Por Juan Carlos Justiniano
Madrid. 25-XI-18. Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa. Festival Internacional de Jazz de Madrid 2018 [JAZZMADRID]. Antonio Sánchez & Migration. Antonio Sánchez (batería), Chase Baird (saxofón), Thana Alexa (voz), John Escreet (piano) y Orlando le Fleming (contrabajo).
A su modo, también es una estrella de cine. Antonio Sánchez ha firmado algunas de las bandas sonoras más interesantes de los últimos años, su impronta inconfundible está detrás de la oscarizada Birdman de González Iñárritu; de Política, manual de instrucciones de León de Aranoa o de la muy recomendable Miles Ahead de Don Cheadle. Pero la alfombra roja no es, para suerte de los melómanos, el hábitat del baterista mexicano. Antonio Sánchez hace tiempo que se convirtió en el jazzista más famoso y probablemente con mayor proyección mundial al sur del río Bravo. Afortunadamente esta condición periférica de su latinidad no la explota desde el cliché o los tópicos localistas. Es cierto que desde su incorporación tan precoz en el Pat Metheny Group o gracias a sus habituales colaboraciones con Chick Corea, Brad Mehldau y las principales referencias de la escena, el baterista está incardinado en la escena jazzística del centro. Aun así, Antonio Sánchez es un jazzista hispano sin ser «latin», y eso, en una sociedad autocomplaciente, de consumo rápido y que lo simplifica todo al entretenimiento apresurado y facilón, se agradece enormemente.
El mexicano visitó la capital el pasado domingo en la recta final de la edición 2018 del Festival de Jazz de Madrid con su proyecto personal, Migration. Y lo hizo justo a pocos días de que salga a la luz, este próximo viernes día 30, Lines in the Sand [Cam Jazz, 2018], la séptima grabación de Sánchez como líder. En esta ocasión Migration adoptó la forma de quinteto con John Escreet al piano, Chase Baird a los saxofones, Orlando le Fleming al bajo y la voz de Thana Alexa. Juntos presentaron media docena de nuevas composiciones escritas a modo de catarsis –en palabras del baterista– e inspiradas en la más candente actualidad, en esa realidad social, económica, política y humanitaria que está atravesando el globo entero y que constituye uno de los grandes acontecimientos que están marcando la agenda de las primeras décadas del siglo XXI.
La música de Migration está muy influenciada por la trayectoria, de ya casi dos décadas, de Sánchez al lado de Pat Metheny. Como ocurre con el guitarrista, su sonido tiene mucho de la fusión y el jazz rock de los años setenta, de los Return to Forever, los Weather Report o Billy Cobham –quien también ha visitado, por cierto, la presente temporada de JazzMadrid 18–. Los ingredientes de la propuesta del mexicano en gran medida son los comunes a estos géneros: infinidad de efectos sintéticos, vocoders, grabadores multipistas, ritmos contundentes, espirales melódicas… La apuesta de Antonio Sánchez tiene mucho que ver con esa tradición ya cincuentona, pero, una vez más, el mexicano rehúye y esquiva satisfactoriamente el tópico y la evidencia, lo esperable y lo monótono. A ello ayuda en gran medida la inclusión de la voz de Thana Alexa, ya sea doblando la línea melódica, ampliando las texturas sonoras o atreviéndose con el scat. Cada vez es una fórmula más habitual –podemos citar, por ejemplo, las últimas propuestas de un pianista de aquí cerca, Moisés P. Sánchez– recurrir al timbre de la voz para enriquecer o directamente crear nuevas sonoridades en el jazz con resultados, como en este caso, completamente atractivos y funcionales.
Por su parte, la sección rítmica la conformaron Orlando le Fleming, polivalente tanto al contrabajo como al bajo eléctrico elaborando riffs inspirados por Jimi Hendrix; John Escreet, ora al Fender Rhodes, ora al piano (con la reverberación ligeramente aumentada en una inevitable reminiscencia al combo Lyle Mays-Pat Metheny) y, por supuesto, el propio Antonio Sánchez y su batería bien amplia pero dentro de un orden, sin personalismos ni altisonancias pero sí con mucho empaque (y cómo no en él, con mucha caja y platillos modificados). Solo hacia el final, y después de casi dos horas de concierto, el mexicano se dio el capricho de solear con ese estilo inconfundible, tan melódico, rico en dinámicas y permeable a músicas como el dubstep, el trip hop o el soul contemporáneo.
Es la rítmica la que contiene el sustrato de la música de Sánchez, desde donde se plantea esa recreación constante de progresiones modales, vamps y fraseos rítmicos. Pero igualmente, la voz de Thana Alexa, sus juegos polifónicos con el grabador multipistas o los arabescos de Chase Baird a los saxofones (imitando, cuando tenía oportunidad de interpretar el instrumento electrónico, uno de los efectos universalizados por la guitarra sintetizada del mismo Metheny), caracterizan buena parte del concepto musical de Migration.
Aunque no suene «latina», la música de Antonio Sánchez no puede por ello dejar de ser considerada hispana. Su apuesta está lejos del cliché manido del latin jazz aunque nazca de la latinidad. Sin embargo, su sonido resulta tan identificable como el de la fatídica etiqueta. A Antonio Sánchez y su batería se los adivina de lejos. Su estilo poderoso y generoso se identifican al primer toque.
Fotogtrafía: festivaldejazz.madrid.es
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