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Crítica: El Ensemble O Vos Omnes combina obras de Josquin des Prez y Joan Magrané en el ciclo «Series 20/21» del CNDM

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Autor: Codalario
25 de febrero de 2021

Mirar al pasado

Por David Santana | @elcriticorn
Madrid. 22-II-2021. Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Centro Nacional de Difusión Musical [Series 20/21]. «Virgo salutiferi», «Miserere mei, Deus» a 5 voces y «Gloria» de la Missa Hercules Dux Ferrariae, de Josquin Desprez; Oració, de Joan Magrané. Ensemble O Vos Omnes; Xavier Pastrana, director.

   ¡Cuán curiosos resultan estos conciertos en los que se mezcla lo antiguo y lo nuevo! ¡Ah! No saben lo gratificante que resulta para un historiador ver cómo el ser humano constantemente necesita mirar al pasado para legitimarse. Pero esto es bueno, y no sólo porque no me vaya a faltar el trabajo, sino porque se construye una narrativa que nos hace pensar que avanzamos como especie, que nos acompaña el pasado para construir el futuro.

   ¿Se puede trazar una línea a través de las eras que una la música de Josquin Desprez con la de Magrané? Dios sabe, quizás sí o quizás no. Lo importante es que alguien se crea el cuento. Sí, sí, sé que suena muy mal, pero lo admito con descaro porque, aparte del de crítico, ese es mi trabajo: elaborar un cuento –una narrativa, si se prefiere– a partir de hechos históricos quizás aleatorios que, como humanidad, nos gustaría pensar que se dirigían hacia algo. Sea como fuere, medio milenio después de su muerte, Joan Magrané recupera el estilo de Desprez para su obra Oració de una manera y en un mundo que el compositor flamenco jamás hubiera imaginado.

   El Ensemble O Vos Omnes presentó un programa en el que Oració aparece en el centro, protegida por las obras de Desprez. No lo considero en absoluto apropiado. Creo que la obra de Magrané logra transmitir unas emociones muy potentes que sumen al oyente en un estado climácico al que, cualquier cosa que no sea el silencio distrae de ese estado de gloria, incluso, irónicamente, un «Gloria».

   En las obras de Desprez se notó la sequedad acústica del Auditorio 400 del Museo Reina Sofía, probablemente el espacio más radicalmente diferente de cualquier iglesia en la que Desprez pensó que se entonarían sus melodías. Esto supuso todo un reto para el Ensemble O Vos Omnes, los cuales hicieron un notable trabajo, sobre todo de fiato para compensar la falta de resonancia de la sala de conciertos. Me hubiera gustado evaluar a cada cantante, pues hubo partes muy destacables para algunos solistas, timbres perfectos, melismáticas líneas repletas de pasión... No obstante, si a la miopía de un servidor le sumamos el embozo, entenderán que, por temor a darles el nombre equivocado, comente la ejecución del ensemble por voces en lugar de uno a uno.

   Bajos y tenores supieron crear un colchón armónico estupendo que se hizo notar especialmente en el «Miserere mei, Deus», en el que el director, Xavier Pastrana, se unió a los cantantes y dirigió desde la sección de bajos. Aunque es cierto que es una música muy orgánica y que con un oído acostumbrado a las armonías no es difícil de seguir, el maestro estuvo preciso con las entradas y los finales de frase.

   Los altos destacaron por su flexibilidad y por su riqueza tímbrica, encajando sorprendentemente bien, por ejemplo, en el dúo que se produce con el bajo en el «Gloria» de la Missa Hercules Dux Ferrariae.

   Las sopranos tuvieron su momento estelar en el último de los movimientos de la Oració de Joan Magrané: «E no gosam les nostres mans estendre». El compositor llega a través de un uso magistral de la superposición de diferentes líneas melódicas a una apoteosis que, con unas agudas armonías por terceras de las sopranos logra envolver al espectador en la mística que emana de un texto religioso como éste. Escuchando Oració uno puede conectar directamente con la estética y, por lo tanto, con la realidad y la mística de una época perdida. Creo que eso es incluso más importante que la técnica. Magrané hace, como decía, una armonización perfecta a partir de diferentes líneas melódicas, una tarea digna de elogio. También realiza un uso del madrigalismo tan adecuado que, sin entender el texto –que, por cierto, estando en catalán antiguo, no le hubiera costado nada al CNDM ahora que no se molestan en imprimir los programas subir una traducción– el oyente sabe perfectamente lo que intenta transmitir. Es una música tan pura, tan cercana y a la vez sofisticada, que para entenderse no requiere ni de programa ni de texto, aunque emane de este último. Y dicho esto... quizás podamos hablar de que Magrané ha alcanzado a Josquin.

   Ojalá pudiera augurar que dentro de medio milenio un concierto programase a Magrané junto con un contemporáneo, significaría que los caminos de la música mantienen el rumbo, que no hemos perdido esa buena costumbre de mirar al pasado.

Fotografías: Rafa Martín/CNDM.

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