Por Giuliana Dal Piaz
Toronto. 08-XI-2018. Trinity-St. Paul’s Centre. Temporada 2018-19 de Tafelmusik Baroque Orchestra. Música de Agostino Steffani (1654-1728). Mezzosoprano invitada: Krisztina Szabò. Orquesta y Coro de Tafelmusik Baroque Orchestra. Ivars Taurins, dirección. Solistas en Stabat Mater: Emma Hannan, soprano Agnes Zsigovics, soprano; Simon Honeyman, contratenor; Victoria Marshall, contralto; Richard Whittall, contratenor; Robert Kinar, tenor; Cory Knight, tenor; Keith Lam, bajo; Matthew Li, bajo; Graham Robinson, bajo. Solista con Krisztina Szabò en los duos: Victoria Marshall.
Hasta hoy en cartelera en el Trinity-St. Paul’s Centre de Toronto, el primer concierto de la Temporada 2018-19 de la Tafelmusik Baroque Orchestra. Es protagonista absoluta la música del cantante, compositor, obispo y diplomático veneciano Agostino Steffani, que el público de Toronto ha apenas descubierto, guiado por la investigación musical de Ivars Taurins, director del coro y, en este caso, también de la orquesta.
La primera parte del programa ha sido dedicada a algunas obras religiosas del autor: su juvenil Beatus vir, y un intenso Stabat Mater, que Steffani compuso el mismo año de su muerte.
La segunda parte del concierto ha presentado en cambio una selección de algunas de sus muchas óperas: se escucharon, de La superbia d’Alessandro, las arias «Non prendo consiglio», «Tra le guerre e le vittorie» y «Air Tendre» (sólo instrumental); de Niobe, Regina di Tebe, la Sinfonía, el duo «T’abbraccio”», l’Accompagnato e aria «Sfere amiche»; y de Henrico Leone, el aria «Morirò tra strazi e scempi» y su Chaconne.
A otras óperas pertenecen, bien fueran instrumentales, como la ouverture de La lotta d’Hercole; «Entrée des ombres» de La libertà contenta; y Sarabande de I trionfi del fato; bien las vocales: «Deh non far con le tue lagrime» de Tassilone (en esta partitura hay un hermoso assolo del óboe de John Abberger); el aria «Ogni core può sperar» de Servio Tullio; el duo y coro «Timore, ruine» de Le rivali concordi; y el coro «Non si parli» de Marco Aurelio.
En su época, Agostino Steffani era muy renombrado en Europa; hoy en día, no es frecuente que ejecuten su música y es un autor prácticamente desconocido en Norteamérica –como confirmó el maestro Taurins en su propia introducción al concierto–: una velada totalmente dedicada a sus obras, representa por lo tanto una bellísima oportunidad para escucharlo en vivo. Aún hoy impresiona la amplitud de su obra, su múltipla inspiración, la enorme variedad de motivos y registros: a pesar de no haber alcanzado en tiempos modernos la fama de otros compositores de su época, resiste sin dificultad la comparación con Jean-Baptiste Lully o Georg Friedrich Händel (quien fuera, a la distancia, discípulo suyo). En su música es frecuente reconocer cierta influencia de Monteverdi, pero sus óperas son más «modernas» y muy originales. Por otro lado, la intensa vida profesional y diplomática que llevaba Agostino Steffani le dejaba poco tiempo para asimilar mucha música contemporánea. Desde sus precoces inicios como cantante y compositor, y a lo largo de toda la vida, su música se ha generado de manera espontánea e ilimitada.
Otro importante protagonista de la velada ha sido el coro de la Tafelmusik Baroque Orchestra. Bajo la guía de Ivars Taurins –no me convence del todo su estilo de dirección de orquesta, pero lo considero extraordinario en su tarea de docencia, formación, y dirección de voces–, este grupo de 22 jóvenes intérpretes ha alcanzado en los últimos años un alto nivel de profesionalidad. Durante la ejecución del Stabat Mater, unos miembros del coro asumen el papel de solistas. He encontrado especialmente interesantes la soprano Emma Hannan, Cory Knight (voz tenoril, capaz de rango de contratenor), y los bajos Graham Robinson y Keith Lam. En cuanto a la contralto Victoria Marshall, ella dueta con las sopranos Hannan y Agnes Zisigovics en dos estrofas del Stabat Mater, pero compañera también de forma excelente con la mezzo-soprano huésped en los duos «T’abbraccio» y «Timore, ruine».
Es invitada especial para este concierto, en efecto, la mezzosoprano canadiense de origen húngaro Krisztina Zsabò. Tiene una presencia escénica imponente, muy buena extensión vocal y coloratura; encuentra los justos acentos íntimos y emotivos en las estrofas del Stabat Mater, dando mayor vigor vocal e incisión a las arias de ópera. Desde el punto de vista técnico, se le notan ciertas asperezas en el registro más agudo. Desde el punto de vista humano, me ha llamado la atención su actitud distante y casi altanera –durante la interpretación de los dúos y en el momento de los aplausos finales– hacia la joven y prometedora contralto Victoria Marshall. A los grandes de la música se le reconoce también por el calor y la generosidad para con sus epígonos y eventuales grandes del futuro...
Fotografía: Trevor Haldenby.
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