¿Qué mejor sitio que el Konzerthaus, sala abierta a todos los estilos. La noche prometía ya desde que se anunció bajo el titulo New York – Vienna: A virtuoso conclave; ni Camilo es neoyorquino ni los hermanos Janoska vieneses, pero lo que es evidente es que todos ellos son virtuosos.
Un huracán arrasa Viena
Por Pedro J. Lapeña Rey
Viena, 1-III-2022, Gran sala de la Konzerthaus. New York – Vienna: A virtuoso conclave. Obras de Wolfgang Amadeus Mozart, František Janoska, Michel Camilo, Paul Desmond, George Gershwin, Astor Piazzolla, Chick Corea y Johann Sebastian Bach. Janoska Ensemble: Ondrej Janoska [violín], Roman Janoska [violín], František Janoska [piano], Julius Darvas [contrabajo]; Michel Camilo [piano].
«Un sueño hecho realidad». Así describió Michel Camilo, el mítico pianista dominicano, su encuentro de ayer con el Janoska Ensemble en el Konzerthaus de Viena. Tanto uno como otros llevaban tiempo llamándose a la puerta, enviándose mensajes tanto directos como a través de redes sociales o de colaboradores puntuales de ambos, y es evidente que cuando dos se buscan, se encuentran.
¿Qué mejor sitio que el Konzerthaus, sala abierta a todos los estilos y donde ambos han actuado en numerosas ocasiones en el pasado? La noche prometía ya desde que se anunció bajo el titulo New York – Vienna: A virtuoso conclave. Ni Camilo es neoyorquino ni los hermanos Janoska vieneses, pero lo que es evidente es que todos ellos son virtuosos.
El dominicano Michel Camilo, pianista de formación clásica y poseedor de una técnica descomunal, y un frenético ritmo contagioso, no necesita presentación. Tras su desembarco en Nueva York a finales de los 70 del pasado siglo, y de su paso por Mannes y la Juilliard se convirtió en una de las figuras clave del jazz y de la música latina. Acaparador de Grammys y de discos de oro, siempre lo ha compaginado con las salas de conciertos, y ninguno de los que estuvimos presentes hemos podido olvidar sus delirantes conciertos con la Orquesta Nacional de España y Leonard Slatkin en 2005 cuando ofreció el Concierto en fa de Gershwin, y poco más de un año después con la Orquesta Sinfónica de Madrid dando la Rhapsody in Blue y su propio Concierto para piano con el añorado López Cobos.
El Janoska Ensemble no es tan conocido en España, aunque debería serlo. Su forma de acercarse a la música les conecta de manera directa con nombres como el del zíngaro Roby Lakatos y su deslumbrante forma de tocar el violín o el del grandísimo pianista de Filadelfia Uri Caine y su excelsa manera de acercarse desde planteamientos jazzísticos a clásicos como Mahler, Wagner, Stravinsky, Mozart, Bach o Gershwin. Ondrej y Roman Janoska son violinistas de primer orden y su hermano František, además de dominar todos los registros del piano, no solo compone muchas de las obras que interpretan, sino que es el encargado de hacer los arreglos para que la música de Bach, Mozart, Beethoven, Gershwin, Piazolla o Los Beatles suenen al estilo Janoska. Su cuñado Julius Darvas, el otro integrante del cuarteto, es contrabajista de la Orquesta de la Ópera de Viena y el encargado de dar todo el soporte rítmico necesario para que a pesar de las múltiples variaciones de todo tipo, y las improvisaciones que hacen sobre uno u otro tema, Mozart pueda sonar latino, o los Beatles a Mahler.
A pesar de que este tipo de «reuniones» pueden no funcionar, no fue el caso. Todos son grandes músicos, y sus temperamentos conectaron desde el principio. Hubo algunos ensayos en los días previos, pero todo fue tan natural que pareció que no lo hubieran necesitado. Empezaron los Janoska solo con una chispeante versión de la obertura de Las Bodas de Fígaro. El contrabajista Julius Darvas ejerció de maestro de ceremonias presentando las obras. Acto seguido, František Janoska arrancaba al piano su Hommage à Fritz Kreisler cuando Michel Camilo salió al escenario. Despacito y sin ruido, a pesar de los muchos aplausos que le recibieron, se sentó en el piano de la derecha y aquello fue una locura. Parecía que llevaran años tocando juntos. Los violines de Ondrej y Roman se sumaron a la fiesta y tuvimos el primer clímax de la noche. A continuación, Michel Camilo, tras unas breves palabras, presentó su tema Remembrance, donde evoca sus inicios junto a su esposa Sandra, presente en el concierto, en las playas de Santo Domingo. Pieza hermosa, y donde Camilo destiló toda la paleta de colores que el piano le permite, fue una especie de anticlímax ante lo que nos esperaba hasta el descanso. Una versión rítmicamente impecable y arrebatada del Take Five de Paul Desmond, y dos ardientes lecturas de sendas composiciones de František Janoska que beben tanto del jazz como del kletzmer y de la música zíngara: 5 versus 9 basado tanto en el Take five como en el Blue rondo a la turk de Dave Brubeck, y el Leo's dance.
La segunda parte empezó por todo lo alto. Una impetuosa versión de la Rhapsody in Blue de Gershwin en un arreglo de František donde hubo espacio para todos. Camilo arrebató en su parte solista mientras los Janoskas se multiplicaban para con los dos violines, el contrabajo y el otro piano no echáramos en falta –salvo en algunos crecendos– una orquesta sinfónica. Al terminar se sucedieron los bravos con media sala puesta en pie. Tras otro breve anticlímax con una curiosa versión por parte del grupo del Oblivion de Astor Piazolla, volvimos a tocar el cielo con los dedos con el legendario Spain de Chick Corea tocado de poder a poder por František y Camilo, frente a frente, y poniéndose mutuamente al límite. Con prácticamente toda la sala en pie, Julius Darvas presentó la traca final. El famoso tema Caribe de Michel Camilo que recordamos de versiones junto a la banda de Paquito D'Rivera, acompañada aquí por los chispeantes y contundentes violines de los hermanos Janoska y en el que Julius Darvas emuló al mítico contrabajista «Cachao».
A pesar de que ya llevábamos más de dos horas y media, nadie quería volverse a casa con lo que la fiesta continuó con un par de obras mas. Sendos temas de František Janoska donde homenajea a Mozart –Rumba for Amadeus. Hommage à Wolfgang Amadeus Mozart– y a Johann Sebastian Bach –el Aria de la Suite en re– que de nuevo pusieron boca abajo la gran sala del Konzerthaus.
Recuerdo haber oído hace años a Camilo en una entrevista donde le preguntaban por esa manera suya de tocar el piano. La respuesta sigue siendo válida años después. «En el Caribe hay huracanes». Sin duda, el martes por la noche, un huracán pasó por Viena. Le acompañó un grupo de hermanos-cuñado que garantizan experiencias similares. A ver cuando les podemos ver de manera habitual en España.
P.D.: Comentar para todos nuestros lectores extremeños que Michel Camilo tocará con la Orquesta de Extremadura los días 17 y 18 de marzo. Recomendación absoluta.
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