La primera parte terminó con zarzuela, género que no podía faltar en una gala homenaje a doña Teresa, que ha sido brillantísima embajadora universal de nuestro género. Precisamente, en su discurso final, hizo responsable a las nuevas generaciones de cantantes españoles de continuar con su difusión mundial. Un ovacionadísimo Carlos Álvarez, en su feliz reencuentro con el público del Teatro Real, interpretó con un material vocal mermado de brillo, redondez y sonoridad, pero con sus consabidos gusto y nobleza la romanza "En la cárcel de villa" de La linda tapada de Alonso. La maravillosa romanza y vals de La Tempranica de Giménez de la que Berganza ha dejado registros referenciales, tuvo como intérprete a una cantante muy querida por la mezzo madrileña desde sus comienzos, la soprano navarra María Bayo, cuyos defectos de siempre aparecieron muy acentuados: emisión constantemente calante, extrañisima y esforzada gesticulación facial y gazmoñería en los acentos. Después de que el coro titular del teatro luciera en una buena interpretación del coro de románticos de Doña Francisquita, José Bros arrancó una gran ovación del público del Real que tanto le aprecia, con su entregadísima intepretación de la romanza de Leandro "No puede ser" de La tabernera del puerto, que pusto punto final a la primera parte y a la que sólo cabe achacar unos ascensos al agudo forzados y balanceantes.
Mucho mejor desde el punto de vista de la dirección musical, fue la segunda parte con un siempre equilibrado, detallista y refinado Sylvain Cambreling, que ofreció una aquilatada obertura de La clemenza di Tito y un buen final del acto segundo de Las bodas de Fígaro, mucho más cuidado en los ajustes, pero algo plano y falto de brío. A destacar en esta segunda parte, desde el punto de vista vocal, a la soprano ucraniana Sofia Soloviy, de atractiva presencia escénica y que mostró sentido del legato y algún filado de buena factura en su interpretación de "Dove sono", así como en su intervención en el final del segundo acto de la obra mozartiana, en que también acusó falta de temperamento y de comunicatividad.
Muy agradable la presencia de una entusiasta Auxiliadora Toledano que agradeció a Teresa Berganza su labor como profesora, antes de abordar "Deh viene non tardar" con un timbre muy ligero, pero penetrante y un canto necesitado de pulimiento. Incomprensible la presencia de cantantes de tan pobre nivel como Jonathan Lemalu o Helene Schneiderman, que junto a los veteranos Jose Van Dam y Raúl Giménez, la citada Sofia Soloviy, Ekaterina Siurina como Susanna y Carlos Álvarez como el Conde (el que fue su primer papel operístico en el Teatro Real y del que cantó asimismo el aria "Hai già vinta la causa" con cierta pesantez y entubamiento en la emisión) completaron el elenco del acto segundo de Las bodas de Fígaro, que puso punto final al concierto, que no al evento. Después de la proyección de unos vídeos con sus interpretaciones, la homenajeada puso un emocionante broche final con un magnífico discurso, que desgranó con lágrimas en los ojos ante un público en pie que le tributó atronadoras ovaciones, entre una lluvia de pétalos de rosa. Gracias eternas doña Teresa por una ejemplar carrera al servicio del arte.
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