Por Alejandro Martínez
Madrid 14/03/2015 Teatro Real. Britten: War Requiem. Susan Gritton (soprano), John Mark Ainsley (tenor), Jacques Imbrailo (barítono), Miguel Ángel Tallante (organista). Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Coro de la Comunidad de Madrid. Coro de Pequeños Cantores de la JORCAM. Dir. Musical: Pablo Heras-Casado.
De “titánicas lagrimas” y “antiguos desalientos”, según dos citas entresacadas de los textos de Wilfred Owen que acompañan aquí al texto latino del Requiem, nos habla esta música de Benjamin Britten, dura, sobrecogedora, implacable, de una personalidad que arrolla. Compuesta para la reconsagración de la Catedral de Coventry es uno de esos raros momentos en los que Britten se dejó llevar por un cierto ecumenismo, por una aspiración universalista ciertamente infrecuente en alguien como él, tan poco dado a buscar la complicidad de la plaza pública, pero indudablemente alentado por el atroz impacto de la Segunda Guerra Mundial. El resultado es una obra dura, aunque cargada de esperanza (ese perdón de los dos soldados enemigos que cierra el Requiem), que alterna una espectacularidad nunca vana con un intimísimo descorazonador. De ello da buena cuenta, por un lado, la gran orquestación y la amplia masa coral requerida, qu sin embargo se alterna con una pequeña formación camerística, una suerte de orquesta dentro de la orquesta, que acompaña las intervenciones del tenor y del barítono sobre textos del poeta inglés Wilfred Owen. Conviene subrayar la brillantez con la que Britten concilia y compagina los textos originales de la liturgia latina con la poesía de Owen, volviendo contemporáneo un rito antiguo, transcendiendo la liturgia a través de la poesía.
Con sus manos, Pablo Heras-Casado consiguió sobre todo un sonido seguro, decidido y firme, de una seca elocuencia. Confiados y atentos, orquesta y coro respondieron con un sonido intenso y comunicativo. En la antesala de su madurez como director, Heras-Casado es sobre todo un maestro alentador y estimulante. Su forma de comunicarse con el coro traduce ya con suficiencia el tipo de diálogo que establece con la música y con los intérpretes. Su gesto es muy personal, sin poesía ni teatralidad, pero detallista y exigente con dinámicas, intensidades y tiempos. Su abordaje del War Requiem pecó si acaso de convencional, pero tuvo a cambio la virtud de ser nítida, coherente e intensa.
Por último, intachable en su exigente cometido el trío de solistas vocales, la soprano Susan Gritton, el tenor John-Mark Ainsley y el barítono Jacques Imbrailo, perfectamente seleccionados para la ocasión. La primera, aunque levemente sobrepasada por la tesitura de su parte (sobre todo en el bellísimo Lacrimosa), resolvió en todo caso el cometido con emotividad y entrega. Ainsley es un britteniano nato, impecable en su manejo de la acentuación, detallista y exquisito en su aproximación al texto. Por último brilló también el joven Jacques Imbrailo, un barítono a tener en cuenta, de emisión muy cálida, de acento hondo y sincero. Además de la estupenda prestación de la masa coral reunida, sumando las fuerzas del coro titular del teatro y algunas voces del Coro de la Comunidad de Madrid, es obligada una mención aparte para el impecable sonido del coro de niños, con los Pequeños cantores de la JORCAM, dirigidos por Ana González.
Fotos: Javier del Real
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