Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid. 8-V-2021. Auditorio Nacional de Música. Centro Nacional de Difusión Musical [Universo Barroco]. Selección de obras de Johann Adolf Hasse, Jan Dismas Zelenka y Johann Georg Pisendel. Vivica Genaux [mezzosoprano] • Vespres d’Arnadí | Dani Espasa [clave y dirección].
El repertorio propuesto por la orquesta barroca Vespres d’Arnadí, aunque inspirado en la corte del electorado sajón en la ciudad alemana de Dresde, tiene más de teatro que de corte. La música ofrecida obedece, sin duda, al gusto italiano y, más concretamente, a su ópera más popular: la veneciana. La cual para entonces ya se había expandido por toda Italia –especialmente Roma y Nápoles– de la mano de grandes maestros como Nicola Porpora, con quien Johann Adolf Hasse coincidiría en Dresde. Sin embargo, teniendo en cuenta que más de ochocientos kilómetros y la cordillera de los Alpes separan las ciudades de Dresde y Venecia, se entiende que en la lejana Sajonia, este arte fuese un lujo reservado a la nobleza.
Hasse presenta, pues, una auténtica joya exótica a sus mecenas, pero también a los cantantes. Sus arias sirven completamente a una melodía que permite regodearse en los agudos con unos ejercicios de pirotecnia en los que la mezzosoprano Vivica Genaux supo, sin duda alguna, destacar. Fue toda una suerte para Vespres d’Arnadí contar con una soprano americana que tiene a sus espaldas un largo y exitoso historial en el vocalmente complejo repertorio tanto de Rossini como de los barrocos. Durante todo el programa supo mostrar unos gorjeos, trinos, repiqueteos y vertiginosas escalas ascendentes y descendentes que conquistaron al público. También pudimos apreciar un interesante uso de los matices e incluso de cambios tímbricos para resaltar las repeticiones en distintos registro, algo que se pudo escuchar de forma muy bella y clara en la propina: «Como nave in mezzo all’onde del Viriate de Nicola Porpora. Este recurso, que quedó tan lucido en el aria de Porpora, actuó, sin embargo, como arma de doble filo, ya que en otras piezas como «Son qual misera colomba» de la Cleofide de Hasse sonó poco natural y hubiera sido más valioso mostrar una mayor homogeneidad en el timbre.
En general Vivica Genaux realizó un gran recital en el que demostró la importancia del disfrute en la música barroca, sin embargo, la orquesta no estuvo a su altura durante la primera parte del recital. Ya en la obertura de Diddone abbandonata con la que abrieron el concierto pudimos escuchar notables problemas para emitir un sonido compacto y firme que provocó en las primeras obras de Hasse una sensación generalizada de desequilibrio, acentuada además por unas entradas de las trompas que en lugar de empujar a la orquesta la retrasaban. Posteriormente, con la entrada de Genaux, en las arias de Cleofide e Irene, se apreció una notable falta de matices que se materializó en un fraseo deficiente hasta en elementos básicos como las progresiones armónicas.
Por suerte el repertorio fue lo suficientemente extenso como para dar la oportunidad a los músicos de Vespres d’Arnadí de resarcirse. Tras largos procesos de afinación que precedieron a la Ouverture à 7 concertanti en fa mayor de Jan Dismas Zelenka y al Cajo Fabricio de Hasse –en el que, por cierto, Genaux tuvo la oportunidad de sacar a relucir su exquisito registro medio-grave–, se pudo apreciar un salto cualitativo considerable. Las trompas supieron resarcirse con las fanfarrias que acompañan esta última aria, y en el Allegro del Concierto para violín en sol mayor de Johann Georg Pisendel pudimos escuchar unas cuerdas mucho más compactas entre las que destacó por sus líneas tan contundentes como cristalinas la concertino Farran Sylvan James.
En el aria «Piange quel fonte» de Numa Pompilio el oboísta Pere Saragossa demostró su capacidad para fundirse con la voz de Genaux y ya en la Sinfonía en sol menor de Hasse el sonido de la orquesta fue completamente diferente. Los graves, comandados por el potente sonido del violonchelo Oriol Aymat, consiguieron construir una base rítmica precisa con un sonido compacto. Sobre esta, las cuerdas supieron mover el sonido con precisión, dando, esta vez sí, la sensación de estar ante una auténtica orquesta.
El aria final, «Di quell’acciaro al lampo» de Solimane no solo sirvió para asentar este nuevo sonido, ya profesional, sino también para que Genaux pudiera lucirse con unos agudos potentes y bien atacados. Su efecto, levantar al público de sus butacas, demuestra mi hipótesis inicial de que es éste un repertorio de inspiración cortesana pero aires de teatro.
Fotografías: Elvira Megías/CNDM.
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