Crítica: «Rotundo Triunfo» de Juan Diego Flórez en el Teatro Cervantes de Málaga

Rotundo triunfo de Juan Diego Flórez

Por José Antonio Cantón
Málaga, 31-X-2021. Teatro Cervantes. Recital lírico de Juan Diego Flórez. Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Director: Christopher Franklin. Obras de Bizet, Donizetti, Gounod, Lalo, Mascagni, Massenet, Puccini y Rossini.

   No ha podido empezar mejor la temporada lírica del Teatro Cervantes de Málaga que con el extraordinario recital ofrecido por el gran tenor Juan Diego Flórez, interpretando un escogido florilegio de arias de ópera con las que ha demostrado el por qué se encuentra desde hace cinco lustros en el olimpo de los cantantes que dominan el arte del bel canto, que es como decir la técnica de canto más admirada, nacida en Italia a principios del barroco y que alcanzó su mayor auge en el primer tercio del siglo XIX, llegando hasta el XX. Para su realización, se ha contado con un director muy experimentado en este género como es el norteamericano Christopher Franklin, que ha actuado con éxito en la mayoría de los teatros italianos y ante orquestas de gran prestigio. El entendimiento que mantiene con el cantante peruano redunda en un estado de bondad musical que viene a determinar el éxito logrado en esta ocasión, favorecido también por la ágil respuesta de la OFM y el acierto en la elección del programa, muy bien pensado en contenido y orden de interpretación.

   Se inició con la obertura de la ópera La italiana en Argel de Gioacchino Rossini, que sirvió para conjuntar a la orquesta y predisponer al auditorio a la escucha. La primera aparición de Flórez fue para cantar la conocida aria «Deh! Tu m’assisti amore» del principio de la farsa lírica Il signor Bruschino del mismo compositor que sirvió, a su vez, para calentar su voz ante las mayores exigencias canoras que pide el aria La speranza più soave, que abre la primera escena del segundo acto del también rossiniano melodrama trágico Semiramide en la que mostró el dominio de su elevada tesitura y detalles vocales de una muy cuidada estilización. 

   Con la obertura de Don Pasquale, se abrió un segundo apartado del recital dedicado a Gaetano Donizetti que, junto a Vincenzo Bellini y Rossini, completa la tríada prodigiosa de grandes maestros del bel canto. Le siguió la referencial romanza «Una furtiva lacrima» que ha universalizado a Nemorino, inocente personaje de L’Elisir d’amore,  que ha de ser interpretada con seguridad expresiva pese no tener demasiadas exigencias al no sobrepasar el La agudo, y que Flórez adornó y enriqueció al alza dadas sus extraordinarias facultades en colocación vocal. Terminó con el músico bergamasco con una aria incluida en su última e inacabada ópera, Il duca d’Alba, que Matteo Salvi, discípulo de Donizetti, compuso para su postrero estreno.

   La  música francesa hizo su aparición, dentro de un tercer bloque del programa con el interludio previo al tercer acto de Carmen de Georges Bizet, que significó una especie de lírico cambio de atención después de tanto esplendor vocal, con un solista de flauta que dignificó su interpretación. Seguidamente se produjo uno de los momentos más bellos de la velada con la canción del héroe de la ópera Le Roi d’Ys, Mylio, del compositor francés Eduard Lalo, integrada en su tercer acto: «Vainement, ma bien-aimée», que puso de relieve la enorme delicadeza cantante de Juan Diego Flórez, sublimando la extraordinaria y a la vez serena melodía que contiene. Como contraste, siguió con el aria «Pourquoi me révéiller» del Werther de Jules Massenet, que idealizó absolutamente la superlativa técnica vocal de nuestro añorado Alfredo Kraus. Con un empuje muy controlado y una colocación precisa superó la opulencia orquestal de tal pasaje con un dominio verdaderamente admirable de carácter y proyección vocal. Terminó este apartado de ópera francesa con Charles Gounod, interpretando con sobrada musicalidad la serenata vocalizada, «Ah! Lève-toi soleil», del segundo acto de su ópera Romeo y Julieta, en la que demostró estar en la plenitud de su carrera ofreciendo una línea de canto fina, espontánea y sin la más mínima rigidez, ofreciendo un ascenso fácil al agudo envuelto en un timbre de juvenil naturalidad. Todo un portento de combinación expresiva implementada por una dicción de alta prosodia musical.

   El verismo no podía dejar de estar presente, siendo introducido por el apasionado intermedio de Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni, pasaje en el que brilló la orquesta con gran lucimiento, y terminar con un Puccini de esencial inspiración, el contenido en el aria «Torna al felici di» cantada por Roberto en arrepentimiento por la infidelidad a su esposa Anna, perteneciente al acto segundo de Le villi, la primera ópera del gran operista de Lucca.

   El delirio del público fue creciente conforme avanzaba el recital hasta llegar a su máxima expresión en una tercera parte que fue ocupada por seis bises, cuatro de ellos dedicados a la canción popular hispanoamericana, acompañándose Flórez con la guitarra: Malagueña de Lecuona, primera emocionante exaltación del auditorio, la canción napolitana Core’ngrato de Salvatore Cardillo, La flor de la canela, de la peruana Chabuca Granda y la mal-amorosa Cucurrucucú paloma del mejicano Tomás Méndez, dominando en este caso absolutamente sus falsetes, para terminar, ya acompañado por la orquesta, con Granada del también azteca Agustín Lara y una espectacular «Nessun dorma» de la ópera Turandot de Puccini que puso en pie a la totalidad del público con un aplauso y ovación interminables. Fue un verdadero placer admirar a Juan Diego Flórez con tan excelsa capacidad artística, favorecida por haberse sentido muy a gusto a lo largo de las más de dos horas que duró este recital, que quedará en la historia y en el mejor recuerdo de las temporadas líricas del malagueño Teatro Cervantes. 

Fotos: Daniel Pérez / Teatro Cervantes de Málaga