La Voz de Asturias (17/01/10)
Lugar: Auditorio de Oviedo. Fecha: 15 de enero de 2010.Ciclo: Temporada de la OSPA
LA OSPA ECHA UNA MANO
El quinto concierto de abono de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias tuvo como principal aliciente al pianista francés Jean-Philippe Collard, que interpretó con verdadera maestría y frescura expresiva una de las más originales e interesantes obras del repertorio pianístico, el Concierto para piano en re mayor para la mano izquierda de Ravel. La versión, bien acompañada por Maximiano Valdés, optó por dejar a un lado cualquier tipo de introspección trascendente, para ofrecer un punto de vista más bien amable y consistente. Técnicamente no se le pueden hacer demasiados reproches, porque estamos ante un intérprete de gran nivel, cuya manera de tocar, incisiva y cristalina, ya era conocida en Asturias por su calidad. Fue un detalle curioso que, puntualmente, optara por apoyar su mano derecha en el piano porque, evidentemente, ni el propio Paul Wittgenstein (hermano del conocido filósofo, encargó y estrenó la obra) ni otro pianista al que le faltase el brazo derecho podrían haberlo hecho. Como propina un Nocturno op. 9 nº 2 para mano izquierda de Scriabin templado, exquisito en las formas y, esta vez, sin ningún tipo de apoyo. La noche también permitió oír tres de los cinco Cuadernos para orquesta de Fabián Panisello, joven compositor argentino presente en la sala, que dejó buena muestra de una obra que aspira a una cierta trascendencia autobiográfica que, si en ocasiones quizás peca de efectista, en otras adquiere resonancias verdaderamente profundas y sinceras, con una paleta de recursos técnicos muy bien planteados, y con una continuidad dramática de interés. La obra es difícil de interpretar para los músicos, que consiguieron una aceptable factura general que, sin embargo, también dejó detalles que desear. Algo parecido sucedió con el Cuarteto en re mayor D. 810 La muerte y la doncella de Schubert, arreglado por Mahler. La versión resultó voluntariosa y de indudable nivel, simplemente porque los músicos de la OSPA son intérpretes de calidad, pero hubo muchos detalles sonoros que podrían haberse perfilado con más gusto. Max Valdés pareció conformarse con ofrecer un notable nivel interpretativo, en lugar de profundizar en la expresividad de la obra y en la exigencia sonora del conjunto. Resultó muy llamativo el gran trabajo de las violas, llevadas por el indudable liderazgo de Oleg Lev. El concierto se dedicó a las víctimas del terremoto de Haití.
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