«Muy poco acertada es la realización de las imágenes en las que interviene el propio Halffter. Un espectador mínimamente sensible y atento tendrá la incómoda sensación de que parte de lo que está ocurriendo delante de la cámara queda desplazado del encuadre. Como resultado, nos encontramos con una puesta en escena que en muchos momentos resulta desequilibrada y arbitraria. Invito al lector a preguntarse si este es un documental apto para un festival internacional del prestigio de la Seminci».
Crítica a Halffter 90 compases
Por Juan José Talavera
Juan José Talavera es compositor, licenciado en periodismo y miembro de la Asociación Madrileña de Compositores (amcc). En 2012 realizó una entrevista en profundidad a Cristóbal Halffter y en el verano y los siguientes meses de 2020 las entrevistas a Halffter y a algunas otras personas que aparecen en la película.
Esta semana se ha producido el estreno del documental Halffter 90 compases en la Seminci de Valladolid. Sin duda, el punto fuerte de esta película es su contenido, el discurso filosófico, estético y vital de Cristóbal Halffter así como su poderosa y expresionista música.
Junto a él, la presencia de figuras de incuestionable talla artística e intelectual como Tomás Marco, José Luis Temes, José Luis Téllez o José Luis García del Busto mantienen muy alto el nivel de la reflexión, haciendo aportaciones muy enriquecedoras a la hora de analizar la figura del compositor.
Similar valoración podríamos hacer de los intérpretes que participan en la película. Los pianistas Mario Prisuelos y Abel Sánchez, el violonchelista Iagoba Fanlo, el organista Ángel Montero, la soprano Laia Falcón, el guitarrista José Antonio García Fuertes o el Bambú Ensemble, entre otros, realizan unas intervenciones que se sitúan, sin la menor duda, en el terreno de la excelencia.
De gran interés también resulta la presencia de Pedro Halffter, hijo del compositor y, por tanto, testigo de excepción de la obra de Cristóbal. Sin embargo, sus palabras dan la sensación de no haber profundizado todo lo que hubiéramos querido en la vida y obra de su padre.
Resultan atractivos algunos momentos desde un punto de vista plástico, como las imágenes con las que se abre o cierra la película y algunas secuencias rodadas en plena naturaleza. Bonitas estampas que sin duda adornan la parte visual de la película, pero una obra cinematográfica es, debe ser, mucho más. A partir de aquí empiezan a surgir las dudas sobre el trabajo.
Dentro de un tono general de sobriedad y contención que se agradece, desconciertan ciertos tratamientos visuales que casan mal con el contexto, movimientos de cámara gratuitos que no aportan nada especial desde un punto de vista visual o narrativo. Otro aspecto cuestionable es el abuso que se hace del recurso de insuflar movimiento a las fotografías de archivo. Utilizado con mesura habría resultado no solo llamativo sino interesante, pero la reiteración puede provocar el cansancio del espectador.
En arte, el ensamblaje de los elementos que se ponen en juego es uno de los puntos más delicados de la creación. A este respecto, pienso a menudo en la forma divina y casi milagrosa con la que Bach maneja las progresiones. Siempre realiza las repeticiones justas, nunca sobra una sola nota, de manera que cuando el material ya está agotado, lo varía con sabiduría y pasa a otra cosa.
La potencia y efectividad de un recurso es inversamente proporcional a la cantidad de veces que se utiliza. No acaba de funcionar la presencia de algunas personas cuyas declaraciones no aportan nada especialmente relevante al contenido de la obra, sino que rebajan el nivel de la reflexión.
La inclusión de algunas imágenes del funeral de Halffter no encaja bien en el planteamiento original de la película y resulta un tanto forzada y artificial. Ya sabemos que, desgraciadamente, el compositor falleció hace unos meses, pero ¿era necesario mostrarlo en pantalla?
Otro aspecto cuestionable es la no identificación de los intervinientes. Está claro que estamos ante un criterio estilístico, pero el espectador no iniciado no sabe quién está hablando en cada momento. Esperar al final para ver la lista de los participantes no ayuda mucho en este sentido.
Muy poco acertada es la realización de las imágenes en las que interviene el propio Halffter. Un espectador mínimamente sensible y atento tendrá la incómoda sensación de que parte de lo que está ocurriendo delante de la cámara queda desplazado del encuadre. Como resultado, nos encontramos con una puesta en escena que en muchos momentos resulta desequilibrada y arbitraria.
En definitiva, una película con algunos aciertos parciales pero también fallida en la que se ha perdido la oportunidad de construir, si no el documento definitivo sobre la vida y la obra de Cristóbal Halffter, sí algo muy cercano a ello, lo que resulta particularmente frustrante dada la potencia de los materiales con los que se partía.
Invito al lector a preguntarse si este es un documental apto para un festival internacional del prestigio de la Seminci.
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