Crítica: Sigma Project en el Ciclo 20/21 del CNDM

EL SONIDO TANGIBLE

Por Juan Carlos Justiniano.
27/11/14. Madrid. Auditorio 400 MNCARS. Auditorio Nacional. CNDM. Ciclo 20/21. Sigma Project. Obras de José María Sánchez Verdú, Georgina Derbez, Cristóbal Halffter y Nuria Núñez.

   El Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), en su más que loable apuesta por promocionar la música de nueva creación, presentó el pasado lunes 27 de octubre al cuarteto de saxofones Sigma Project, que visitó el Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS). En esta ocasión, la música en español –que no española– fue el eje de un sorprendente y nada indiferente concierto, el segundo de la temporada 2014-15 del Ciclo Museo. Sin embargo, fue el espacio, en tanto que  parámetro musical –como se apunta en el programa de mano–, el que se erigió como verdadero protagonista. Y es que, la versatilidad y resonancia del Auditorio 400 se ajusta, como recipiente acústico ideal, a la maraña de perspectivas sonoras que las páginas de cuatro compositores distintos, obras casi todas ellas escritas en la presente década, propusieron como hilo conductor. Igual o mejor entendimiento se produjo entre el repertorio y los intérpretes, un cuarteto sobradamente cualificado que elaboró una excelente lectura de cinco partituras bien complejas.

   Es en la creación más actual, en la vanguardia más estrictamente coetánea e inmediata –esa que permite el encuentro enriquecedor entre creador e intérprete–, donde radica el mayor interés y la principal motivación del Proyecto Sigma. El programa interpretado el lunes 27 estaba formado por un repertorio de extremos donde lo sensitivo pretendía disfrazarse de procesamiento racional, y en el que la exuberancia se dio la mano con la más estricta sobriedad y desnudez. Khôra I y II, dos páginas del ciclo que Sánchez-Verdú comenzó en 2013, fueron las encargadas de abrir y cerrar la sesión. Las dos obras nacen de una misma idea, casi atómica, de la música en donde ruidos, chasquidos, siseos y murmullos componen el material básico de una obra que trabaja con la idea de la superposición de distintos planos sonoros. La composición de la mexicana Georgina Derbez, Marinero soy de amor, es una narración circular sugerente en el continuo contraste de sonoridades. La partitura, al igual que la obra de Cristóbal Halffter, Fractal, estéticamente se aleja del rechazo categórico a la vía de lo sensible, proponiendo una ruta distinta a la del creador de Algeciras, más cómodo en la experimentación física y acústica. Nuria Núñez, otra de esas compositoras obligadas al exilio, vivió el estreno absoluto de Fake (f)or real, obra encargada por el CNDM que, según la creadora, brotó tras la interiorización del imaginario infinito y sorprendente de Borges. La construcción del discurso musical de Fake (f)or real parte del empleo de la repetición y reiteración de pequeños patrones prosódicos y retóricos, recursos básicos de la capacidad cognitiva humana. En un intento de captar el sonido en su esencia original y en el contexto espacial en que cobra vida, la partitura de Nuria Núñez discurre entretejiendo una masa sonora orgánica percibida por el oyente de manera estereofónica. Y en ese dominio, Sigma Project se reconoce gracias a un pormenorizado conocimiento de la escena y de su complejo acústico logrando hacer de algo tan abstracto como el sonido un material plástico, tangible en el espacio. El cuarteto mostró una asombrosa capacidad para desgranar la complejidad del pensamiento musical de cinco partituras creadas desde la experimentación, no exenta de iguales dosis de pasión y sensibilidad, y desde la exploración del potencial expresivo que el saxofón –el instrumento clásico más moderno– posee.