Akal concluye su historia de la música occidental con la única antología que faltaba por publicar, consiguiendo un nivel de excelencia editorial más que notable.
Por Mario Guada.
Antología de la música barroca. John Walter Hill [ed.]. Madrid, Akal [Akal Música; 47], 2013, 576 pp. ISBN: 978-84-460-3871-9.
La editorial española Akal, una de las que más presencia ha otorgado a la música dentro de su catálogo, ha tenido siempre un olfato muy fino para elegir qué libros editar. Cuando, ya hace varios años, decidió emprender la empresa de traducir al español los referenciales libros que la editorial neoyorquina W.W. Norton & Company había editado con anterioridad –alguno de ellos unos cuántos años antes–, sin duda dio el paso para convertirse en una de las editoriales más leídas y consultadas por melómanos, pero también por musicólogos, intérpretes y estudiosos de otras disciplinas. Y es que desde la Edad Media hasta el siglo XX, la Norton fue diseccionando cada uno de los diversos períodos musicales de Occidente en una serie de libros en los que alguna de las mentes y plumas más versadas en su ámbito plasmaban, de manera realmente excelsa, todas las características y cuestiones más relevantes. Fueron llegando así el Medievo que Richard H. Hoppin describió con precisión, el Renacimiento de la mano de Allan, W. Atlas, el Clasicismo en la visión de Phillip G. Downs, la música del XIX por Leon Plantinga y el siglo XX visto por Robert P. Morgan. Todas absolutas referenciales en cuanto a manuales de historia de la música se refiere.
Uno de los títulos que más se hizo esperar fue el de La música barroca, escrito en su día por John Walter Hill, y editado en 2008 por Akal, con la traducción de Andrea Giráldez. Una de las características más destacadas de esta colección de la Norton es la publicación, unos pocos meses después de la aparición del manual, de una antología del período correspondiente, en la que se presentan una serie de partituras recopiladas y editadas por el autor del manual, que son el mejor complemento posible a los diversos comentarios y análisis que el texto primigenio presenta, ilustrando así cada una de las ideas expresadas por los diversos autores. Una idea fabulosa y realmente acertada.
Pues bien, a finales del pasado año se editaba la única antología que todavía quedaba por ver la luz, la correspondiente al Barroco. Llega con ocho años de retraso frente a su edición original, pero llega. Se ofrecen en ella una selección de 130 piezas que han sido editadas es crupulosamente por su autor ex profeso, como es habitual. Desde el nacimiento de la ópera, con L’Euridice [1600] de Japoco Peri, hasta Johann Sebastian Bach, con el primero de sus Six Concerts avec plusieurs Instruments BWV 1046, la antología de Walter Hill transita por la obra de casi un centenar de compositores del Barroco europeo, pero también de la producción musical del Nuevo Mundo. Los repertorios profano y sacro, vocal e instrumental tienen absoluta cabida en la presente antología, y prácticamente todos los géneros –por supuesto, lo más destacados, pero incluso los minoritarios– están presentes aquí.
Como destaca el propio autor en su prefacio –traducido, como el resto del texto, por Jesús Espino–, si bien no se trata de ediciones críticas de las obras, sí que se han mantenido de manera escrupulosa los valores de la notas, los signos métricos, las armaduras, así como el texto y los nombres de los instrumentos de los originales, con el fin de resultar lo más fidedignas posible. Es de agradecer, pues, el ingente, laborioso y cuidado trabajo llevado a cabo por Walter Hill, quien fue ayudado en su labor por algunos ayudantes de investigación en la University of Illinois, Urbana-Champaign, a saber: Gregory Hellenbrand, Sharon Hudson, Sonia Lee, Patrizia Metzler y Kenneth Smith. Se añaden, como es menester, las distintas fuentes de donde se han extraído las diversas piezas para su posterior transcripción y edición. Cuando la música es vocal, además del texto original impreso a un lado de la partitura, tenemos en la edición española la traducción a nuestro idioma, una herramienta sin duda impagable a la hora de hacer más comprensible el texto cantado, absolutamente fundamental para la comprensión de las diversas piezas.
Es posible, además, consultar online una colección extra de partituras que se quedaron fueron por razones editoriales, pero que están accesibles para los lectores en la página personal del autor en la Norton: www.wwnorton.com/college/music/hill Allí, además de otras cuarenta piezas puede consultarse una interesante lista con las grabaciones disponibles para cada una de las piezas presentadas en la antología –y el catálogo extra–, con una grabación no comercial realizada por los alumnos de la School of Music de la University of Illinois para aquellas piezas que no tuvieran una grabación disponible.
Un trabajo absolutamente encomiable y necesario, que no debe, por razón alguna, faltar en la librería de cualquier estudioso, intérprete o apasionado melómano, pues con él Akal cierra el círculo de la historia de la música. Todo vuelve sobre sí, y nosotros, desde nuestras casas, podemos presenciar el devenir de la historia de la música occidental de la manera más interesante, cercana y versada posible. Un lujo al alcance de todos.
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