Por Agustín Achúcarro
Medina del Campo. 8-XI-17. Auditorio Municipal de Medina del Campo. Semana Internacional de la Música. Ministriles y danzantes en el Siglo de Oro: la esfera sacra versus el mundo cortesano y popular. Obras de Arbeau, Praetorius, Susato, Lobo, de Morales, Franco, Guerrero Janequin, Gervaise, Caroso y Attaignant. Fernando Pérez Valera, corneta, sacabuche, orlo y flauta. Juan Alberto Pérez Valera, chirimía, corneta, bajoncillo, orlo y flauta. Luis Alfonso Pérez Varela, sacabuche, orlo y flauta, Eduardo Pérez Varela, chirimía, bajón, orlo y flauta, y José Gabriel Martínez, percusión. Eva Narejos y Juan Jesús García, danza y coreografía.
El Ensemble La Danserye, cuatro de ellos hermanos, propuso un viaje por la música del Siglo de Oro y lo hizo con un formato tan sencillo como eficaz. Un quinteto de instrumentistas y dos bailarines fueron más que suficientes para presentar un universo sonoro lleno de encanto, con los sonidos de instrumentos como sacabuches, orlos, que aportaron una sonoridad muy característica, flautas dulces, cornetas y chirimías. Los intérpretes se basaron en una perspectiva históricamente informada, fundamentando sus interpretaciones en un trabajo previo ya que ellos mismos se dedican a la investigación de las obras y a la reconstrucción y construcción de los instrumentos en su taller.
El programa, dividido en tres partes, empezó en el vestíbulo del Auditorio con El ámbito popular. Danzas. El baile como motor de la música, con su magnetismo visual y su movimiento, con pasos tan curiosos como los laterales propios de la Bransle; primero la de Las lavanderas serena y espontánea, luego la de Los caballeros más viva y de sonidos más audaces. A esto se unió un brillante Canarios de Praetorius, entre estribillos y pasos arrastrados, un Rondó Saltarello de Susato, en el que la familia de flautas fue de los sonidos más agudos a los más graves produciendo la sensación de un gran instrumento, aunque predominara el carácter imitativo, unísonos y el soporte armónico de las flautas más graves. Esta parte finalizó con la Bransle de l´official en el que el sacabuche le dio un carácter vivo, de batalla.
Ya en la sala la segunda sección correspondió a La esfera sacra. Motetes, himnos y canciones. Con un hermoso Ego flos campi de Alonso Lobo y un florido Veni, Domine de Cristóbal de Morales. Finalizó este apartado con la Batalla de Janequin, vibrantemente expuesta.
Volvió la danza en el último de los fragmentos del programa con La música en Palacio. Se subrayó aquí lo distinguido de la danza, menos espontánea que la popular, pero de una plástica notable, con una buena labor de los dos bailarines como había ocurrido anteriormente. Gracilidad en la chispeante Chiara stella de Caroso y un persuasivo ritmo, con un carácter entre cambios rítmicos y aspectos cantables de La Magdalena, recoupe et tourdion de Attaignant.
La Danserye logró el arte de lo sencillo, que todo resultara tan natural como evocador, y que las dificultades interpretativas no lo parecieran. Se volcaron en aglutinar el sonido de los instrumentos, en cuidar la afinación, no siempre fácil, y de mimar el empaste tanto de instrumentos bien diferentes como de aquellos que pertenecían a una misma familia. Esto les permitió dar un fogonazo en tres secciones de un universo amplio y diverso, y hacerlo de manera tan sugerente como atractiva. Los Danserye recordaron por boca de Fernando Pérez Valera que este repertorio se debía proteger y que no debía olvidarse que era un legado valiosísimo de nuestro patrimonio.
Fotografía: Semana Internacional de la Música de Medina del Campo.
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