Por Esteban Rey
05/11/14. Barcelona. L'Auditori. Purcell: Dido & Aeneas / Why are all the muses mute? The King's Consort. Robert King, director.
Justo en medio de una semana musicalmente trepidante en Barcelona, tuvo lugar la inauguración de la temporada de música antigua en el Auditori, con una velada de lujo dedicada a Purcell a cargo del King's Consort bajo la dirección de su fundador Robert King. La deliciosa ópera Dido & Aeneas fue precedida por la canción de bienvenida Why are all the muses mute?, que fue compuesta en ocasión de la llegada a Inglaterra del rey Charles II después de la restauración de la monarquía. El propio Robert King se encargó de contextualizar la obra con una amena explicación cargada de humor británico. La ejecución, como era de esperar de músicos de tal categoría, fue de una absoluta corrección, pero también de una cierta monotonía interpretativa. Especialmente por parte de los solistas vocales, a los que, hay que reconocer, no ayudó la particular acústica de la sala, siempre enemiga de las voces.
Mucho mejor resultó la interpretación de la ópera Dido & Aeneas, con una ligera pero efectiva teatralización, aunque los movimientos de los solistas principales mostraban un claro desconocimiento del arte escénico. En cambio el coro resulto muy convincente, abandonando su tarima y moviéndose entre los músicos, simulando con gracia ya fuere marineros o furias. En especial el tenor Charles Daniels parecía disfrutar enormemente de su papel y además cantó muy bien la parte de marinero. Excelente el contratenor Robin Blaze como hechicera.
En cuanto a los protagonistas, Lorna Anderson fue una Dido en exceso delicada, arriesgando demasiado en algunos pianísimos en que el hilo de voz amenazaba con romperse. A su lado Peter Harvey -sustituyendo al programado Mathew Brook- fue un Aeneas de voz segura, decidido pero distante a la vez. A pesar de algunos momentos de frialdad, King dirigió al conjunto con precisión consiguiendo pasajes de gran belleza y otros de gran efectismo, como la escena de las brujas. Al final, mientras los músicos seguían tocando, King se giró hacia el público y recitó el texto del epílogo con suma gracia, acabando todos impecablemente coordinados.
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