El conjunto con sede en Sevilla comienza su gira internacional de 'músicas mestizas' dentro del ciclo leonés, con un concierto de gran calidad técnica que mostró algunos problemas de ensamblaje fruto de su estreno aquí.
Por Mario Guada
León. 18/II/2016 | 20:30. Auditorio Ciudad de León. XIII Ciclo de Músicas Históricas. Entrada: 10 €uros. Música mestiza en la España barroca. Obras de Mateo Flecha, Henry du Bailly, Andrea Falconieri, José Marín, Lucas Ruiz de Ribayaz, Luis de Briceño, Gaspar Sanz, Fahmi Alqhai y anónimos. Mariví Blasco • Accademia del Piacere | Fahmi Alqhai.
Llegaba al auditorio de la capital leonesa el segundo de los conciertos del XIII Ciclo de Músicas Históricas de León, con mucho menor éxito de público que el concierto inaugural del Maestro Savall, pero con un incremento considerable dentro de las habituales citas de este ciclo en los últimos años –aún con todo, hablamos de media entrada–. Sobre esto reflexionaba precisamente Antonio Moral, director del Centro Nacional de Difusión Musical –que sustenta el ciclo– en aquella entrevista que le realizamos para el Anuario Codalario [003•15], la cual nos parece interesante traer aquí brevemente: «el ciclo que se celebra a partir de enero en el Auditorio Ciudad de León es el de menor asistencia del CNDM, que difícilmente llega al 50% de ocupación, algo que nos preocupa y que en un futuro tendremos que repensar si no remonta el vuelo». La cuestión está clara, si el público no acude de manera más frecuente y numerosa, este ciclo está abocado al fracaso. Parece que conciertos como el de Savall cumplen su objetivo en el aspecto de llenar la sala para incitar a que un porcentaje de ese público acude a las siguientes citas. Veremos si este remonte deseado continúa en las citas venideras.
Se presentaban en León el conjunto, con sede en Sevilla, Accademia del Piacere, para dar comienzo a una gira que les va a llevar, en las próximas fechas, a ciudades como San Lorenzo de El Escorial, Burgos, Panamá y Minnesota. El programa interpretado se ha titulado como Música mestiza en la España barroca, de poderosa sonoridad, muy evocador y que quizá lleva un tanto a confusión, por pensar que se compone de obras de un carácter total de fusión y mezcla de estilos, que finalmente no es tanto como se sugiere. Es un programa basado poderosamente en obras compuestas sobre un patrón melódico-armónico-rítmico de gran calado en la música española de los siglos XVI y XVII. La glosa es una técnica de ornamentación y variación sobre un tema dado, que se desarrolló de manera muy potente desde la Edad Media, pero que tiene su punto álgido durante el Renacimiento y el Barroco. Comenzó el programa con glosas sobre dos obras de Mateo Flecha (1481-1553): La Spagna –sobre su tenor– y La Negrina –algunos de los fragmentos, no de la ensalada completa–. Le siguieron una improvisación sobre el fandango y la guaracha –con base en el Ay, que me abraso, de Juan García de Zéspedes (1619-1678)–. Henry du Bailly (c. 1590-1637) es un caso de compositor afamado únicamente por una obra, este Yo soy la locura, una de las canciones del XVII más interpretadas por conjuntos españoles dedicados a la llamada música antigua. Como cierre de este breve segundo bloque se interpretaron unas glosas sobre dos de los patrones más destacados del Barroco, la jácara y la folia, introduciendo una obra vocal basada en una de ellas, No piense menguilla, de José Marín (1618-1699).
Un tercer bloque estuvo formado por obras de Andrea Falconieri (c. 1585-1656) y el propio Marín. Del italiano se interpretaron dos de sus ostinati más célebres, su Pasacaille y su Ciaccona a tre –uno de los mejores momentos del concierto–, a la que siguió la adecuada Niña, como en tus mudanzas, del autor hispánico. Un cuatro bloque se sustentó sobre las improvisaciones sobre el bajo del pasacalle y un glosado sobre Guárdame las vacas, una de las canciones más destacados en la España del siglo XVI. Se cerró el concierto con tres obras de mucho interés: la Tarantella del arpista Lucas Ruiz de Ribayaz (1626-1667) y las Marionas y Canarios del guitarrista Gaspar Sanz (1640-1710), entre las que se introdujo la canción Ay, amor loco, de Luis de Briçeño (fl. 1610-1630).
Se trata de un programa interesante, si bien ampliamente explotado en gran parte por varias de las agrupaciones más destacadas en la interpretación histórica de este país. No obstante, el enfoque de Fahmi Alqhai y su Accademia del Piacere se sustenta más en la base del glosado y la improvisación que el de sus predecesores. Debo confesar que si bien es cierto que se trata de un programa ameno, con altas dosis de diversión y desenfado, estoy en un punto en el que hace tiempo han dejado de interesarse este tipo de conciertos y repertorios. Digo esto porque mi tedio durante algunas fases del concierto no se debe, en absoluto, a falta de destreza alguna por parte de los intérpretes ni a una ausencia de imaginación más que notable. El violagambista sevillano –de ascendencia sirio-palestina– es un intérprete realmente dotado para la glosa y para la agilidad y ornamentación. Técnicamente sobrado, Alqhai es además un ejemplo de intérprete/creador, que gusta de introducir su propia visión, más en obras de este tipo, en las que tiene cabida en mayor medida la improvisación y la recreación –de algunas solo se conserva el patrón, aunque otras de ellas están bien acabadas y en ellas es quizá menos rigurosa una lectura tan libre–. Situado en el medio, Alqhai controla todo lo que pasa a izquierda y derecha, y no duda en dar instrucciones por medio de vehementes gestos y miradas concisas.
Se ha rodeado aquí de un plantel de gran altura. En las viole da gamba están, además de él, su hermano Rami Alqhai, un intérprete, que a pesar de la alargada sombra de Fahmi, ha sabido crecer dentro y fuera de este conjunto con tesón y trabajo de calidad; y Johanna Rose, una de esos artistas fascinantes, que se presenta aparentemente en un segundo plano, pero que de repente emerge con absoluta brillantez eclipsando todo lo que hay a su alrededor. Algunos de los dúos realizados con Alqhai resultaron de lo más fantástico del concierto. Miguel Rincón fue, junto a Alqhai, la base del conjunto. Omnipresente durante el concierto, la capacidad de «rasgueado» y la delicadeza del sonido de su guitarra barroca regalaron momentos especialmente memorables para la audiencia. Muy elegante tanto en el acompañamiento como en el «punteado» –partes solísticas–. El clavecinista Javier Nuñez es un excepcional intérprete, aunque no tiene aquí un terreno abonado para disfrutarlo como merece; no obstante, se mostró muy refinado en el acompañamiento, aunque la acústica del auditorio leonés no facilitó la sonoridad adecuada para su instrumento. Completó el aparato instrumental la percusión del gran Pedro Estevan, que como siempre resulta absolutamente único y ejemplar en lo que hace, teniendo además en este programa una amplísima oportunidad para su lucimiento. Es un ejemplo de intérprete de inteligencia y con unas excepcionales dosis de talento.
Mención aparte merece la presencia de Mariví Blasco, conocida soprano en el ámbito del canto histórico en Sevilla y España. Sin ser históricamente una de mis sopranos predilectas, hallé en ella una interesante evolución con respecto a actuaciones en directo anteriores. La encontré más calmada, menos efectista, pero sí más efectiva. De bello color en el registro medio –su paso al agudo sigue resultando quizá menos delicado y timbrado de lo que resultaría deseable–, se mostró muy elocuente y con una dicción realmente interesante y clarificadora por momentos. Cuando se situaba delante del grupo instrumental la proyección era mucho mayor y el sonido corría con mayor presencia, porque en los momentos en los que cantaba integrada en el conjunto, su sonido se volvía tenue y se veía literalmente engullida por este. Una interpretación notable que superó mis expectativas, redondeando un recital de gran nivel interpretativo, aunque por momentos mostró algunos problemas de ensamblaje en lo rítmico, las transiciones y algunos detalles más, pero que logró una extraordinaria acogida en el público asistente, entre los que no me puedo encontrar, pues como digo, mi estado vital, aun valorando en estas líneas la calidad del evento, se halla actualmente en otros derroteros.
Fotografía: Accademia del Piacere.
Compartir
Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.