Por Juan Carlos Justiniano
Madrid. 26-11-2016. Festival Internacional de Jazz de Madrid. JAZZMADRID 16. Giulia Valle Trio. Giulia Valle (contrabajo), Marco Mezquida (piano) y David Xirgu (batería). Centro Cultural Conde Duque (Auditorio).
Jazz en español, femenino y de estreno. Es triple, por tanto, el motivo para celebrar la visita de Giulia Valle con su trío en el marco del Festival Internacional de Jazz de Madrid. En un loable salto cualitativo, el cartel del JAZZMADRID 16 ha multiplicado respecto a anteriores ediciones la presencia de nombres femeninos. Así, la explosividad de Hiromi, la guitarra bluesera de Ana Popovic, las voces de Kristin Asbjørnsen y Madeleine Peyroux o el piano de Marta Sánchez han sido algunas de las citas destacadas de este año. Todas ellas han supuesto, además, una invitación a conocer la música de mujeres provenientes de todos los ámbitos y rincones estéticos y geográficos del jazz. Incluyendo España.
Cerrando la lista de insignes invitadas, pudimos contar en la capital con la contrabajista y compositora Giulia Valle, injustamente recibida en este país donde músicas de menor interés gozan de mayor aceptación y visibilidad. Porque esta ciudad le debía mucho a quien viene siendo una referencia del jazz hecho en el sur de Europa avalada ya por una amplísima trayectoria artística de innumerables colaboraciones y siete trabajos discográficos con su sello personal. Precisamente para presentar el último de ellos, Live in San Francisco (Discmedi, 2016), el Giulia Valle Trío compareció el pasado sábado en el Auditorio del Centro Conde Duque. Durante setenta minutos y muy bien acompañada, la italocatalana hizo un repaso por todas las composiciones que integran un álbum que justo está siendo publicado durante estos días. Ahora, después de una larga temporada de experimentación con el formato a cinco, la contrabajista ha vuelto a optar por el número tres. Pero las nuevas y viejas composiciones funcionan a la perfección porque en música la cantidad no está reñida para nada con la calidad. En este caso la integración del trío fluye además con una naturalidad increíble gracias al carisma y a la generosidad que siempre exhibe Valle. Sin ningún tipo de altisonancias, lo que consiguen conjuntamente tiene todo que ver con una concepción camerística de su música: sin ningún protagonista y con tres líderes.
No obstante, la particularidad de la propuesta del Giulia Valle Trío no se reduce solamente al sentido colectivo del hecho artístico. De igual manera se podría hablar de una música plenamente ligada a una identidad meridional, que suena no sólo al levante catalán o a la costa italiana (orígenes de la compositora), sino que respira en el Mediterráneo. Lo que como punto geográfico –también conceptualmente– significa una encrucijada de culturas es lo que, en efecto, conforma el universo musical tan personal de la contrabajista. Así se entiende mejor cómo en sus siempre inspiradísimas composiciones se adivinan múltiples capítulos, diversas líneas argumentales capaces de transportarnos desde Nápoles a Cerdeña o al mundo de la sardana. Temas como «Opening», «Llueve» o «Capitan Courage» son páginas íntimas, completamente líricas, de largo aliento y que muestran la finura de una pluma con una capacidad melódica que gusta de juegos y contrastes seccionales, melódicos, rítmicos y armónicos. Si bien, el sonido de Giulia Valle está a su vez influenciado marcadamente por elementos como el rock o el funk, algo que se puede oír en los riffs de «Break a Loop» o «Lucy-Lú», una gollería felina que la autora dedica a su mascota. Porque ella es una compositora condicionada por su contexto, el jazz de Giulia Valle debe tanto a una particular y muy concreta biblioteca musical como al paisaje sonoro que la rodea. De este modo la tradición popular mediterránea, sus ritmos y melodías callejeras y el aire de las coblas de temas como «Chacarera Búlgara» conviven y se dan la mano con lo festivo y los sonidos de una charanga que se presta a la sátira en «Reguetown».
La batería de David Xirgu, toda una institución del jazz en este país, y el piano de Marco Mezquida, un jovencísimo instrumentista y compositor cada vez con más presencia a través de sus múltiples aventuras, estuvieron de nuevo junto a Valle en Madrid. Y es que ambos llevan implicados ya un buen tiempo en el proyecto y la música de la compositora y contrabajista, por lo que hablan y entienden ese idioma tan característico de contrastes y dinamismos que requiere de tres músicos en perfecta sincronía. La imponente presencia de Valle, Mezquida y Xirgu sobre el escenario del Auditorio del Conde Duque no dejó de recordarnos, por otro lado, que es en Cataluña (de donde justamente proviene el trío) y en el País Vasco donde se concentran los centros educativos más potentes de este país en materia jazzística. Poco a poco. Mientras, desde Madrid no podemos más que conformamos con que al menos se vaya consolidando una escena musical de calidad con citas de la envergadura del JAZZMADRID. Precisamente el mismo festival que acertadamente ha entendido que entre sus obligaciones está la de dar visibilidad a aquellas propuestas musicales que apenas la tienen. Y en el caso del Giulia Valle Trío por partida doble: por ser jazz y por ser femenino. Daría para muchas páginas desentrañar los motivos de esta situación en la que nos encontramos, pero desde luego parece claro que para nada tiene que ver con la calidad o la audacia del jazz hecho por mujeres, del jazz hecho, en definitiva, por la otra mitad creadora.
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