Por Juan Carlos Justiniano
Madrid. 23-X-2020. Auditorio Nacional de Música. Centro Nacional de Difusión Musical [Jazz en el Auditorio]. CMS Trío: Perico Sambeat [saxofón alto], Javier Colina [contrabajo] y Marc Miralta [batería].
Cuando sobre el hábitat natural del jazz, los clubes, planea la incertidumbre no parece osado afirmar lo que señala Pablo Sanz: que el ciclo Jazz en el Auditorio del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM] constituye «uno de los mejores refugios con que cuenta este género». La vida ha cambiado radicalmente desde que de manera abrupta clausurara la pasada edición del mismo ciclo. Parece que ha pasado un lustro desde las visitas del último trío de Chick Corea y de la Jazz at Lincoln Center Orchestra de Wyton Marsalis. Como si fuera una ironía del destino, dos de los acontecimientos más memorables desde que el CNDM dedica un espacio monográfico al jazz se sucedieron en apenas una semana; y lo hicieron, allá por marzo, casi de forma apresurada, como queriendo llegar a tiempo ante lo que se venía encima. El destino o el azar tenían que permitirlo. Y lo permitieron por los pelos.
El pasado viernes, siete interminables meses después, se inauguró una nueva temporada dedicada al jazz en este refugio del género en la capital a cargo del CMS Trío. En este mundo de siglas, acrónimos y abreviaturas lo de CMS resulta una fórmula más bien propia de oficina europea, poco sonora para un conjunto de música y que desde luego no hace justicia a lo que verdaderamente oculta: los apellidos de tres de los mayores músicos de este país, Javier Colina [contrabajo], Marc Miralta [batería] y Perico Sambeat [saxofón alto].
La sala de cámara estaba fría y cada butaca vacía (más de las que obligan los protocolos) semejaba un abismo. Ante tal panorama, casi más cercano a una prueba de sonido con más curiosos de lo habitual, insuflar vida requería mucha potencia calorífica y gran capacidad de empatía. CMS convoca eso y mucho más. Individualmente los tres llevan mucha música a sus espaldas y ya como trío, como CMS, cuentan con quince años de oficio. Como ellos mismos recordaron, han sido quince años actuando en un sinfín de escenarios, estudiando, componiendo y arreglando músicas para un proyecto valiente: un trío de saxofón, contrabajo y batería, un trío, recuérdese, sin instrumento armónico.
El pasado viernes Colina, Miralta y Sambeat explotaron lo que mejor saben hacer presentando un repertorio a su imagen y semejanza. El trío repasó un total de ocho composiciones que incluyeron páginas propias inspiradas en ritmos como el mambo, el danzón, el calipso, el afro y los propios de Nueva Orleans, junto a exquisitos arreglos de páginas ya de por sí bellísimas de Consuelo Velázquez [«Verdad Amarga»], Eliseo Grenet [la nana «Drume Negrita»] o Cole Porter [«Love for Sale»].
En su visita a Madrid, el trío demostró por qué está en la cúspide de la escena del jazz español. Y es que si por algo se puede caracterizar esta acertada o errónea denominación es porque aglutina un montón de propuestas que expresan abiertamente su querencia hacia la canción, hacia los ritmos y melodías tanto del flamenco como del bolero y tanto de la tradición española como de la latinoamericana en toda su inmensidad. Lo de jazz más bien hace referencia a un lenguaje que funciona como una brújula que orienta el paso a través de un océano de músicas y lo de español podría comprenderse mejor como panhispánico. El trío se maneja a ciegas en estos terrenos y el viernes pasado ofreció una lección magistral de sabiduría, sensibilidad y musicalidad.
La carencia de instrumento armónico, algo que podría parecer una rémora o un obstáculo para cualquier proyecto musical, se convierte en virtud cuando se cuenta con la presencia de un músico como Javier Colina. Siempre se menciona que la visión del contrabajo del navarro resulta original por su voz melódica cargada de elegancia, de buen gusto y de una inspiración inagotable. Pero se habla menos de otra cualidad no menos preciada para un contrabajista: su control, maestría y sentido en lo que respecta a lo armónico. Con él en el grupo es difícil que se produzcan vacíos o que se echen en falta voces o este o aquel instrumento.
Por su parte, el trío resultó un conjunto completamente equilibrado, con un Marc Miralta muy imaginativo, con pulso, discreto pero contundente y contagiado de ese don de la canción que caracteriza a sus compañeros. El baterista y Colina pusieron los mimbres para que Perico Sambeat y su imaginación envidiable pudieran explayarse. Por cierto, la amplificación muy bien resuelta jugó a favor.
Después de siete interminables meses, la nueva temporada del ciclo Jazz en el Auditorio del CNDM echó a andar. Veremos hasta dónde alcanza su aliento. Veremos si podremos disfrutar de los Enrico Pieranunzi, los Brad Mehldau o los John Patitucci. Veremos si las circunstancias acaban convirtiendo al CNDM, ajeno a normativas ineficaces y a la rigidez del derecho administrativo, en el último bastión de la música en directo.
Fotografías: Elvira Megías/CNDM.
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