Crítica del concierto que el guitarrista Robben Ford y su última formación en trío ofrecieron en el marco de la edición 2024 del Festival Internacional Jazz Madrid, en el Teatro Pavón de la capital
Más allá del blues
Por Juan Carlos Justiniano
Madrid,12-XI-24, Teatro Pavón. Festival Internacional de Jazz de Madrid 2024. Robben Ford Trio: Robben Ford [guitarra], Ross Stanley [Hammond] e Ian Thomas [batería].
La de Robben Ford es, sin duda, una de las citas más emocionantes que deparaba la presente edición del Festival de Jazz de Madrid 2024. Ford, un guitarrista legendario que rara vez visita el país, se presentó anoche en el Teatro Pavón en formación a tres y en una de sus agrupaciones favoritas: el trío con órgano. Le acompañaron, para la ocasión, Ian Thomas, un batería rocoso que no dejó escapar ni una, y Ross Stanley al Hammond, quien, además de poner el relleno armónico en su justa medida, asumió el rol de bajista.
Seguramente Robben Ford no se ajuste a la idea de guitarrista de jazz en el sentido estricto, pero, sin lugar a dudas, es uno de los que, sin ser jazzistas, domina la tradición del género. Y, por supuesto, una de las leyendas vivas más míticas para los propios guitarristas. Porque Robben Ford es, sobre todo, ese guitarrista al que todos los guitarristas admiran —algo que se notaba en el paisanaje del teatro, compuesto en su mayoría por aficionados ya talluditos y gente «con pinta de guitarrista»—.
Para quien no lo conozca —o mejor dicho, para quien todavía tenga la suerte de acercarse a él por primera vez—, habría que decir que lo que hace grande a Ford es que enfoca su instrumento desde el blues (Robben Ford es seguramente un bluesero ante todas las cosas), pero conociendo y manejando perfectamente la tradición jazzística y también la del funk. Ha compuesto a partir de todas esas influencias un estilo absolutamente personal, que no por casualidad lo llevaron desde joven a formar parte de la estirpe de los tocados por la varita mágica del rey Midas Miles Davis. Esta asociación lo llevó a protagonizar la escena (llamémosle sin miedo) jazzística de los noventa —al igual que ocurrió con sus homólogos en los quintetos de Miles en décadas anteriores—.
Desde sus inicios, Ford demostró un carácter genuino, visible en sus grabaciones con los Yellowjackets, un grupo de fusión un tanto irregular, pero con momentos muy interesantes. Su solo en la primera pista del disco («Imperial Strut»), debut homónimo (Yellowjackets, Warner Bros., 1981), de la banda es una verdadera declaración de intenciones: un cañón de guitarra rock, pero con un dominio de la sintaxis del bop de la que extrae giros puntuales. Ese solo para enmarcar resume, en apenas 90 segundos, el estilo de Robben Ford: citas al repertorio jazzístico («Summertime»), un fraseo penetrante y sobrecogedor, la contención de quien sabe que está diciendo algo importante, la maestría dejando a los silencios completar la música, una aproximación a la melodía ligeramente bopera y una especial facilidad para partiendo de células, siempre cantables, recordables, dejar las bocas abiertas. A Robben Ford no le resulta necesario vomitar una ristra de notas insustanciales, es un guitarrista para quien, a pesar del chorro, menos es más.
Durante hora y media, el trío repasó algunos de los temas más icónicos de la carrera de Ford, como «Oasis», «Just Like it Is», «The More I See You», algún blues clásico e incluso el «Jealous Guy» del Imagine (Apple/Emi, 1971) de Lennon. Y todo ello aderezado con nuevas citas al repertorio jazzístico (se intuyeron unas glosas de «A Love Supreme») o al Hendrix más psicodélico y ufológico en temas como «Third Stone From the Sun», perteneciente a otros de los debuts discográficos más apabullantes y más acojonantes de la historia de la música popular, el Are You Experienced (Polydor, 1967).
A pesar de hacer gala casi siempre de un sonido limpio, Robben Ford se reservó un espacio para experimentar (siempre de forma muy contenida) con algunos filtros. Además, aunque no suele casarse con ninguna guitarra, últimamente se le ve disfrutando con una PRS. Y ayer vaya que si lo hizo. Como un chaval. Porque aunque el californiano haya cumplido ya los setenta años, sigue en plena forma. Poco o nada se lo ve por España, pero si tienen que pasar lustros para volver a verlo, la espera habrá merecido muchísimo la pena.
Fotografías: Julián Lona.
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