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Crítica: Paul Daniel dirige obras de Macmillan, Vázquez y Tchaikovsky con la Real Filharmonía de Galicia

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Autor: Roberto Relova Quinteiro
7 de junio de 2016

NOCHE DE ESTRENOS

  Por Roberto Relova Quinteiro
Vigo. Teatro Afundación Abanca. 3/VI/2016. Temporada Sociedad Filarmónica de Vigo. Orquesta Real Filharmonía de Galicia. Director musical: Paul Daniel. Solistas: Esther Viúdez, corno inglés. Cristina Pato, gaita. Obras de: James Macmillan, Octavio Vázquez y  P. I. Chaikovski.

   No fue un concierto tradicional, pero sí que hubo miradas hacia la tradición envueltas en los discursos sonoros que viven en la eternidad de la memoria y de las pasiones. Y hablando de pasiones, el director de la Real Filharmonía de Galicia, Paul Daniel vive su propio idilio con la orquesta, le inyecta calidad, energía positiva y eleva su consolidado prestigio. Para el cierre de la temporada de la Sociedad Filarmónica de Vigo eligió un estreno en España del compositor escocés James Macmillan (1959) The World's Ransoming, inquietante obra que se concibe en un solo movimiento concertante para corno inglés y en la que pudimos escuchar como solista a la extraordinaria y brillante Esther Viúdez.

   La composición se estrenó en 1996 en el Barbican de Londres con la London Symphony Orchestra y dirección de Kent Nagano. El discurso musical, lleno de códigos y símbolos necesita la absoluta complicidad del oyente. La obra se ubica en la propia y libre interpretación de las emociones de su autor observando la tradición católica acerca de los acontecimientos del Jueves Santo. La inspiración parte un texto de un himno de Santo Tomás de  Aquino. La presencia del material utilizado por Bach en su Ach wie nichtig funciona a modo de declaración de intenciones al igual que el uso de las melodías de los cantos llanos. No existe narración, ni representación, pero si muchas emociones que se van desarrollando entre texturas complejas que desafían a la imaginación del oyente y aquí radica la fascinación que produce la partitura. Al igual que Bach en sus cantatas de iglesia Macmillan experimenta con el color y tímbricas orquestales, a veces exaspera los ámbitos sonoros para concluir en estados hiperexpresivos, dramáticos e incluso hirientes (el desolador final con el único protagonismo de la tenaz percusión de madera). La maestría del compositor se muestra en los primeros minutos de la obra, en los cuales planifica y equilibra la presencia de las diferentes sonoridades que se entretejen en diferentes planos sonoros: fagotes, violonchelos, trompas, percusionistas, flautines y violines ocupan los primeros espacios que se incrementan con toda la orquesta a medida que avanzamos en el tiempo dinamizando  la tensión y el dramatismo de la idea musical.

   La obligada presencia del corno inglés se traduce en un extenso lamento desnudando la belleza del instrumento, e insisto, en una similar experimentación de las posibilidades sonoras que Bach había explorado desde la tradición del barroco veneciano. Esther Viúdez mantuvo la responsabilidad y la tensión dramática de The World's Ransoming de principio a fin. Su variedad de matices e inteligente análisis de la obra elevó todavía más la belleza del discurso sonoro. Domina el corno inglés, exhibe fortaleza y expande su altísimo nivel técnico, controla y gestiona la columna de aire hasta límites inhumanos, la larga intervención final evocó un ya histórico fiato. Público, compañeros de atriles y director ovacionaron y aplaudieron a la solista que, todavía intentaba recuperarse de la inmensa lección de virtuosismo y maestría técnica que acaba de exponer durante los veinte minutos de agotadora presencia en el escenario.  

   Está claro, el siglo XXI es el siglo de las mujeres, la revolución sociocultural de las tres últimas décadas se consolida a partir de las visiones y reflexiones que asumen o pugnan por elevar el esfuerzo a categoría de lucha titánica, y de eso, tradicionalmente, saben mucho las mujeres gallegas. Y ese es el gran honor de Cristina Pato y Octavio Vázquez, intérprete y compositor se expresaron libremente para emocionar y remover nuestra memoria construyendo e interpretando un monumento poético-musical a la mujer gallega. El concierto para gaita y orquesta Viúvas de vivos e mortos (Viudas de vivos y muertos) estreno absoluto del compositor Octavio Vázquez (1972) incide en la anónima soledad de como ellas afrontaron, involuntariamente, la realidad por mantener vivo el antiguo e injusto esquema social. A través de tres movimientos se concretiza el concierto: Muller, Moderato, Elas.

   El desarrollo de la obra en su primer movimiento es de una belleza crepuscular inaudita y que supera las barreras de cualquier concepto académico. La inteligente exploración tímbrica de la orquesta se imbrica con diferentes variantes que giran alrededor de motivos de la música tradicional gallega. Así, la orquesta se somete a un viaje sonoro en que la gaita es una luz que guía la poética de Vázquez y que llega hasta los parámetros de la creación moderna y contemporánea. Asombrosa la audaz presencia del viento metal al que Vázquez somete a una introspección sonora enriquecida por los matices y el altísimo nivel de los músicos de la ORFG.  La obra exige dramatismo, expresividad, teatralidad y un inevitable contacto con la música cinematográfica. Excelente, hermoso y triunfal tercer movimiento evocador de un nuevo bendito imaginario.

   Conocí antes a la Cristina Pato pianista que a la gaitera, y las dos me gustan, es más, me apasionan. Es música por encima de todo, y precisamente es esa extraordinaria formación musical la que seduce a quien la escuche o se acerque a ella. Cristina Pato se aleja de cualquier estereotipo, no es deudora de nada, es definitivamente genuina. Epitomizó la velada, su entrada en escena, elegantísima, anunciaba una noche de sinceridad extrema. Comulgó y se entregó a la partitura en cuerpo y alma. El público que asistió el viernes al  teatro Afundación se enamoró de Cristina, el impecable virtuosismo del último movimiento, afinación y sonido concluyeron en un apoteósico final con propina incluida: Ella, sola, no podía ser de otra manera. Octavio Vázquez subió al escenario para recibir sentidas y emocionadas ovaciones.

   El concierto se despidió con una alejada visión del romanticismo de la Cuarta sinfonía de Chaikovski. A pesar de la agotadora primera parte la Real Filharmonía de Galicia sedujo con laborioso empeño y extraordinaria profesionalidad.  Paul Daniel volvió a la Sociedad Filarmónica de Vigo como gran estrella aclamada y  “necesitada” por parte de un público ya fiel a su persona. Daniel no sólo ejerció de conductor musical, también lo hizo a modo de anfitrión. Al comienzo del concierto se dirigió al público, en gallego, agradeciendo su apoyo a los presentes, a la orquesta y a los organizadores. Sabía que era una noche especial,  ¡y vaya si lo fue! Sus lecturas en las tres obras fueron rigurosas, coherentes y a la hora de dirigir a la orquesta y solistas fue secuestrado por su propia concentración. Daniel arriesgó con la elección del programa en el que estableció un arco mágico e invisible entre la tradición más pura, la más académica y todas aquellas que nuestra emoción guarda y recupera en nuestra memoria. Toda una  emotiva lección de razón y pasión. Y todo fue muy bien, claro que si.

Foto: Erin Baino

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