Por Mario Guada | @elcriticorn
Madrid. 13-III-2017 | 20:30. Iglesia de Santa Bárbara. XXVII Festival Internacional de Arte Sacro. Entrada gratuita. Música de José de Nebra y Vicente Basset. Aurora Peña • Concerto 1700 | Daniel Pinteño.
Se abría la tercera semana de la 27.ª edición del Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid, con otro programa de recuperación de patrimonio español, en esta ocasión fundamentado sobre un doble pilar, conformado por dos autores realmente distintos, pero que cohesionan de manera fantástica en un programa como este. La figura fundamental fue la de José de Nebra (1702-1768), probablemente el compositor español más destacado en la historia de la música española, tras Tomás Luis de Victoria. Nebra es, y ya no cabe un ápice de duda, un auténtico genio de la composición. Tres de sus Cantadas al Santísimo protagonizaron el presente recital, magníficos ejemplos del género en este momento, además de un exquisito muestrario de diversas etapas compositivas del compositor bilbilitano. Las tres cantadas se conservan en el archivo de la catedral de Guatemala, y aunque se conocía su existencia hace bastante tiempo, no fue hasta que Banzo las grabó, junto a María Espada y Al Ayre Español, que las obra encontraron un predicamento mayor en el panorama musical internacional. La primera de ellas, Entre cándidos, bellos accidentes –que por cierto ya habían interpretada hace pocos día, también en el Arte Sacro, Alicia Amo y Musica Boscareccia–, no está datada en su original, aunque sí es la copia conservada, de 1751, que es además la única de las conservada en Guatemala de copista no madrileño. Destaca su magnífica aria final, Del piélago violento, toda un aria de bravura de absoluta genialidad. Alienta fervorosa está fechada en 1725, y es una cantada estilísticamente bien diferenciada de la anterior, con dos arias de tinte más calmado y una escritura tan particular en el estilo de Nebra, que mezcla lo italiano con algunos tintes hispánicos. El programa se cerró con Qué contrario, Señor, de la que no se conoce la fecha, aunque teniendo en cuenta que su copista dejó varias obras entre la década de 1730 y 1740, es plausible datarla aquí. Contiene dos magníficas arias, de la cual la primera de ellas, Con la paz tu amor convida, es probablemente una de las composiciones más hermosas de todo el Barroco español y europeo.
Las cantadas fueron interpoladas con sendas composiciones de Vicente Basset (fl. 1748-1762), concretamente dos de sus obras orquestales: sus Obertura a piu stromenti Bas-10 y Bas-11. Basset es un autor del que no se conocen muchos datos. Dicen Ars Hispana al respecto de su figura y estas obras: fue un violinista que trabajó en Madrid a mediados del siglo XVIII. A finales de los años 40 era uno de los violinistas que tocaba en la Real Orquesta del Coliseo del Buen Retiro durante los festejos reales organizados por Farinelli. A finales de los años 50 y principios de los 60, fue violinista de la compañía teatral de María Hidalgo. Las oberturas y sinfonías editadas en este volumen fueron copiadas para Carl Leuhusen, Secretario del Embajador de Suecia en Madrid de 1752 a 1755. Obras de gran interés, con una sonoridad cercana a la norteitaliana, muestra una escritura más virtuosística en sus movimientos extremos, mientras que en el central se deja el protagonismo al primer violín, casi a la manera de una sonata a solo con continuo, con una escritura de gran lirismo y expresividad.
Las interpretaciones corrieron a cargo de Aurora Peña, jovencísima soprano valenciana a la que se le augura un prometedor futuro, especialmente porque su presente es ya realmente sólido. Demostró poseer un timbre hermoso, con una línea de canto dúctil y de gran recorrido, con un buen registro agudo, del que quizá abusó en ciertos ornamentos de los da capo y en las cadencias –algo fuera de estilo, más cercanas al mundo lírico posterior–. Absolutamente modélica su dicción –en pocas ocasiones se ha escuchado a Nebra de forma tan clarificadora–, planteó una versión profundamente expresiva, aunque por momentos algo sobreactuada. Su capacidad para la coloratura –en el registro medio pierde cierta agilidad y presencia– y su facilidad para acometer los picados fueron otros dos de los puntos fuertes de su actuación. Sin duda, ha sido una grata sorpresa y una cantante a la que habrá que seguir de cerca en su tránsito por el Barroco hispánico.
Muy interesante y enérgica la interpretación instrumental de la mano de Concerto 1700, conjunto historicista de reciente creación que está liderado por el violinista barroco Daniel Pinteño. Afrontar este tipo de repertorios, que en inicio no está concebido para ser interpretado únicamente por dos violines, resulta siempre arriesgado y un ejercicio de máxima exigencia. Es por ello que salir airoso es todo un triunfo. Notable el trabajo de Pinteño y Víctor Martínez en los violines barrocos, con interpretaciones poderosas, técnicamente bien resueltas y con un sonido pulido y bien elaborado, a pesar de que los unísonos en varios de los pasajes de las cantadas sufrieron de cierta desafinación y algunos desajustes rítmicos. Especialmente brillante la labor de Pinteño en las obras de Basset –sobre todo en los movimientos centrales–, así como en los pasajes imitativos a dúo de algunas de las arias de Nebra, en las que su simbiosis con Peña regaló alguno de los mejores momentos de la velada. La sección del conjunto estuvo fantásticamente defendida por Ester Domingo al violonchelo barroco –hace pocos días había afrontado un denso programa bachiano junto a La Guirlande–, la cuerda pulsada de Pablo Zapico –siempre imaginativo y colorista–, que se dividió entre la guitarra barroca para Basset y la tiorba para Nebra; además del clave de Asís Márquez, que sustentó con soltura al conjunto desde la base armónica con inteligencia y saber estar, sin desmesuras ni frivolidades.
No es posible cerrar esta crítica sin alabar, una vez más, el extraordinario trabajo de recuperación realizado por Ars Hispana, que en las figuras de Raúl Angulo y Antoni Pons sigue regalando, a intérpretes y público, obras del patrimonio español de primer nivel. El caso de Nebra, quizá ya asimilado por cercano, no puede seguir dejando de sorprender en pleno 2017, por lo descomunal de su genio. Y ejemplos como el de Basset, un autor de talento muy notable, ha de seguir haciéndonos confiar en instituciones como esta, que día a día siguen sacando a la luz auténticas joyas del pasado artístico de este país, que por momentos nos devuelve la fe en esta España tan triste del siglo XXI.
Fotografía: Romandela.
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