Por Juan Carlos Justiniano
28/11/14. Madrid. Auditorio Nacional. CNDM. Ciclo Universo Barroco. La Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XXI, Jordi Savall (dir.). Las músicas en tiempos de El Greco (1541-1614). De Creta a Italia y de Italia a España. Obras de Heinrich Isaac, Martín Lutero, Josquin des Prez, Luys de Narváez, Cristobal de Morales, Hieronimus Parabosco, Sebastián Aguilera de Heredia, Joan Brudieu, Francisco de la Torre, Nicolás Gombert, Ambrosio Cotes, Tomás Luis de Victoria y anónimos.
El nombre de Jordi Savall, que volverá a visitar en dos ocasiones más el espacio del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), va a ser uno de los habituales en la presente temporada 2014-15. En esta ocasión, el pasado martes 28 de octubre dentro del Ciclo Universo Barroco y con la colaboración del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya y el Institut Ramon Llull, el maestro catalán visitó la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid presentando a la Capella Reial de Catalunya junto a Hespèrion XXI. Las músicas en tiempos de El Greco (1541-1614). De Creta a Italia y de Italia a España, es el título del proyecto que el prolífico Savall ha creado junto a los historiadores Sergi Grau y Manuel Forcano; una original propuesta de recreación de los ambientes sonoros que bien podrían haber rodeado al pintor cretense.
El CNDM se ha sumado así a las conmemoraciones del cuarto aniversario de la muerte de El Greco acudiendo a Jordi Savall, cuya "reivindicación constante en el hermanamiento entre las civilizaciones de Oriente y Occidente" le valió, apenas unas horas después de su visita a Madrid, el Premio Nacional de Música 2014 –tan merecido como sólidos los argumentos de su rechazo–. Una vez más, el encuentro entre culturas que caracterizó a la Europa plural que vivió y transitó el pintor cretense fueron las coordenadas de la propuesta de Savall. El concierto se planteó a partir de un relato cronológico de los hechos e hitos históricos de los que fue testigo el cretense y que coincidieron con el apogeo de la monarquía hispánica. Acompañando y cohesionando el discurso, una mezcolanza de músicas pertenecientes tanto al mundo culto como al popular junto a sonoridades árabes, turcas, magrebíes y moriscas: romances, villancicos, o danzas, al lado de motetes de Cristóbal de Morales, Tomás Luis de Victoria, Josquin o Heinrich Isaac. Músicas al servicio de la gran imaginación de Savall, que queda complementada por dos agrupaciones con una enorme experiencia como la Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XXI. Éstas, más que cómodas en ese espacio tan característico de las músicas pretéritas, magistralmente recrean la innegable interrelación de los estratos culto y popular que, a modo de vasos comunicantes, conviven y se retroalimentan.
Pero sobre todo, Las músicas en tiempos de El Greco... posee el valor de un ejercicio de musicología urbana, un proyecto en que el prurito reconstructor de Savall se antoja imprescindible. El maestro catalán también posee una sólida formación como musicólogo que le permite partir de unos postulados históricamente informados a la hora de enfrentarse a un universo de músicas que se reescriben a modo de palimpsesto y que permiten tantas relecturas como intérpretes posibles. A partir de ahí, la creatividad y la imaginación (ya en el terreno de la ficción) se muestran como las únicas aliadas para abordar según qué tipo de fuentes, más enigmáticas en ocasiones que la pintura del cretense. Parece, por tanto, recomendable desconfiar del fundamentalismo historicista que se cree portavoz de la una y única autenticidad. En este sentido, la actitud de Savall, siempre expeditiva, es la de quien propone y asume un estilo que, con el paso de los años, se ha convertido en su sello personal. Dado que toda hipótesis en el intento de fundamentar criterios de autenticidad en relación con el historicismo musical un término que podría englobar una cosa como su contraria siempre será provisional, la apuesta de Savall pasa por (re)inventar, legítimamente, un contexto performativo. La manera de emprender ese ejercicio de fabulación de Savall es la suya, reconocible, inconfundible.
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