El homenaje al compositor Tomás Marco, celebrado en el Auditorio 400 del Museo Nacional de Arte Reina Sofía, contó con Cecilia Bercovich, Rafael Aguirre y Conrado Moya como solistas
Sentido homenaje a Tomás Marco
Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid. 3-X-2022. Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Centro Nacional de Difusión Musical [Series 20/21]. Concierto para marimba y orquesta, Concierto del alma, Concierto Guadiana y Mysteria, de Tomás Marco. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Cecilia Bercovich, violín; Rafael Aguirre, guitarra; Conrado Moya, marimba. José Ramón Encinar, director.
Tras su paso por el Teatro Monumental, los festejos en honor al ochenta cumpleaños del compositor Tomás Marco se trasladan al Auditorio 400 del Museo Reina Sofía para que el Centro Nacional de Difusión Musical pueda rendirle su sentido homenaje. Con una cariñosa felicitación escrita del propio puño del maestro de ceremonias, José Ramón Encinar, nos sorprendía el programa de mano del primer concierto de esta temporada del ciclo Series 20/21, la cual, al igual que el resto de ciclos del CNDM, está marcada por el ansiado retorno a la, ya sí, total –nada de nueva– normalidad.
Y, esperemos que, dentro de esta normalidad esté el volver a ver el Auditorio 400 de nuevo a plena capacidad, ya que el pasado lunes se completó el aforo. Era la mejor acogida que puede tener un ciclo de estas características, y un regalo hacia Tomás Marco en forma de profesión de cariño, o al menos interés, por parte de los melómanos madrileños que acudieron el pasado tres de octubre a escuchar su nuevo Concierto para marimba acompañado de otras tres de las obras más interesantes de su repertorio.
La selección de obras, que entiendo por el programa de mano que fue obra de José Ramón Encinar, fue excelente. Si bien, la intensidad del Concierto Guadiana y, sobre todo, del Concierto del alma, dejó en no muy buen lugar el estreno del Concierto para marimba, una obra entretenida, viva, joven y llena de ritmo que, no obstante, ya sea por las características de un instrumento bastante limitado en cualidades –a pesar del gran talento que demostró Conrado Moya– o por la falta de empuje de Encinar en ciertos puntos, el Concierto para marimba resultó algo plana y falta de profundidad, especialmente en las partes centrales. El comienzo fue mucho más interesante al poder intuir la estructura clásica del concierto, con sus contrastes entre partes A y partes B e incluso una «cadenza acompañada».
El Concierto del alma, cuyo solo nombre ya nos invita a una mayor profundidad, contó con una solista que supo darle la expresividad e intensidad que este concierto merece. Cecilia Bercovich destacó tanto en lo técnico –excelente timbre en el sobreagudo y homogeneidad en las notas largas– como en lo expresivo.
Algo similar se podría decir de Rafael Aguirre, quien nos deleitó con el excelente timbre de su guitarra y los marcados contrastes del Concierto Guadiana. No obstante, destacó aún más que el solista la orquesta que, si bien venía demostrando ya gran precisión, en esta última obra, pudo ir un paso más allá. Los pizzicati y otros golpes rítmicos cayeron con una precisión absoluta, mientras que en los pasajes menos rítmicos la orquesta consiguió una textura etérea gracias a técnicas, como el sul ponticello, muy logradas y que sirvieron para delimitar las diferentes partes que componen este Concierto Guadiana. Sublime en cuanto a la dirección fue el final, un abrupto sorprendente que Encinar subo tomar de forma delicada, por imposible que parezca, dándole así el toque de expresividad justo y necesario.
Interesante en cuanto a la forma de componer —su juego de timbres es realmente digno de estudio—, pero no tan rica en expresividad como las anteriores es Mysteria. Quizás, en este nado corriente arriba que hicimos por la obra de Marco represente el enorme talento que desde muy temprano mostró el compositor homenajeado.
Fue, en definitiva, un homenaje muy bien diseñado y preparado con cariño tanto por la orquesta como por los solistas, quienes supieron imprimir su sello personal y su propia seña a este repaso a una obra caracterizada por la fusión entre expresividad y ritmo de la que el Concierto para marimba y orquesta supone el, por ahora, broche final. Espero que sus ritmos bailables y joviales y su carácter, quizás más trivial, sean muestra de la juventud que aún anida en la mente y la pluma del compositor octogenario.
Fotografías: Elvira Megías/CNDM.
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