Por Fabiana Sans | @fabianasans
Madrid. 07-XII-2019. Fundación Juan March. El origen medieval de la música europea (siglos IX-XV) [Viernes temáticos]. La Florencia de Dante, Petrarca y Bocaccio (siglo XIV). Sollazzo Ensemble: Víctor Sordo [tenor], Anara Khassenova [soprano], Christoph Sommer [láus renacentista], Franziska Fleischanderl [salterio] y Anna Danilevskaia [fídula y dirección].
Echando la vista atrás en este interesante ciclo organizado por la Fundación Juan March, hemos peregrinado de Cluny a Compostela, hemos asistido al florecimiento musical de la Escuela de Notre Dame de Paris, y en esta ocasión, viajamos a Florencia, epicentro musical, literario y cultural de mediados de siglo XIV. La construcción de La Catedral de Santa María del Fiore, el desarrollo económico que llegó gracias a los Medici, la fatídica peste negra y el establecimiento de un sistema musical que se separaba del francés, propició la transición rítmica, melódica y funcional de la música, propagando un estilo más profano que religioso, y colocando a la ciudad en el punto de partida de un nuevo estilo compositivo, denominado hoy día como Ars nova italiano y donde se gestaría a transición a Renacimiento.
Y es en los años de esta transición donde aparecen compositores como Bartolino da Padova, Niccolo del Proposto o Francesco Landini, todos presentes en el programa que nos ofreció Sollazzo Ensemble en su paso por el centro cultural madrileño.
Coordinados por Anna Danilevskaia, se da inicio al tercer concierto del ciclo, quizá un poco precipitado dentro del concepto de los Viernes temáticos pero lógico por la intrusión de las fiestas decembrinas. Sollazzo aparece con ajustes importantes en la formación y el el orden del programa ofrecido. Tras la introducción instrumental se presentan las voces del tenor Victor Sordo y la soprano Anara Khassenova, quienes junto al resto del conjunto interpretaron «O fanciulla Giuliana», de Francesco Landini. La formación intercaló la voz con piezas instrumentales como «Non piu ebbe dido» de Andreas de Florentia y «Perche languir mi fai» de Landini, dos piezas instrumentales, donde la maestría y destreza con la que Franziska Fleischanderl las interpretó nos dejaron realmente sorprendidos en cuanto al valor que se le puede dar a un instrumento como este, ejecutado en muchas ocasiones de forma inexperta o sin ningún tipo de rigor; pero sin duda Fleischanderl demostró que el salterio es más que un «acompañante» de la voz, es la voz en si misma que, ejecutado con precisión, calidad y sobretodo conocimiento del mismo es capaz de ser el centro de atención. Cierra la primera parte con la pieza de Matteo da Perugia «Dame de honour», interpretada por la soprano Anara Khassenova cantante que se suma a las filas del grupo.
Sollazo Ensemble fue fundado en 2014 en Basilea y es dirigido por la fidulista Anna Danilevskaia. La formación, que se especializa en los repertorios medievales tardíos y en el Renacimiento temprano, fue seleccionada en el año de su creación para el programa Eeemerging, lo que les permitió realizar diversas residencias y conciertos por Italia, Eslovenia y Francia. A pesar de que algunos de sus miembros principales ya no forman parte del conjunto, Sollazzo ha mantenido una corta pero importante carrera musical, siendo hoy día uno de los principales referentes en este repertorio.
La variedad entre las piezas instrumentales y las vocales crearon un ambiente distendido durante los sesenta minutos que duró el programa. Así, la segunda parte la abrió el anónimo «De soto el verde», en la que fídula y laúd concibieron un diálogo de gran equilibrio tímbrico. Seguidamente pudimos escuchar al salterio fusionándose con los otros dos instrumentos, para abrir la pieza «Quel sole che nutric’al gentil fiore» de Bartolino da Padova. Khassenova defendió digna y resolutivamente esta sección, conformada por un repertorio virtuosístico donde los haya, demostrando gran soltura y agilidad en los melismas. La fídula irrumpe realizando una introducción a la obra de Niccolò da Perugia «Nel meço già del mar la navicella», interpretada por el tenor Victor Sordo, del que pudimos apreciar su gran versatilidad como un cantante que realmente maneja distintos repertorios. Así, Sordo adaptó su voz a las condiciones y requerimientos que este estilo, dejando de lado el lirismo operístico con el que algunos cantantes se acercan a este repertorio, suprimiendo vibrato y ofreciendo una voz clara y timbrada, y del todo equilibrada con los instrumentos.
Arribamos a la mitad del concierto en la que nuevamente nos presentan una pieza de Francesco Landini, «Creata fusti o vergine Maria». En ella, los cantantes se hicieron valer una vez más con gran armonía vocal y delicadeza tanto en la pronunciación del texto como en los pasajes más sutiles. Ésta, sin duda, fue una de las piezas más destacadas de todo el concierto.
Debemos recordar que este repertorio, de grandes complicaciones rítmicas, trajo consigo el establecimiento de nuevas formas dentro de la escritura musical, donde se destacan compositores como Francesco Landini representado con un organetto en sus piernas. Este además de instrumentista, cantante, constructor y poeta, ha dejado un legado de aproximadamente ciento cincuenta y cuatro obras, entre las que se encuentran ballatas, una caccia, algunos madrigales y un virelai francés, siendo resguardadas la mayoría de sus obras en el Codex Squarcialupi. Sus obras van de una escritura sencilla a difíciles piezas con estructura isorritmica, con melodías muy expresivas y distintivas, generando un estilo propio proveniente de la escritura francesas y la italiana.
Tras la Estampie procedente del Codex Robertsbridge, presenciamos una brillante interpretación de «Magdalena degna da laudare» del Laudario di Cortona, con un juego brillante entre las voces (a dúo y solos) junto a los instrumentos en el que se apreció un gran trabajo en las dinámicas, el color de la voz y de una precisa afinación. Lo mismo sucedió en el «Benedicamus domino» y especialmente en el «Del gratias», del Manuscrito de Parma.
Finaliza el concierto con «Poi che partir conviene» de Landini, «Por che veder non posso», anónimo del Codex Reina, ambas instrumentales y «Conviens a fede» del famoso compositor del Trecento italiano e «Il meglie e pur tacere» de Niccolò da Perugia, pieza con la que cerraron el concierto.
Así, y tras el bis con la reinterpretación de «O fanciulla», Sollazzo Ensemble nos ofreció un exquisito concierto, que ante la expectativa por el cambio de una de sus voces principales, supo sobreponerse a la situación y mantuvo en alto su calidad como conjunto.
Fotografía: Dolores Iglesias/Fundación Juan March.
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