Por Alejandro Martínez
Múnich. 16/03/2015. Bayerische Staatsoper. Wagner: Siegfried. Stephen Gould (Siegfried), Andreas Conrad (Mime), Thomas J. Mayer (Der Wanderer), Tomasz Konieczny (Alberich), Catherine Naglestad (Brünnhilde), Qiulin Zhang (Erda), Christof Fischesser (Fafner), Stimme eines Waldvogels (Iulia Maria Dan). Dirección musical: Kirill Petrenko. Dirección de escena: Andreas Kriegenburg.
Petrenko consigue sostener aquí la narración sin tedio, manteniendo una constante pulsión, un vigor incesante, despierto y ligero, muy pegado a la idiosincrasia del protagonista de esta jornada. La fragua es de un vigor y celeridad casi virtuosas: pocas orquestas la podrían sostener a ese ritmo y con esa nitidez, y pocos solistas salvo Gould sabrían resolverla sin perder resuello. De igual manera, destaca la capacidad para crear un lirismo arrebatador en el último acto sin necesidad de recurrir a grandes líneas, a arcos amplios y a un sonido más ampuloso.
El trabajo de Kriegenburg aquí es un tanto naïf, casi próximo al cómic en su lenguaje visual, dando prioridad a la narrativa propiamente dicha del libreto que a cualquier otra cosa. Esto cuadra muy bien con la personalidad del protagonista, que más que un joven héroe es ciertamente un espíritu salvaje en formación, inocente, algo infantil, tosco y cómico por momentos, como vemos por ejemplo reflejado en la escena final con Brünnhilde, planteada aquí como un encuentro amoroso en un gran lecho vestido de rojo pasión, con un Siegfried ridículo y risible que no sabe cómo descubrir la pasión en su primer escarceo amoroso. A decir verdad la sucesión de escenas que componen esta jornada no da mucho más margen a un director de escena, que se debate aquí indefectiblemente entre imponer una dramaturgia sobre los hechos o servir a los hechos con cierta singularidad. Kriegenburg opta por esta segunda alternativa, en la que quizá sea su jornada menos ligada al tono general del resto del Anillo. Los figurantes adoptan la forma de la propia escenografía, que componen y descomponen una y otra vez, sobre todo en el primer acto, que posee un dinamismo digno de elogio. Con todo este recurso a lso figurantes, sobre todo en este Sigfrido, Kriegenburg se aproxima por momentos a la fórmula ya inventada por La Fura dels Baus en su aclamado Anillo de Valencia.
Stephen Gould posee a día de hoy la única voz verdaderamente ideal para hacer justicia al rol de Siegfried. Estamos ante un heldentenor con todas las letras, con un dotado instrumento y con una notable inteligencia a la hora de dosificar sus fuerzas y llegar intacto al final de la representación. la voz arriba es un trueno, y aunque quizá no sea un fino estilista, tampoco el papel de Sigfried como tal se presta a mayores florituras. Catherine Naglestad superó nuestras expectativas con la parte de Brünnhilde, aunque no es menos cierto que su enfoque se queda un tanto a medio camino, brillando más por las intenciones que por la resolución vocal propiamente dicha. Al honrado Wanderer de Mayer de nuevo le falta aquí cierto empaque, cierta solemnidad, seguramente el poso que da la experiencia, aunque su labor vocal es intachable.
Andreas Conrad estuvo aquí más entonado que en el Oro como Mime, aunque sigue sin convencernos demasiado, sea por la naturaleza de su instrumento, sea por su retrato del personaje. Singular la Erda de Qiulin Zhang, dueña ciertamente de una voz de contralto, más o menos entonada en el fraseo, pero al mismo tiempo algo anónima y distante, sin magia. Algo parecido sucedía con la voz del pájaro del bosque que interpretaba aquí Iulia Maria Dan, más bien anodina y sin brillo. Por último, encontramos algo corto de medios el Fafner de Christof Fischesser, incapaz de impresionar en su corta pero relevante intervención.
Fotos: Wilfried Hösl
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