Por Aurelio M. Seco
La Coruña. 17/9/16. Palacio de la Ópera. Programación Lírica de La Coruña 2016. El barbero de Sevilla, Rossini. Barry Banks, Carol García, Borja Quiza, Bruno de Simone, Burak Bilgili, Helena Abad, Pedro Martínez Tapia. Dirección musical: Marcello Panni. Dirección de escena: Xosé Manuel Rabón. Coro Gaos. Orquesta Sinfónica de Galicia.
Decía Luis G. Iberni, el gran crítico musical cuyo nombre hoy permanece vivo en uno de los ciclos pianísticos más destacados de España, que un artista se mueve por tres motivos: dinero, amistad o prestigio. A esto habría que añadir la ilusión generada por ciertos proyectos y también por generosidad, por puro altruismo. No vamos a intentar esclarecer ahora lo sucedido en La Coruña con el mundo de la ópera en los últimos meses, pero sí podemos constatar que a pesar de los llamativos recortes padecidos, su Asociación de Amigos ha conseguido levantar una pequeña temporada lírica de interés, ilusionante e ilusionada, que ha logrado reunir a importantes intérpretes de dentro y fuera de nuestro país, con la inestimable colaboración de un conjunto de contrastada calidad como es la Orquesta Sinfónica de Galicia.
Nos gustó la forma en la que la entidad se dirigió al público por megafonía al principio de la función, explicando con meridiana claridad y franqueza la situación de la Asociación de Amigos de la Ópera, y agradeciendo el enorme y generoso esfuerzo realizado, por ejemplo, por el director de escena de la ocasión, Xosé Manuel Rabón. Fue agradable observar la naturalidad con que se daban explicaciones al público. Estamos tan acostumbrados a que las cosas no se digan, se tapen o se usen subterfugios que esta postura nos reconfortó. Efectivamente fue una función reconfortante que, a pesar de mostrar algunos aspectos que se podrían haber perfilado mejor con más ensayos, se disfrutó totalmente por la calidad de lo ofrecido y la inteligencia con que fue articulada la versión escénica, vocal y orquestal.
En este Barbero de Sevilla hay una serie de decisiones artísticas muy bien tomadas que fueron las que sustentaron la evidente calidad de la propuesta. El reparto estuvo elegido con inteligencia, y reunió a prestigiosos y experimentados cantantes con algunos de nuestros más prometedores y jóvenes intérpretes.
Entre los primeros tenemos que destacar el trabajo desarrollado por Bruno de Simone, quien interpretó magistralmente a Bartolo. De Simone ha obtenido grandes éxitos en obras como La cenerentola o La italiana en Argel. No hablamos sólo de un gran cantante sino de un artista excepcional, dotado de un magnetismo escénico evidente y de unas cualidades interpretativas superdotadas que convierten cada gesto en punto de interés y que ofrecieron una deliciosa recreación del personaje de Bartolo. Él fue la referencia sobre el escenario y convirtió todas y cada una de sus actuaciones en un verdadero placer.
El conde de Almaviva estuvo interpretado por Barry Banks, tenor de canto elegante y melodioso; de hecho, oportunamente aristocrático. Ecco ridente in cielo dejó ver un sentido de la musicalidad claro y distinguido, en el que únicamente echamos en falta más recursos dinámicos.
Menos estimulante fue la actuación de Burak Bilgili como Basilio, no sólo por sus limitaciones para cuadrar su interpretación rítmicamente (en "La calumnia", por ejemplo), sino también por unas cualidades vocales que si en algún momento dejaban ver una interesante voz de notable presencia, cuando fraseaba parecía perder entereza y cualidades expresivas. Escénicamente estuvo acertado, dentro del agradable clima escénico que se respiró durante toda la obra.
Fue un gran acierto la inclusión en el reparto de la mezzosoprano española Carol García, cantante que lleva tiempo dando pasos interesantes en una carrera ascendente que, por ejemplo, le ha llevado a la fase final en la edición de Operalia hace un par de años. García nos pareció una intérprete con un potencial enorme, un artista sensible e inteligente que a buen seguro brillará con luz propia en los próximos años en el contexto lírico nacional. Destacamos esta inteligencia a la hora de abordar fragmentos líricos complejos como la conocida Una voce poco fa, que interpretó saliendo muy elegantemente del paso de la coloratura rossiniana, haciendo buenas sus propias cualidades para este estilo lírico tan difícil de cantar bien. Resultó llamativo su amplio registro y el atractivo de su voz. En ocasiones encontramos en la intérprete cierta tendencia a oscurecerla que esperamos no se convierta en una costumbre. Estuvo muy atenta a la batuta cuando los momentos de mayor complejidad rítmica lo requerían y encarnó con gran talento a Rosina desde el punto de vista escénico.
Borja Quiza estuvo exultante durante toda la función. Nosotros no le hubiéramos hecho aparecer en escena corriendo, como fue el caso. Ya bastante difícil es interpretar con todo el aliento el famoso "Largo al factotum" y templar los nervios propios de una primera aparición escénica de tanta responsabilidad. Quiza estuvo espléndido toda la noche, sin menosprecio de cierta incómoda imprecisión rítmica al cantar, una inseguridad que encontramos en otros miembros del reparto. En este repertorio la exactitud rítmica es importantísima, de cara a dotar de claridad a fragmentos que a veces tienen muchas notas y texto, y también para la comodidad del público, pues resulta incómodo ver adelantar, retrasar o precipitar demasiado un fraseo. Ya no hablamos de Quiza, sino en general. Quiza lució una voz imponente en el registro medio agudo que se dejó oír con generosidad y buen timbre. Es el punto fuerte del cantante, además de su gratificante desparpajo en escena, donde a veces desarrolló una gestualidad excesiva y algo nerviosa. En general el movimiento escénico ideado por Xosé Manuel Rabón nos pareció demasiado dinámico, quizás para compensar las carencias de una propuesta escénica que, en cualquier caso, siempre acompañó la historia con inteligencia, apropiado tono cómico y coherencia. La participación de Borja Quiza resultó todo un éxito en su ciudad y en la obra. Estamos ante un barítono que puede hacer una carrera interesante, sin duda, y al que todavía le quedan por desarrollar cualidades vocales y escénicas; en la búsqueda del matiz, respecto a lo primero, y en cuanto a una mayor serenidad y sentido dramático, en lo segundo.
En el foso se contó con un director experimentado, el italiano Marcello Panni, maestro que ya había dirigido en la ciudad gallega varios títulos y que cuenta con una importante trayectoria a sus espaldas. Su elección es otra de las decisiones interesantes de la producción. Sus principios estéticos nos parecieron sólidos, claramente establecidos y personales, alejados, desde luego, de la excesiva rapidez y superficialidad con que a veces se hace esta música, que no por ser de naturaleza cómica debe ser superficial o rápida, conceptos que a veces se confunden. La versión resultó elegante por ello, si bien dio la impresión de ser algo más ilusionada por su parte que por la de la orquesta. La OSG ofreció una buena recreación de la obra, pero creemos que podría haberse volcado más con la intencionalidad del interesante discurso de Panni, a quien a veces también le costó enderezar la conexión de los cantantes con el foso. No estamos seguros de que la versión del italiano, con todo, haya respirado toda la chispa y creatividad que desprende esta música. Faltó un poco esto y, en su lugar, se respiró distinción, consistencia y personalidad de fondo, lo que ya es mucho decir.
Helena Abad estuvo acertada y ciertamente simpática en el concertante que cierra el primer acto (ayudó la propuesta del director de escena y un elenco muy atento y resuelto en el fragmento), y correcta en la interpretación de su aria "Il vecchiotto cerca moglie", donde echamos en falta más presencia vocal y escénica, en la dirección que parecía marcarle desde el foso el director. No desentonó Pedro Martínez Tapia en el papel de Fiorello. Fue un soplo de aire fresco la participación del jovencísimo Coro Gaos, sencilla pero inteligentemente caracterizados. La conexión del público con la puesta en escena resultó evidente y se mostró totalmente libre de prejuicios, sana y directa. Resultó muy agradable observar el ambiente en el que se desarrolló toda la función. Es un tesoro el que posee La Coruña.
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