéreau, uno de los más destacados y brillantes nombres de la dirección de escena operística del pasado siglo XX y de lo que llevamos del XXI, desde su Anillo para Bayreuth a su reciente Elektra de Aix-en-Provence. Por eso, sin duda, quiso Baremboim comenzar la noche con unas breves palabras de sentido homenaje, invitando después a los presentes a guardar un minuto de silencio en memoria del finado regista, al que se dedicó así la función que comentamos.
La novia del zar es una partitura por redescubrir y no cabe sino celebrare el empeño de Barenboim para ponerla en valor con estas representaciones berlinesas, en una producción que se retomará después en Milán y que aquí inauguraba la temporada 13/14 de la Staatsoper en su sede en el teatro Schiller, mientras continúa la lenta restauración de la ubicación original en Unter den Linden. Ya pudo verse este título en 2011 en el Covent Garden, en otra producción distinta y con Mark Elder en el foso.
Digamos de entrada que la orquestación de Rimsky-Korsakov es fascinante, de un colorido y de una imaginación que asombran. Quien no conozca esta música tiene una estupenda ocasión de descubrirla con el notable registro que dejase Gergiev para Philips con las huestes del Mariinsky. En esta música encontramos una escritura vocal por momentos belcantista, siempre melódica, con influjos del folclore tradicional ruso y con un enorme eclecticismo preñado de vanguardia, con pasajes de enorme virtuosismo y con un vibrante sentido teatral, lleno de tensión y lirismo. Otra obra fascinante de Rimsky, La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh, podrá verse este año en el Liceo.
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