ERRANTE, DEMASIADO ERRANTE.
El interés de la última propuesta de
Minkowski era evidente. Vinculado desde hace casi treinta años a su grupo
Les Musiciens du Louvre Grenoble, con un repertorio clásico, incluso ligado a la música antigua, y en claro vínculo con criterios historicistas, cabía preguntarse con curiosidad por la incursión de tal batuta en un terreno a menudo vedado, como el wagneriano. Ya la temporada pasada Minkowski se atrevió con la partitura verdiana de
Il Trovatore en La Monnaie de Bruselas, con irregulares resultados. La gira wagneriana que nos ocupa llegaba a Barcelona un tanto descafeinada. En
otros escenarios donde se llevó traía consigo el aliciente de interpretar, a modo de díptico comparado, la partitura de
Wagner y asimismo '
Le vaisseau fantôme' del francés
Pierre-Louis Dietsch.
La obra de Dietsch se estrenó en 1842, sólo un año antes del estreno de la partitura wagneriana en Dresde, y un año después de la primera tentativa de Wagner para poner en escena su trabajo. La historia tiene su miga: a mediados de 1941 Wagner había ultimado ya el libreto bajo el título de
Das Geisterschiff (El buque fantasma), pero las penalidades económicas que atravesaba obligaron al compositor alemán a vender en julio de ese mismo año su libreto a
Léon Pillet, el director de la Opera de París, que encargó entonces la transformación del libreto al francés, a cargo de
Paul Foucher, y la música al citado Dietsch. Wagner no consiguió convencer al intendente de la ópera de París de la valía e interés de su propia partitura, de ahí que nos encontremos finalmente con dos óperas basadas en última instancia en un mismo libreto.
Lo cierto es que la composición de Dietsch cayó en el olvido, todo lo contrario que la inmortal partitura de Wagner. La primera versión de la ópera de Wagner estaba lista a finales del verano de 1841, con algunas peculiaridades respecto a la que sería la versión final de 1843. Por un lado, la acción se desarrolla en las costas de Escocia, no en Noruega, y algunos personajes cambian su nombre (Erik es Georg y Daland es Donald). Y por otro, formalmente, asistimos a una versión sin descansos, sin solución de continuidad, con los tres actos concatenados. Esta es la llamada versión de París, precisamente la que se representaba en el
Palau.