El dúo conformado por la soprano zaragozana y el pianista vizcaíno interpretó una gala final de temporada bajo el título de Fiesta lírica, con obras firmadas por Albéniz, Arrieta, Granados, Handel, Rossini, Massenet, Collet, Chapí, Guridi y Vives
Un vicio burgués
Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid, 7-VI-2023, Fundación Juan March. Sabina Puértolas, soprano y Rubén Fernández Aguirre, piano. Obras de Isaac Albéniz, Emilio Arrieta, Enrique Granados, Georg Friedric Handel, Gioachino Rossini, Jules Massenet, Henri Collet, Ruperto Chapí, Jesús Guridi y Amadeo Vives.
Programa para su cierre de temporada la Fundación Juan March una Fiesta lírica, con un programa de esos que nos recuerdan que la música clásica es también, en parte, un vicio burgués. Un salón elegante, butacas cómodas, parte del público apurando el café de las seis mientras escuchan desde la cafetería el concierto en directo… Una estampa decimonónica, con la salvedad de que los de la Juan March han conseguido que sus salas estén abiertas a todos y con ello, democratizar este vicio de la burguesía y hacer una revolución a su manera.
Es importante ofrecer estos conciertos que son solo para disfrutar de grandes voces y obras archiconocidas sin intenciones educativas ni homiléticas y democratizar el escuchar música por puro placer.
Y es que, la intención hace que la experiencia del concierto sea completamente diferente. Sabina Puértolas se permitió mostrarse más cercana al público: explicar algunas de las obras, compartir las anécdotas personales que le unen al repertorio escogido o explicar las curiosidades de carácter musicológico. Rubén Fernández Aguirre también sorprendió al público animándose a cantar la parte masculina del «Je marche sur tous les chemins» de Manon. Ya metiéndonos en la parte musical, Fernández Aguirre supo interpretar un acompañamiento muy animado, pasando del piano al punteo de la guitarra en algunas de las Canciones españolas con clara influencia folklórica de Emilio Arrieta. En las piezas belcantistas el piano ofreció más que un acompañamiento, un diálogo entre la voz y el instrumento, intercambiando fraseos con gran complicidad. Aunque, esto mismo, chirrió en el aria «Se’l mio duol non è si forte» de Rodelinda, en la que quizás el piano debía haber dejado a un lado la amplia paleta de matices que Fernández Aguirre posee para crear, en su lugar, un contraste entre una parte instrumental más homogénea y una voz voluble mucho más apropiado del género barroco.
Sabina Puértolas, por su parte, realizó un gran recital de bel canto. La canción le es agradecida, sabe darles la musicalidad apropiada, con el punto justo de rubato para que haya emoción, pero sin ser demasiado patético. Supo también, en las Canciones españolas de Emilio Arrieta, poner el punto justo de carácter popular. Aunque las arias de ópera, más exigentes las supo alcanzar sin ningún problema, el resultado no fue tan orgánico. Mostró Puértolas unos agudos un poco forzados en el aria «Non si dà follia maggiore» de Il turco in Italia y unos cambios de registro demasiado bruscos; en «Je marche sur tous les chemins» de la Manon de Massenet, no tuvo problema con el agudo, pero sí con el aire, con algunas respiraciones a destiempo que deslucieron ligeramente el resultado final.
Donde realmente veo más cómoda a Puértolas es en la zarzuela. La actitud escénica que tan integrada tiene esta soprano es un valor añadido incluso en formato de recital. Le dio a todas y cada una de las piezas el ritmo, carácter y pasión precisos, desde las agitadas y seductoras «Carceleras» de Las hijas del Zebedeo, hasta la lírica «Goizeko eguzki argiak» de Mirentxu.
«La canción del arlequín» de La Generala de Vives no es un buen final, y estaba «cantado» –el abajo firmante guiña un ojo y mueve el codo como gesto de complicidad– que habría propina. Un «Quando m’en vo'» muy bien preparado en el que tanto pianista como cantante lograron un gran lucimiento.
Un recital muy disfrutable, una tarde agradable de primavera en el barrio de Salamanca, un placer burgués al alcance de todos.
Fotografías: Dolores Iglesias/Fundación Juan March.
Compartir