El sello germano-escurialense continúa su andadura por la música vocal en pequeño formato del genial autor teutón, con un excepcional recital que muestra lo mejor de su producción para dos y tres voces.
Por Mario Guada
Duetti e Terzetti italiani. Música de Georg Friedrich Händel. Robert Invernizzi, Silvia Frigato, Krystian Adam, Thomas Bauer • La Risonanza | Fabio Bonizzoni. Glossa, 1 CD [GCD 921517], 2015. T.T.: 61:44.
El caro Sassone –uno de los apelativos con los que se conocía al genial compositor Georg Friedrich Händel (1685-1759) y que da claras referencias de su procedencia, cuando el agrio debate sobre si considerarlo alemán o inglés continúa aún vigente– estuvo activo durante un breve período en Italia. Es uno de los períodos más cortos de su carrera, pero sin embargo uno de los más fructíferos y brillantes. Tan solo residió en la Península Itálica entre finales de 1706 o principios de 1707 hasta 1709, pero a pesar de ello, la impronta dejada en él por la música italiana, así como la dejada por él en esta misma, es realmente notable. De esto período datan la gran parte de sus obras vocales para la camera, es decir, música en pequeño formato para una, dos o tres voces con un leve acompañamiento instrumental, ora melódico, ora sustentado únicamente por el basso continuo. El extraordinario sello Glossa continúa con su excelsa labor de rescatar la música de cámara vocal de Händel, especialmente con su magnífica serie dedicada a las cantatas y las cantatas dramáticas, de un valor e interés fabulosos.
A su grabación de los dúos de cámara se une ahora este Duetti e Terzetti italiani, una cuidada selección de obras de su período italiano –salvo una de ellas datada en Hamburg–, que muestran la descomunal capacidad compositiva de Händel, además de su buen hacer dentro del formato camerístico. Se ofrecen un total de nueve piezas, de las cuales siete son dúos y dos tercetos, todo ellos con el acompañamiento único del continuo. Los formatos vocales son diversos: Quel fior che all’alba ride HWV 200 y Se tu non lasci amore HWV 201 son los únicos tercetos que se han conservado en su catálogo, compuestos ambos para dos sopranos y bajo. De los restantes siete dúos, cuatro se componen para soprano y bajo [Giù nei tartarei regni HWV 187, Quando in calma ride il mare HWV 191, Che vai pensando HWV 184 y Tacete, ohimè, tacete HWV 196], dos para dúo de sopranos [Amor gioie mi porge HWV 180 y Va, speme infida HWV 199] y otro de ellos para soprano y tenor [Caro autor di mia doglia HWV 182; la más temprana de las tres versiones de la obra, que presenta al tenor en su única aparición en la totalidad de sus dúos de cámara]. La diversidad de recursos, herramientas y tipologías que Händel desarrolla en estas breves obras resulta absolutamente admirable, dando clara muestra de que a pesar de que su período italiano ha sido denostado en comparación con su etapa británica –dominada por la creación operística–, es sin duda un momento de una altura realmente considerable, únicamente asumible en la carrera de uno de los mayores genios en la historia de la música occidental. Debemos tener en cuenta, por lo demás, que este género, si bien había vivido tiempos mejores, se encontraba aún en una posición más que floreciente dentro de la Italia del momento.
Las versiones no podían correr a cargo de otro conjunto que La Risonanza, prtoganistas de toda esa exquisita serie de grabaciones dedicadas a su música vocal camerística. Así, este álbum completa a la perfección al anterior dedicado únicamente a los dúos de cámara. Para la parte vocal se cuenta con la omnipresente Roberta Invernizzi como primera soprano, complementada en el registro por Silvia Frigato. Descubrir a estas alturas a Invernizzi como una especialista en el período, al igual que una händeliana de pro, es poco menos que una obviedad. Sus prestaciones en la grabación son las acostumbradas –aunque en algunos momentos su timbre resulta menos cálido y más punzante de lo deseado–, sirviendo con garantías más que notables a la música del alemán, con una extraordinaria dicción, y un fraseo y expresividad magníficas. Frigato es una voz joven, pero con una trayectoria realmente impresionante tras de sí, especializada también en el canto histórico. En los dúos con Invernizzi no se ve intimidada por la presencia de una de las grandes sopranos de la actualidad, sino que parece que esta la engrandece, consiguiendo momentos realmente magníficos entre ambas. Las dos dominan la coloratura y superan con creces las tremendas dificultades a las que Händel expone en muchos pasajes a sus voces. Por su parte, el barítono alemán Thomas Bauer, otro especialista en el Barroco, especialmente alemán, es un cantante de gran nivel, con un timbre redondeado y sereno, con gran ductilidad y facilidad para el registro agudo, además de una buena facultad para los pasajes de bravura. Muy bien en su única aparición el tenor Krystian Adam, con un bello timbre, de brillante emisión y un buen dominio del fraseo. Se acopla realmente bien a la línea de canto de Invernizzi.
El apartado instrumental está perfectamente cumplimentado por parte de Caterina Dell’Agnello, soberbia en el violonchello barroco, siempre precisa, ajustada, equilibrada en su sonido y con una línea muy expresiva. Evangelina Mascardi en una continuista más que probada en este ámbito. Fantástica en la tiorba, con una pulsación delicada y elegante, es capaz de sostener casi per se todo el discurso vocal. Algunos de sus momentos aquí quedan directamente para el recuerdo. Y qué decir de Fabio Bonizzoni, como siempre sabio director desde el clave, que muestra una vez más su dominio en la música de cámara del genio de Halle. Es sin duda uno de los mayores expertos en su obra de las últimas décadas, como atestiguan sobradamente todos los registros realizados para el sello escurialense. Bonizzoni es un maestro al cembalo en el mejor sentido del término. Su conocimiento y buena mano con los cantantes se hacen evidente en registros como este. Parece un director que sabe aconsejar en su medida justa al cantante, para conseguir lo que quiere pero dando libertad a este para que cree con personalidad. Por eso todo fluye desde el primer momento hasta que se cierra el disco.
Como siempre, Glossa es capaz de dar vida a un producto que va más allá de lo puramente discográfico. Un objeto cultural global, una obra de arte de la fonografía que se sustenta en el contenido, pero que mima el continente de manera magistral, con unas notas críticas de primer nivel –firmadas aquí por Stefano Russomanno– y un diseño que lo sitúa entre lo más elegantes del mercado –Rosa Tendero continúa la línea de Valentín Iglesias en los discos de la serie de manera magnífica–. En definitiva, una nueva joya que sumar al catálogo händeliano, no ya solo del propio sello, sino de toda la vasta discografía dedicada a su figura. Aquellos que, como yo, tengan en la música vocal de cámara un terreno aún por disfrutar en mayor medida, tendrán en esta grabación un motivo de esperanza para continuar interesándose por el género.
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