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Crítica: 'Don Pasquale' de Donizetti en el Liceo

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Autor: Alejandro Martínez
19 de junio de 2015

MANCA FINEZZA

Por Alejandro Martínez

Barcelona. 18/06/2015. Gran Teatro del Liceo. Donizetti: Don Pasquale. Lorenzo Regazzo (Don Pasquale), Valentina Nafornita (Norina), Francisco Gatell (Ernesto), Marius Kwiecien (Malatesta). Dirección musical: Diego Matheuz. Dirección de escena: Laurent Pelly.

   Cuando el espectador se aburre en el transcurso de una comedia… mala señal. No hay, a decir verdad, ningún elemento que lastre de forma determinante este Don Pasquale presentado en el Liceo, pero al mismo tiempo ninguno de ellos reúne los alicientes necesarios para elevar el nivel de la función. Un reparto pálido, donde la teatralidad intenta suplir las limitaciones vocales, es el principal escollo para una producción, de Laurent Pelly, que se cuenta sin duda entre sus peores trabajos. La desigual dirección musical de Matheuz simplemente cierra el círculo de una representación tibia y un punto tediosa. En líneas generales, manca finezza.

   Laurent Pelly ha tenido grandísimo aciertos con la comedia (memorable, incluso, su tino en el caso de La hija del regimiento) y ha firmado últimamente apreciables trabajos (el Hansel y Gretel visto en el Real, sin ir más lejos), pero este Don Pasquale se cuenta entre sus trabajos más flojos, junto a Los cuentos de Hoffmann también vistos en el Liceo o su Manon, representada en Nueva York y Toulouse, entre otros teatros. La pretensión cinematográfica declarada por el regista, en conexión con la comedia italiana de Dino Risi, se nos dijo, se diluye como un brindis al sol más allá de algunos detalles en la iluminación y en la dirección de actores, por momentos algo histriónica, dicho sea de paso. La voluntad de actualizar Don Pasquale como un cuadro donde interactuan los personajes de la commedia dell´arte se cierra así sin éxito. Al final, queda apenas en el espectador poco más que el recuerdo de la ocurrente idea de volver del revés la escenografía en el segundo acto. El venezolano Diego Matheuz, forjado como Dudamel en el afamado Sistema impulsado por Abreu, deja muestras de una buena predisposición, pero la partitura pasa por su manos sin pena ni gloria, con tiempos generalmente vivaces, sí, pero sin llegar a imprimir un ritmo propio a la representación. La orquesta del teatro responde con solvencia, que no con convicción, como corriendo un tupido velo sobre una música que a decir verdad pierde todo su encanto por momentos durante la representación. Muy solvente el coro, eso sí, en su breve intervención.

   El conjunto vocal no depara a decir verdad ninguna alegría. El protagonista Lorenzo Regazo intenta suplir con una teatralidad demasiado enfática una predisposición vocal muy limitada, tanto por medios como por técnica, ajena al magistral y consumado dominio del estilo que muestran otros colegas como Chausson o Corbelli en este papel. La joven moldava Valentina Nafortina reemplaza en el papel de Norina a la originalmente prevista Ailyn Pérez. Nafornita venía de cantar este mismo papel en Viena junto a Juan Diego Flórez hace apenas unas semanas. Aunque el timbre tiene cierto esmalte, si uno retira la vista de su encantador rostro, lo cierto es que abundan en su canto los sonidos de afinación desigual, sobre todo en el tercio agudo, y la emisión nunca es desenvuelta y plena, lejos de la facilidad que uno desea encontrar en la voz de una lírico-ligera. Cuesta creer que no hubiera mejores opciones locales para reemplazar a Ailyn Pérez, sin necesidad de buscar en Viena. Juan Francisco Gatell, como Ernesto, canta con un gusto y una entrega indudables, pero el material no da para más en el agudo, al que asciende con más cautela que firmeza, evitando todo adorno en este sentido. La voz de mayor fuste de la noche fue sin duda la del polaco Marius Kwiecien, que se muestra sin embargo demasiado vigoroso en su fraseo y un tanto ajeno al belcanto que adorna su parte como Malatesta.

   A la entrada del teatro, es forzoso mencionarlo, se daban notables complicaciones para el acceso al teatro, en ausencia del personal de sala habitual, que reclamaba sus reivindicaciones con un huelga en las puertas del coliseo.

Fotos: A. Bofill

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