Segundo de los conciertos del Ciclo Satélites que programa la Orquesta y Coro Nacionales de España, con obras de Schumann, Kurtág, Eötvös y el estreno de una obra de Ramón Paus
Significante y significado
Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid, 24-IX-2024, Auditorio Nacional de Música. Ciclo Satélites, Orquesta y Coro Nacionales de España. Märchenerzählungen, op. 132 de R. Schumann; Hommage à R. Schumann, op. 15d de G. Kurtág; Natasha Trio de P. Eötvös y Rimas de la frontera de R. Paus. Trío Musicalis y Carmen Gurriarán [soprano].
La música de cámara es un espacio de gran creatividad. Las facilidades que ofrece un número de músicos pequeño y mucho más manejable permitía a los compositores probar nuevas ideas, supongo también que, porque en el caso de fracasar, no sería lo mismo tener que pagar a tres o a cuatro músicos que a toda una orquesta.
Así pues, encontramos ideas sumamente originales en el campo de la música de cámara, y no me refiero exclusivamente a las combinaciones de instrumentos y timbres, sino también a los planteamientos que algunos autores hacen de sus obras. Tal es el caso, por ejemplo de la Davidsbündlertänze, op. 6 de Robert Schumann que presenta dos personalidades distintas y que Mario Pérez, violista y violinista, emparejó con el Märchenerzählungen que escucharíamos en esta velada.
Le compro la idea a Pérez. El primer movimiento es taimado, dialogante, al igual que el tercero, tranquilo y melodioso. En este último destacó la expresividad de Francisco Escoda Patrón al piano. Sin embargo, me faltó un poco más de presencia de la viola en los pasajes más graves del Lebhaft, nicht zu schnell.
En los tiempos segundo y cuarto, por el contrario, aparece la indicación sehr markiert, que obliga a cambiar el carácter. Creo que aún se podría haber pulido más la articulación de la viola y el piano en el segundo movimiento y alcanzar así la precisión del clarinete, tal y como hicieron en el Lebhaft final. En este movimiento postrero se da una conversación optimista pero elegante entre caballeros.
La obra es, en fin, una reminiscencia del divertimento clásico, pero con un lenguaje que entronca con el romanticismo y un contexto filosófico más complejo y, hasta cierto punto grandilocuente, pero comprensible.
El siglo XX, redobla la apuesta. El Hommage à R. Schumann de György Kurtág recoge este contexto filosófico del alemán y lo transcribe en un lenguaje absolutamente vanguardista, eliminando, en este caso, el concepto de ritmo. Es mucho más difícil entender un diálogo sin el concepto de tiempo y obliga al oyente a tener una mayor capacidad de abstracción. El piano actúa de ancla, reteniendo esas melodías que flotan en el aire (excelente en este aspecto la viola por conseguir esa misma volubilidad en su timbre que el clarinete) y da unidad, bien aquí la firmeza de Escoda Patrón.
Péter Eötvös no resulta tan innovador con su Natasha Trio, mucho más cercano a Schumann en esa búsqueda de la musicalización de un personaje –en este caso de Natasha Ivanovna, la cuñada del teatro Las tres hemanas de Chejov–. Brillante el tratamiento de la voz en cuanto al uso del texto como recurso rítmico, algo que hizo destacar aún más la precisión de Carmen Gurriarán en la articulación y el fraseo.
La velada finalizó con un estreno: Rimas de Frontera de Ramón Paus. Una obra que, al igual que Märchenerzählungen presenta hermosos contrastes. La obra es, en general, bastante tradicional –para ser un estreno, quiero decir–, más cercana por tanto a Eötvös que a Kurtág, aunque incluye interesantes giros armónicos al mundo de la modalidad y acordes que recuerdan al jazz, como es propio del compositor. El tratamiento de la voz es también excelente, con frases melódicas que Paús logra hacer transitar por diferentes armonías y en la que el uso de la disonancia obliga a una afinación perfecta de la que Carmen Gurriarán hizo buena gala.
He de criticar, sin embargo, el desacierto de las notas al programa de Mario Pérez a la hora de exponer la obra de Paus. En el primer movimiento califica de «pasajes enajenados» del piano lo que solamente es un ostinato rítmico que en absoluto es protagonista. En Sé que el mar irá tirando de mí, nos habla de un «diálogo onírico» entre viola y clarinete bajo –desconozco lo que quiere decir con esto– y, sin embargo, no hace mención a las armonías tan interesantes de este segundo movimiento. Así mismo alude a que al final se «rememora algunos momentos acaecidos» cuando se hace una reposición de gran parte del contenido de los primeros movimientos. Esto último es especialmente grave, pues provoca que el oyente se haga unas expectativas equivocadas de una obra. Quizás ese final tenga algún sentido, pero como nadie se molestó en explicármelo, simplemente diré que me pareció absurdamente repetitivo.
Fotografías: José Luis Pindado.
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