Por Roberto Relova Quinteiro
Vigo. Teatro Afundación Abanca. 11/11/2016. Otoño Lírico 2016. Temporada Amigos de la ópera de Vigo. Los pescadores de perlas (versión concierto). Ópera en tres actos de George Bizet con libreto de Eugène Cormon y Michel Carré. Producción Amigos de la ópera de Vigo y Real Filharmonía de Galicia. Léïla: Ruth Iniesta (soprano) Nadir: Francisco Corujo (tenor) Zurga: Borja Quiza (barítono) Nourabad: Felipe Bou (bajo). Coro Gli Appassionati. Orquesta Real Filharmonía de Galicia. Maestro correpetidor: Carlos E. Pérez. Dirección de coro: Nuria Lorenzo. Dirección musical: Paul Daniel. Director asistente: Diego García.
La versión en concierto de Los pescadores de perlas convirtió la noche en un extraordinario encuentro de los amigos de la ópera de Vigo, en eso, en muchos amigos y amantes de la ópera. Fue un verdadero acto de amistad entre un público nostálgico y las jovencísimas generaciones que se acercan a la ópera con entusiasmo buscando emociones y belleza. Me explico. Alfredo Kraus abrió y cerró su propio ciclo vinculando diferentes títulos operísticos a la ciudad olívica durante muchos años y creando su propio círculo de amigos, de amistades y admiradores fieles hasta la muerte. Y en efecto, allí estaban, después de tanto tiempo, generaciones de públicos que no podían olvidar las intensas emociones que el maestro Kraus les hizo sentir desde el escenario. Volvieron al teatro, a la ópera después de haber cuidado en su memoria la gran perla, el gran secreto de la voz más prodigiosa y perfecta del siglo XX. Con permiso del lector les contaré que entre las múltiples anécdotas que me tocó vivir esta noche fue la emocionada señora que en la cola de la taquilla me contaba entre lagrimas que había comprado la misma butaca en la que escuchó por última vez a Kraus en Vigo cantando Pescadores de perlas. Y a partir de aquí comenzó ese terrible nudo que se te pone en la garganta cuando ves que el teatro se llena de emoción, de historia, de memoria, de amor a la ópera y si, muchos, muchos amigos del arte lírico. La actual asociación de amigos de la ópera de Vigo ha roto todos los esquemas posibles y logró devolver a su público las antiguas noches de esplendor, han vuelto, si, los históricos de Kraus pero también los más jóvenes entusiastas ante lo que ya les adelanto fue una velada memorable. Si yo hubiese tenido la oportunidad de escuchar a Alfredo Kraus y a Piero Cappuccilli en la ópera de Bizet quizá hubiese salido del teatro y entregaría mi vida a un convento de clausura, claro que me hubiese perdido el placer de escuchar el reparto de la pasada noche de San Martiño.
La partitura de Los pescadores de perlas (1863) refleja la música y el universo narrativo imaginado por Bizet ante un irregular libreto, pero ello no supone ningún obstáculo para crear una ópera lunar, idílica, cargada de un lirismo elegíaco y que tanta admiración despertó en Berlioz. Bizet se propuso demostrar las innovaciones de su propio lenguaje sin acomplejarse ante las influencias de Verdi y Wagner, era obvio que su genio dramático necesitaba superar las barreras y observar la tradición de la escuela vocal francesa.
Versión en concierto que comenzó con el breve preludio y anunciando una Real Filharmonía de Galicia en estado de gracia, el director musical Paul Daniel y su ayudante de dirección Diego García planificaron una autentica puesta en escena en la que el sonido fue una obsesión. Daniel analiza los espacios, los tiempos y equilibra los planos sonoros, en los que se desarrollan dos niveles opuestos: el del amor y el del universo de los pescadores. Mantuvo la coherencia dramática ejerciendo con poderoso control las tímbricas y las transparencias orquestales. La disciplina fue absoluta, dentro y fuera del escenario. Mágicos los idílicos momentos en que fueron protagonistas las flautas y el arpa, al igual que el ensoñador corno inglés, pero en definitiva, todo la orquesta fue una arquitectura sonora imaginada desde la partitura de Bizet.
La entrada en escena de Borja Quiza en su rol de Zurga estremeció al público. Iba a por todas y fue sin duda el creador de un espacio teatral mágico e invisible. Su portentosa voz libró batallas de un personaje heroico que a su vez transmitió una humanidad creíble, mostró riqueza de matices para no caer en interpretaciones clásicas, definitivamente reinventó su propio Zurga. Histórico su dúo con Nadir "Au fond du temple saint” en el que se volcó con un lirismo propio de una escena elegíaca. Su terreno es la escena teatral y por ello no puso límites a su genuina concepción de Zurga. Atento a la orquesta y al coro despegó todos lo medios posibles, su desesperada escena final fue absolutamente memorable al igual que en su estremecedora desolación ante la pérdida de su amor y de su amigo. Borja Quiza cautivó y enamoró al público, su profesionalidad y entrega son ejemplares al igual que su técnica siempre al servicio de la expresión y de la música. Su canto fue elegante, no distorsionó, ejerció de gran comunicador y se dejo llevar por las emociones de la música. Su experiencia le permite dominar el volumen de su voz extendiéndose hasta lo más alto de su registro y del propio teatro, en una palabra: épico.
Las dificultades de Nadir son muchas y todas vienen dadas por la partitura y la leyenda que creó el propio público desde su estreno. Francisco Corujo no se sintió incómodo con una escritura extendida y abordó con elegancia uno de los papeles más desafiantes para un tenor lírico puro. La preciosa voz de Corujo tiene todas las cualidades (timbre, rango) y control de los pianos en la zona aguda, recursos considerables en los que exhibió una extraordinaria fusión en los dúos con Léïla y con Zurga demostrando redondez y un vigor que rompía con la habitual monotonía en la que suelen caer algunos interpretes, riguroso en la credibilidad del personaje. Su esperada romanza Je crois entendre encoré escrita a ritmo de barcarola supone el momento más elegiaco de toda la obra, Corujo sorprendió con su absoluto dominio de matices y proyección.
Ruth Iniesta fue sorprendente y fascinante. Ofreció un dominio absoluto de todos los requisitos de una escritura virtuosística, no dudó ante los agudos, expresó, comunicó y dio carácter a una frágil Léïla que creció a medida que el personaje se desenvolvía por toda la ópera. Voz con una hermosa homogeneidad y plástica innegable, configuró sus interpretaciones en toda una elegía vocal adquiriendo un fiel compromiso con los agudos y un excepcional fraseo. Iniesta es dueña de un universo de matices y de una extraordinaria proyección vocal muy difícil de escuchar hoy en día. Los dúos con Nadir se envolvieron de pura magia logrando una atmósfera irreal, una sensualidad inquietante, todo un prodigio.
El reparto vocal se coronó con la siempre perfecta presencia del maestro Felipe Bou interpretando a Nourabad con bellísimo sonido y autoridad hermosa.
Nuria Lorenzo volvió a triunfar dirigiendo al Coro Gli Appassionati, absolutamente impecable. El coro demostró una gran madurez técnica e interpretativa. Se sometió a la partitura logrando expresar los momentos más dramáticos con una fuerza arrolladora y conmovedora en los momentos más íntimos. Su trabajo y compromiso quedan fuera de toda duda: seriedad y responsabilidad.
Los jóvenes músicos también tuvieron su gran noche demostrando un altísimo nivel en la plantilla orquestal, me refiero a la gran arpista Alba Barreiro y al joven y brillante percusionista Álvaro Jurado.
Amigos de la Ópera de Vigo ha adquirido un nivel altísimo en sus producciones, el futuro y el éxito residen en mantener el difícil equilibrio entre calidad y patrocinios. De momento sólo nos queda agradecer su esfuerzo y hacernos tan felices.
Foto: Facebook Real Filharmonía de Galicia
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