La agrupación que dirige Lara Diloy puso en sonido las obras galardonadas en los XXXV Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE y el Centro Nacional de Difusión Musical
La sombra del pasodoble
Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid, 18-XI-2024, Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. XXXV Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE - CNDM. Anatomías del abismo de Antón Alcalde, Agnosia de Aarón Esteve Gandía, La ecuación del calor de Bernat Cucarella Sifre y still here, de Esther Pérez Soriano. Ensemble Vigo 430. Lara Diloy, directora.
Como cada año, el mes de noviembre acoge el Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE – CNDM que este año celebra ya su 35.ª edición. Esto significa, tal y como nos recuerda Juan José Solana en las notas al programa, que ninguno de los participantes podría haber nacido en el momento en el que se celebró el primer certamen, ya que uno de los requisitos para participar en éste es ser menor de 35 años.
Y como cada año, volveré a criticar, por supuesto, que los jóvenes se sigan alimentando de ese cadáver en el congelador llamado «modernidad» que siguen ofreciendo como el maná del cielo en los departamentos de composición, para que luego acabe ganando el primer premio un compositor como Antón Alcalde, una de cuyas obras más difundidas es el pasodoble Enrique López que compuso a los veinte años y que destaca por sus melodías de carácter épico, y una excelente orquestación en la que la percusión tiene un papel destacado.
La pieza que estrenó Antón Alcalde en esta ocasión, Anatomías del abismo, es una obra mucho más intelectual, con un contexto nietzscheano que el autor expresa en las notas al programa. Es difícil comprender la profundidad de una obra de estas características sin la partitura delante o, al menos, sin escucharla varias veces. Esto es algo que los compositores jóvenes –y los no tan jóvenes– tienden a olvidar. Sin embargo, Anatomías del abismo sí se puede disfrutar en una única escucha. La pieza recoge influencias del minimalismo creando una serie de bucles que obligaron a Lara Diloy a marcar una cuenta atrás. La percusión tiene un papel protagonista y muy complejo en el que David Rodríguez supo destacar con gran presencia y precisión. De hecho, llega a ser la percusión con un elemento como es la carraca, junto con el piano, lo que da cierta unidad a todo el conjunto que alterna momentos de tensión con otros de distensión. El talento para la orquestación de Alcalde no pasa desapercibido. Logra hacer sentir que el Ensemble Vigo 430 es un único conjunto al mismo tiempo que destaca algunos sonidos e incluye timbres interesantes como soplar a través de las efes del violín o un registro sobreagudo del saxofón que casi se podrían clasificar más bien como chirridos.
Contrastó esta pieza con un importante protagonismo del ritmo con Agnosia de Aarón Esteve Gandía. Situada en las antípodas compositivas, no logré encontrar en la pieza del valenciano –quien, por cierto, también tiene en su repertorio varias marchas y pasodobles para banda de música– elementos de cohesión y de fraseo más allá de un interesante encabalgamiento de la percusión hacia un momento de clímax. Ni a mí ni al jurado, que le concedió el cuarto puesto, nos pareció suficiente el recurso tímbrico como para articular una obra.
La ecuación del calor de Bernat Cucarella Sifre se compone de distintos fragmentos breves. La percusión tiene un gran protagonismo y en cada sección el compositor desarrolla distintas técnicas compositivas. No obstante, en la escucha no logré apreciar un nexo entre las diferentes partes de una pieza bastante más orientada a lo experimental. El jurado decidió premiarla con el segundo puesto.
La velada finalizó con el estreno de still here de Esther Pérez Soriano, una obra que la compositora presenta de forma poética en las notas al programa. Es más interesante desde el punto de vista narrativo, ya que la guitarra eléctrica de Manuel Cebrián crea una especie de diálogo con el resto de la formación el cual va evolucionando desde lo más simple a lo más complejo, agregando variaciones e incluso nuevos instrumentos con cada repetición. Además, Cebrián da mucho juego con un fraseo y unos matices que creía imposibles para un instrumento como la guitarra eléctrica. La compositora juega con el timbre, la polirritmia y la distorsión en una pieza que me resultó bastante interesante y que el jurado galardonó con el tercer premio.
Sin duda, fue un certamen mucho más interesante que el del año pasado con propuestas más agradables, pero sobre todo, con compositores que están desarrollando carreras alejadas de una academia que cada vez se muestra más anquilosada e incapaz de llegar al público. Parece que algo ha cambiado en estos 35 años, pero hasta que no escuche un pasodoble en el Auditorio 400 del Reina Sofía no me lo acabaré de creer.
Fotografías: Rafa Martín/Fundación SGAE-CNDM.
Compartir