Crítica del concierto a cargo del Cuarteto Kairós en el concierto n.º 4 de los Satélites programados por la Orquesta y Coro Nacionales de España, con un monográfico Felix Mendelssohn
Liderazgos
Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid, 22-X-2024, Auditorio Nacional de Música. Ciclo Satélites, Orquesta y Coro Nacionales de España. La evolución del cuarteto de cuerda de Felix Mendelssohn. Cuarteto de cuerda n.º 1 en mi bemol mayor, op. 12; Cuatro piezas para cuarteto de cuerda, op. 81; Cuarteto de cuerda n.º 6 en fa menor, op. 80 de Felix Mendelssohn. Cuarteto Kairós: Ane Matxaín y Pablo Martín [violines], Joaquín Arias [viola] y Fernando Arias [violonchelo].
En una nueva edición del Ciclo Satélites, la Orquesta y Coros Nacionales de España nos permite escuchar a algunos de sus mejores músicos en formatos distintos al de la orquesta sinfónica. En este caso, se agrupan bajo la denominación de «Cuarteto Kairós» Ane Matxaín (ayuda de solista de violines primeros), con Pablo Martín, Joaquín Arias y Fernando Arias, este último integrante también del Trío VibrArt, que ya ha pasado por este Ciclo Satélites y otros ciclos de música de cámara siempre con notable éxito.
Me imagino que la excusa para reunir este cuarteto es este único concierto, ya que me ha sido imposible encontrar otra información sobre la agrupación y, también, porque escuché algunos detalles que acusan la falta de un sonido mejor engarzado. Ese sonido casi como de un órgano, de un cuarteto como una única alma que solo se gana con años de trabajo conjunto. Sin embargo, potencial no le falta y a continuación expondré mis argumentos:
En primer lugar, he de alabar la valentía de los músicos escogiendo un repertorio muy complejo y exigente a nivel técnico tanto individualmente como en grupo. En ningún caso una única escucha sirve para captar los detalles tan hermosos que tienen estas piezas y, especialmente, el Cuarteto de cuerda n.º 6, sin embargo, creo que cuanto más fácil se lo pongan los músicos al oyente más vale la pena esa interpretación. En el caso del Cuarteto Kairós, sí pude apreciar que se buscaba destacar algunas líneas. El primer movimiento del Cuarteto de cuerda n.º 6 fue impecable en este aspecto: se pudieron apreciar claramente las melodías de la viola, las conversaciones entre los dos violines que de repente se solapan y algunas partes más líricas del violonchelo. Todo ello era distinguible incluso a un oído inexperto y eso denota un estudio y un cuidado notable de las obras que se ofrecen al público.
En conjunto funcionaron mucho mejor los movimientos rápidos, en los que pudimos apreciar una excelente precisión de los violines en piezas como el Scherzo de las Cuatro piezas para cuarteto de cuerda y pasajes como el più mosso del Cuarteto de cuerda n.º 1, el arranque del primer movimiento Cuarteto de cuerda n.º 6 y en la conclusión del Finale.
Precisamente el papel de Pablo Martín en este movimiento final me inclina a decantarme por él como violín primero. Su sonido en el sobreagudo quizás no sea tan cristalino y tan perfecto como el de su compañera, Ane Matxaín, pero sin duda tiene más arrojo y propone un fraseo mucho más interesante. Las líneas melódicas del violín primero en el Cuarteto de cuerda n.º 1 sonaron demasiado iguales lo que, si bien sería un atributo favorable si estuviéramos hablando de una cantante, en un cuarteto de cuerda hace que la obra pueda sonar algo aburrida al no exagerar un poco los contrastes, los acentos, la articulación y demás elementos del fraseo. Al fin y al cabo, ahí está la diferencia entre solfear e interpretar una obra. En el Cuarteto de cuerda n.º 6, sin embargo, las melodías del violín primero sonaron con mucho mayor arrojo e intensidad, lo que terminó dirigiendo el Finale a un exultante clímax que arrancó varios ¡bravo! del público como no podría ser de otra manera.
La viola de Joaquín Arias también mostró un sonido cálido, potente y con aires de solista en el Andante de las Cuatro piezas para cuarteto de cuerda. Fernando Arias me gustó mucho en la Canzonetta del Cuarteto de cuerda n.º 1, uno de los pocos momentos en el que le vi ejercer un liderazgo claro sobre el cuarteto y es que el sonido emergía completamente de ese grave y de ahí se expandía al resto de cuerdas.
Poder escuchar momentos casi mágicos como los cuatro minutos que dura esa Canzonetta son los que me hacen amar el trabajo que hago y también la música. Pero, también me hacen lamentar profundamente que en un Madrid con una oferta musical absolutamente saturada este Ciclo Satélites que con tanto mimo y buen hacer se ha programado no llegue a completar el aforo la Sala de Cámara del Auditorio Nacional. Quizás cabría evaluar para próximas ediciones exportar por el resto de provincias este formato mucho más compacto y práctico de transportar. Por eso de que la orquesta no es solo «la Nacional» porque ese sea el nombre del auditorio en el que reside.
Fotografías: Rafa Martín/OCNE.
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