CANTABILES Y CONCEPTOS
16/01/14. Madrid. Auditorio Nacional. Fundación Scherzo. 19º Ciclo de Grandes Intérpretes. Obras de Mozart y Schubert. Christian Zacharias, piano.
Consigue Mozart a través de su
K310, su primera sonata en modo menor de las dos que guarda su catálogo compositivo (la otra es en do menor,
K457), llevarnos un paso más allá en el transitado camino de la sonata, mostrándonos como de costumbre en él la emoción, la condición humana que puede encerrar la música.
Música esta que el de Salzburgo compuso en París, en 1.778, adonde había viajado junto a su madre tras un pequeño periplo europeo, presionado por su padre para conseguir lograr el ansiado éxito como compositor autónomo. Instalado en la capital francesa y esperando (o realmente no) un éxito que no llegaba, su madre falleció ese mismo verano junto a él.
Mozart, que no esperaba gran cosa de París, se llevó uno de los peores recuerdos imaginables y, entre las pocas piezas que allí compuso, encontramos esta
sonata nº 8, en la que seguramente ni siquiera fue consciente de retratar cualquier estado de ánimo pero que desde luego sí desprende y que el pianista alemán
Christian Zacharias supo dibujar, como buen entendendor de su música que siempre ha demostrado ser.
El caso es que no empezó de forma redonda, con unas blancas en las primeras frases a media pulsación que desdibujaron en cierta medida la exposición; se entiende que buscando ese sonido etéreo que a otros colegas le es tan natural (escúchese a Uchida o Pires, por ejemplo). El Mozart de Zacharias no es étereo pues, sino más bien terrenal, por lo que enseguida encontró su sonoridad propia y... ¿quién pude negarse a un placer terrenal?
Fraseo claro, pedal justo, clara división de temas y exposiciones, bien delineados los cambios a la relativa mayor del primer movimiento y su zozobrante vaguedad tonal de la fantasía central. Tempo justo en el
Andante cantabile, comedido y de efectiva
espressione, sin duda lo mejor de la noche. Nervioso y tenso cerró el
Presto final, tal y como ha de tocarse y poder escucharse; Mozart no concede aquí oportunidad alguna hacia un posible final feliz.
Por su parte, la
sonata nº 15 K533/494 muestra un inquieto desarrollo contrapuntístico ya desde su
Allegro inicial, cargado de notas breves, que Zacharias supo resolver con innata habilidad.