Crítica: Christian Zacharias en San Lorenzo de El Escorial

DE ESPÍRITU CLÁSICO

Por Mario Muñoz Carrasco.
San Lorenzo de El Escorial. 03/08/15. Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial. Obras de C. Baguer, W. A. Mozart, J. Duran y J. Haydn. Orquesta de Cadaqués. Dirección musical: Christian Zacharias.

   Esa asimilación casi connatural en la mal llamada “música culta” entre el clasicismo y lo agradable o lo amable fue desterrada del mundo de la interpretación a título particular por algunas batutas de renombre como Toscanini o Furtwängler, y a nivel general, con la llegada del movimiento historicista a este periodo, allá por mediados de los ochenta. Pareció consensuarse entonces que este repertorio incluye una pizca de oscuridad sin la cual la uniformidad lo anegaría todo. Había que luchar contra la rutina. Algo de esta lujosa rutina se pudo entrever en el concierto de la Orquesta de Cadaqués bajo la dirección de Christian Zacharias.

   El programa se iniciaba con la Sinfonía nº 5 del compositor barcelonés Carles Baguer, y ese era a decir verdad el único sitio donde podía interpretarse, porque después de haber escuchado cualquier obra de Haydn o Mozart era imposible que su sinfonía se sostuviera con dignidad. A pesar de elaborar la arquitectura de la obra ya dentro del modelo en cuatro movimientos de Haydn y de apostar por una estructura de desarrollo temático en forma sonata, el tipo de escritura orquestal, el manejo del timbre, la audacia armónica o la invención melódica quedaban a años luz no ya de un Mozart o Haydn, sino de un Sammartini o Stamitz. En el aspecto interpretativo, lo expuesto aquí se mantuvo durante todo el concierto: cierta liviandad, dinámicas bastante aligeradas, mucho aire y poco peso en los arcos y un sonido muy depurado en cuanto a la afinación (trompas aparte).

   Ya en el Concierto para piano y orquesta nº 12 pudimos comprobar que la formación elegida para la sección de cuerda se quedaba algo corta de efectivos, con seis primeros violines, cinco segundos, cuatro violas, tres chelos y dos contrabajos. Tanto Mozart como especialmente Haydn de la Sinfonía 40 en adelante funcionan mejor con ocho violines por cuerda, además de que históricamente está mucho más cerca de la realidad. Así las cosas el piano de Zacharias fue pasando de puntillas por la partitura, con buen trino y pedal elegantemente aplicado pero algo falto de aplomo. El homenaje a su antiguo maestro recientemente fallecido, Johann Christian Bach, en forma de cita en su segundo movimiento no fue acentuado en ningún sentido. Limpidez general y poca rabia.

   La segunda parte del concierto se iniciaba con un anuncio de reordenación por parte del propio director que nos situaba ya hasta la propina. Primero se puso en pie una interesante obertura del compositor cadaquense Josep Duran, bien dirigida por Zacharias sin desmelenamientos pero mostrando ya una cierta urdimbre orquestal compleja y trabajos de escritura por bloques. El programa finalizaba con la sinfonía nº 64 de J. Haydn, una trampa rítmica para cualquier director, con una partitura desasiéndose poco a poco del Sturm und Drang. En esta música de fronteras de dramatismo intramuros la Orquesta de Cadaqués hizo un buen trabajo con las atmosféricas notas pedales y los tutti, y repartió los planos con sabiduría. De nuevo, todo estuvo en su sitio pero sin salpicar. La propina anunciada, la Marcha en re mayor de Mozart, se atuvo a idénticos mimbres.

  El concierto fue, en resumen, agradable, sin sobresalto ni emoción alguna pero de buen disfrute estético, como un paseo tranquilo frente a los cuadros de Jacques-Louis David. Buena entrada y aplauso generoso.