El Teatro Real no logra convencer con su propuesta artística de la célebre obra de Rossini
POBRE ITALIANA
La italiana en Argel. Madrid. Teatro Real 1-11-2009. Michele Pertusi, Vesselina Kasarova, Maxim Mironov, Carlos Chausson, Borja Quiza, Davinia Rodríguez, Eugenia Enguita, Angélica Mansilla. Dirección musical: Jesús López Cobos. Dirección de escena: Joan Font (Els Comediants).
Pobre Rossini. Lástima de obra maestra del género buffo, maltratada y vilipendiada. Soporífera, desastrosa la dirección musical de Jesús López Cobos. Pesante, morosa, lenta, sin chispa alguna. Antirossiniana por los cuatro costados. Los crescendi no crecían, estaban como capados. Desastrosa Vesselina Kasarova. Emisión estomacal. Una auténtica ventrílocua. Cada sonido en un sitio, pero vocecilla mate, destimbrada, sin graves, centro paupérrimo. Coloratura borrosa, chapucera y aproximativa. De escándalo el rondò Pensa alla patria donde se merienda la mitad de las notas en la agilidad y lo culmina con un alarido vergonzante. Por no hablar de la acentuación y gesticulación, cursilona, cargante, afectada, artificiosa, sin atisbo de naturalidad, ridícula. Nos hemos quedado atónitos y sonrojados al escuchar al ¿"tenor"? que nos han soltado. Mironov parecía un niño cantor de Viena o un infante escapado de la cantoría de alguna Iglesia. Retahíla de falsetuchos famélicos con medio gramo de voz, no blanca sino traslúcida. El término tenorino se queda muy corto en su caso. Desgastado y sin brillo Michele Pertusi, además de envarado y sin ninguna comicidad. Una ruina vocal Carlos Chausson, que carga las tintas de su humor de trazo grueso. Muy flojita Davinia Rodríguez como Elvira, con agudos hirientes y abiertos en el genial concertante final del acto I. La producción de Els Comediants con poco interés. Repetitiva respecto a La cenerentola. Liceísta. No ofende ni molesta, pero ni hay humor, ni hay chispa, ni las situaciones cómicas se ven potenciadas ni remontan el vuelo... Más vale que proclamen patrimonio de la humanidad a la producción de Ponnelle, para los siglos de los siglos. El público tan feliz, con excepción de leves y aislados abucheos a López Cobos y algo más contundentes a los responsables de la producción escénica. Han ovacionado hasta a un figurante que hacía de perro.
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