La agrupación alemana debutó en España con un hermoso programa dedicado al impacto en la música de la Guerra de los Treinta Años, un repertorio de una hondura y belleza fascinantes, que fue interpretado con claroscuros, destacando especialmente el apartado instrumental sobre el vocal.
Debut correcto, pero sin impacto
Por Mario Guada | @elcriticorn
Madrid, 1-IV-2022, Iglesia de San Marcos. XXXII Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid [FIAS 2022]. Abend-Andacht. Obras de Heinrich Schütz, Johann Philipp Krieger, Andreas Hammerschmidt, Philipp Heinrich Erlebach, Christoph Bernhard y Johann Rosenmüller. Paper Kite: Marie Heeschen [soprano], Antonio de Sarlo y Lorena Padrón [violines barrocos], Guillermo Turina [violonchelo barroco], Felix Schönherr [órgano positivo].
¡Señor maravilloso! Las llamas crecientes de mi ambición habiendo aspirado durante mucho tiempo al honor de mantener una pequeña conversación con usted; pero siendo consciente de la dificultad casi insuperable de llegar a su altura, pensé que lo mejor sería que una cometa de papel le alcanzara y se remontara a su apartamento, sentado en las nubes más altas.
Samuel Johnson: extracto de una carta a George Frideric Handel [1755].
El conjunto históricamente informado alemán Paper Kite –literalmente cometa de papel, nombre que toman de la cita de Samuel Johnson aparecida más arriba– es una rareza por estos lares. Tanto es así, que este concierto en el marco del XXXII Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid [FIAS 2022] supuso, tras casi una década de historia, su primer concierto en España. No es un conjunto meanstream, huelga decirlo, ni siquiera en su país de origen, aunque tampoco es en absoluto un desconocido, de hecho, dos grabaciones para el sello Coviello Classics pueden encontrarse en su haber. Precisamente, el programa de la última de ellas, titulada Abend-Andacht. Reflexiones sobre la Guerra de los 30 años en poesía y música, que salió al mercado en 2021, fue el protagonista de esta velada en la fría Iglesia de San Marcos –sería importante que un festival de esta importancia no permitiera que las iglesias estén tan frías, porque resulta un importante agravio para los intérpretes–. Se trata de un programa centrado en un repertorio muy específico y cuya belleza está fuera de toda duda, de hecho, la música alemana del XVII, bien sea vocal o puramente instrumental, se encuentra, diría, en la cúspide de la hermosura y emoción a partes iguales. Tiene algo muy profundo que lograr epatar como pocas logran. Quizá sea por ese color plomizo de sus cielos, por los fríos días de un siglo especialmente gélido o por las duras condiciones sociales que les tocó vivir, pero lo cierto es que la música en la Alemania de este siglo consigue hacernos pequeños, emocionarnos y subyugarnos hasta límites insospechados. En palabras del propio conjunto: «El impacto en la mentalidad a través del trauma de una guerra que duró varias décadas es el contexto de la música del programa Abend-Andacht. Los salmos y los poemas en los que se basa la música hablan de la cercanía y presencia constante de la muerte en vida de la población en el siglo XVII. Su experiencia y sus reflexiones van mucho más allá de la Paz de Westfalia. Sin embargo, los artistas reaccionaron a estos textos con una música particularmente conmovedora. El marco de referencia para la música varía desde la religiosidad figurativa de ‘Herr auf dich traue ich’ de Johann Philipp Krieger hasta la intimidad devocional de ‘Kommt Ihr Stunden’ de Philipp Heinrich Erlebach. Su legado artístico atestigua el trauma de la Guerra de los Treinta Años que perduró hasta el siglo XVIII».
El programa, casi exacto al de grabación –salvo un par de piezas que se quedaron fuera–, constó de piezas sacras para voz sola con acompañamiento de dos violines y continuo, una formación bastante habitual en la época y que se adapta a la perfección a la formación de Paper Kite. Se inició con la que es quizá la figura principal que dio paso a las posteriores generaciones de compositores alemanes, Heinrich Schütz (1585-1672), casi un padre de la música germana del Barroco, de quien se interpretó «Mein Herz ist bereit» [Symphoniarum sacrarum secunda pars, Op. 10, Dresden, 1647]. Cabría esperar una interpretación modélica, teniendo en cuenta la reciente grabación del programa y con una plantilla exactamente igual a aquella salvo en unos de sus miembros, sin embargo, el concierto no terminó por impactar como esta música puede hacerlo. El principal problema fue el concurso de la soprano Marie Heeschen, una voz poco especial, con cierto aire en la emisión, desigual en sus registros, una afinación notablemente irregular, además de un timbre bastante anodino. Sin duda, lo mejor de su actuación a lo largo de la noche fue el tratamiento bastante expresivo que hizo de los textos, articulados además con una dicción muy clara y cuidada, con una exquisita y muy orgánica pronunciación del alemán. Interesante la elaboración de las partes instrumentales altas aquí por parte de Antonio de Sarlo y Lorena Padrón, a los violines barrocos. La línea vocal no fluyó, salvo momentos puntuales, y el inicio en la obra de Schütz fue muy inestable.
Dos compositores fueron más protagonistas de la velada, comenzando por Johann Philipp Krieger (1649-1725), sin duda uno de los compositores alemanes más importantes de la segunda mitad del XVIII, especialmente en el ámbito de la cantata sacra –se sabe que compuso cerca de dos mil obras en este género, aunque su mayor parte no han llegado hasta nuestros días–. De él se interpretaron «Herr, auf dich Trau ich» [1697/1702] y una obra con texto en latín, «Cantate Domino» [1690]. En la primera se pudo escuchar a Guillermo Turina elaborando un continuo de notable sobriedad, junto a Felix Schönherr al órgano positivo, sin apenas desarrollo, equilibrando con inteligencia el balance con uno violines de brillante sonido y un carácter introvertido en su justa medida. Las notas tenidas en el registro agudo de la voz llegaron con corrección, aunque sus agilidades no fluyeron con naturalidad, resultando bastante mecánicas, con una afinación netamente mejorable, además de cierta falta de control en el registro agudo. Únicamente la zona media de su voz resonó con plenas garantías. Una lástima, porque su visión del texto y la perspectiva expresiva que es capaz de insuflar a sus interpretaciones podrían convertirla en una excelente cantante, si el apartado técnico estuviera plenamente controlado. Sorprendió, no obstante, con un registro grave de notable poderío, firme y bastante homogéneo en su color conforme a la zona media; incluso sus agilidades sobre el texto «alle, ihr seine Heiligen» resultaron más cómodas y convincentes, al menos hasta el «Hallelujah» final, donde regresaron las inestabilidades. Una interpretación ciertamente irregular para una obra absolutamente monumental. «Cantate Domino» fue la pieza que cerró el programa, destacando en ella un continuo ampliamente imaginativo y desarrollado en el positivo, con sendos violines elaborando pasajes imitativos a la línea vocal con bastante gracilidad. En lo vocal, una vez más el tratamiento retórico y la dicción resultaron los aspectos más destacables frente a la irregularidad en la afinación y las poco fluidas agilidades.
El otro compositor más representado fue Andreas Hammerschmidt (1611-1675), autor alemán de origen bohemio, y para algunos el compositor más representativo de la música eclesiástica alemana de mediados del siglo XVII, de la que fue un exponente prolífico y extremadamente popular. Sus diversas partes de la colección Musicalischer Andacht muestran su variedad tipológica y formal en los géneros de la música vocal sacra de su tiempo. «Vulnerasti cor meum» [Motettae, unius et duarum vocum, Dresden, 1649] e «Ich schlafe, aber mein Hertz wachet» [Musicalischer Andachten, dritter Theil, das ist, Geistliche Symphonien, Freiberg, 1642] fueron las obras seleccionadas para ilustrar su figura, la primera de ellas en un planteamiento de gran sobriedad, solo con la voz y el órgano positivo, conformando un dúo de importante solidez, en el que la voz corrió con algo más de convencimiento, aunque lejos de un planteamiento que lograse impactar. Bastante mejorable, por lo demás, la gestión del fiato. Fantástico acompañamiento a cargo de un órgano de bastante flexibilidad, muy atento a las inflexiones vocales. Para la obra con texto en alemán regresaron todos los componentes de Paper Kite, con ciertos problemas en la afinación de los violines, y una vez más pocas garantías en la voz, que sufrió especialmente aquí para aguantar la tensión de su línea en las frases largas y las notas tenidas. Tras el dubitativo inicio, sendos violines ofrecieron una lectura de gran altura, tanto en su entendimiento entre ellos como en algunos recursos muy bien ejecutados aquí, como el vibrato de arco y el tratamiento sutil de las disonancias.
De Philipp Heinrich Erlebach (1657-1714), otro importantísimo referente de la música germana de este siglo, especialmente en el ámbito de la música sacra y el género de la cantata. De su colección de arias profanas Harmonische Freude musicalischer Freunde erster Teil [Nuremberg, 1710] se ofreció «Kommt ihr Stunden». Lamentablemente para Heeschen –es imperativo que el FIAS solucione para la próxima edición la ausencia de textos y sus traducciones, algo fundamental para el entendimiento de música como esta–, la inexistencia de los textos para el público no ayudó a dimensionar en su justa medida su punto fuerte, que no es que el tratamiento expresivo de los textos. La obra, que presenta un ostinato de enorme impacto –comenzado en el violonchelo de Turina, con notable efectividad, incluso en un pasaje a dobles cuerdas bastante exigente–, fue sumando efectivos, primero con el órgano en sutiles acordes, desarrollando después las inflexiones cromáticas en el violonchelo con una notable carga expresiva. La línea vocal presentó un interesante equilibrio entre la severidad de la melodía y una emisión de cierta brillantez. El posterior añadido de los violines sirvió para subrayar la sobriedad de la escritura, en el que fue sin duda uno de los grandes momentos de la velada en el tutti.
Para concluir con las obras vocales, «Aus der Tiefen» [Geistliche Harmonien, Dresden, 1665] del compositor, cantante y teórico Christoph Bernhard (1628-1692), cuyo inicio requiere de una muy amplia extensión para la voz, lo que hizo a Heeschen sufrir en varios momentos, especialmente en una zona grave en la que su voz perdió muchas cualidades. Estuvo sostenida, no obstante, con bastante firmeza por órgano y violonchelo, e incluso los violines tuvieron oportunidad de presentar unas líneas melódicas bastante luminosas y notablemente ornamentadas. La sección central, sustentada sobre un ostinato –de una belleza apabullante–, requiere de una línea vocal de una mayor finura que la ofrecida aquí, y sin duda el trabajo de los violines, pasándose los motivos melódicos de uno a otro con importante elegancia, resultó lo más interesante de la pieza, además del balance sonoro general, muy bien equilibradas las partes.
Sin embargo, el momento de mayor calidad artística de la fría noche en San Marcos llegó de la mano del trombonista, organista y compositor Johann Rosenmüller (1619-1684) y su Sonata Quarta a 3 [Nuremberg, 1682], una obra de una factura bellísima, que llegó interpretada con enorme convicción para los violines y el continuo ya desde el rítmicamente muy marcado movimiento inicial. La elaboración del fugato cromático del segundo movimiento resultó contrapuntísticamente impecable en su elaboración, destacando especialmente el empaste, afinación y el fraseo de las líneas superiores. Gran finura por parte del violín I en las cadencias del movimiento. También defendida con gran nivel la parte del violín II, además de la virtuosística escritura del violonchelo. Como digo, sin duda el momento de mayor nivel en el empaque y resultado sonoro del tutti instrumental.
Como obsequio para los asistentes, los cinco miembros de Paper Kite ofrecieron su versión de la hermosa pieza que da título a su reciente grabación y a este programa: Abend-Andacht [Neue musicalische Ergetzligkeiten, Frankfurt & Leipzig, 1684], de Johann Kreiger (1651-1735), hermano menor de Johann Philipp. Se trata de una obra de enorme emoción, que presentó un inicio a solo del violonchelo de notable exigencia, muy bien defendido por el solista español. Un final muy emoción, de enorme recogimiento, que sirvió para despedir a este conjunto en su debut en tierras españolas. Lástima que no existe un equilibrio cualitativo entre sus partes fundamentales, porque al repertorio no se le puede poner un pero, y las partes instrumentales rindieron a nivel notable. Agridulce debut, pues, aunque quizá merezca la pena darles una segunda oportunidad en el futuro para comprobar si los niveles han logrado equipararse con el tiempo.
Fotografías: Tempo Musicae.
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