PUERTA GRANDE PARA DAVID AFKHAM
Auditorio Nacional de Música de Madrid. Concierto OCNE. 10-1-2014. Obras de Schönberg, Wagner y Mahler. Nathalie Stutzmann, solista. Orquesta Nacional de España. Director: David Afkham.
Gran expectación la de este concierto por cuanto suponía el primero de
David Afkham después de su nombramiento oficial como titular de la Orquesta Nacional de España y con ello el comienzo de una nueva era, que se prevé próspera y floreciente para la agrupación. El evento se saldó con un nuevo e incontestable éxito que confirma el gran acierto que supone la titularidad de Afkham (efectiva a partir de la próxima temporada), un maestro que con apenas 30 años sorprende por su madurez, mando, elegancia, dominio y empaque musical.
El concierto comenzó con las
Cinco piezas para orquesta de Arnold Schöenberg, obra que pertenece a la época de "libre tonalidad" del autor y en las que Afkham consiguió una interpretación equilibrada, diáfana y de gran exactitud en la exposición de los subyugantes timbres, sonoridades y colores orquestales. Apenas se notó que se trata de un repertorio poco habitual en la Orquesta Nacional. A pesar de ello, la dificultad, cierta aridez, tensión e inestabilidad armónica, así como escasa popularidad de esta composición (especialmente comparada con las otras dos obras del programa), provocaron que no terminara de llegar al público, que aplaudió pero sin especial entusiasmo, lo que había sido una meritoria recreación.
Notable, asimismo, fue la prestación orquestal en los magníficos
Wesendonck Lieder de Richard Wagner en instrumentación para contralto y orquesta de cámara a cargo de Hans Werner Henze. Una traducción detallista, cuidada y refinada con unas apreciables dinámicas en la cuerda, si bien pudo faltar un punto de emoción y de envolvente lirismo a lo que no favorece la versión camerística elegida.
Nathalie Stutzmann se anuncia como contralto y la cantante ha pretendido fabricarse una voz de tal. Lo que se escucha es un sonido totalmente falseado, pobretón, gutural, entubado y opaco, de muy limitado caudal y penetración tímbrica, sin rastro de metal y al que le vino muy bien la versión para orquesta de cámara elegida. A la intérprete francesa no se la puede discutir su musicalidad y cuadratura, pero con ese centro abombado, falseado, oscurecido artificialmente, mate y escasamente dúctil, le es imposible la mínima modulación o regulación dinámica, teniendo como consecuencia una inmisericorde monotonía y un rosario de notas fijas y apoyadas en la nada. Otro de esos casos de cantante de filiación barroca con la (no) técnica equivocada y que sorprendentemente cautiva en ciertos sectores.