La soprano Christiane Karg y la arpista Anneleen Lenaerts participan en el Ciclo de Lied coproducido por el Teatro de la Zarzuela y el Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]
Repetir en el Ciclo de Lied
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid, 7-II-2023. Teatro de la Zarzuela. XXIX Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]. Obras de Claude Debussy (1862-1918), Ottorino Respighi (1870-1936) y Richard Strauss (1864-1949). Christiane Karg (soprano), Anneleen Lenaerts (arpa).
Aunque es sabido que no es fácil repetir en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela y el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), se ha convocado de nuevo a la soprano Christiane Karg, debutante en el Ciclo en su XX edición (temporada 2013-2014). Si bien esta cantante no se prodiga demasiado por nuestro país, también pudimos escucharla en el Réquiem, de Gabriel Fauré, en la versión que la OCNE ofrecieron en 2017, dirigidos por David Afkham. Como novedad muy relevante, el recital se ejecutó con el acompañamiento de la arpista Anneleen Lenaerts, que se ha presentado por primera vez en el Ciclo de Lied.
En el recital que nos ocupa, ambas intérpretes llevaron a cabo un programa variado en lo idiomático y, en teoría, en lo estilístico, dado que se reunieron canciones del impresionismo propio de Debussy, onírico y fantasioso; se programó también el mayestático melodismo de Respighi -que debe mostrar buenas dosis de apasionamiento-; y por último, se acudió a Strauss, con canciones sueltas y sus celebérrimas Vier letzte Lieder, de una belleza difícilmente superable por mor del novedoso y compositivo estilo armónico, desplegado en complejas y elaboradas orquestaciones, que caracterizan al genio alemán.
La voz de nuestra protagonista, no exenta de personalidad, podemos definirla como de lírico-ligera, esmaltada, con ciertas limitaciones en el volumen, y que se exhibe técnica y elegante, aunque no se prodiga en un manejo virtuosista en las dinámicas, pero sí es capaz del manejo de las medias voces y de los reguladores -sobre todo los de los finales que acaban en piano-, con facilidad en el control y prolongación de los fiatos. Su expresividad en general es rica, ayudada de una muy buena dicción y alta capacidad para el fraseo, pero a veces adolece de la fantasía necesaria para «enamorar» de forma continua al escuchante.
Todas estos elementos de «mejora» que apuntamos fueron los que creemos penalizaron la primera parte del recital, no pudiendo diferenciar, a pesar del cambio de idioma, los diferentes estilos de Debussy y Respighi. En todo caso, de Debussy, pudimos disfrutar de la intangible atmósfera de Claro de Luna [Clair de Lune], donde el arpa de Lenaerts consiguió extraordinarias prestaciones en la ambientación, debido a su inherente e «irreal» sonido.
De forma análoga, se dibujó la ambientación de la delicadísima Noche de estrellas [Nuit d’etoiles], donde también primó el sugerente apunte del sonido del arpa, cuyo sonido legato es muchísimo más difícil de conseguir que con el instrumento pianístico. Como ya hemos comentado, Respighi quedó quizá algo desdibujado en cuanto al estilo y al canto italiano, aunque Karg lució en los saltos interválicos de la difícil Manan los efluvios de las rosas [Van li effluvi de le rose] y desplegó variedad de contrastes a la tenebrosa y sufriente Nieblas [Nebbie].
En cuanto a la segunda parte, nos gustaron muchísimo más las interpretaciones de Karg, ya que encontramos una mayor afinidad estilística de la cantante con el repertorio straussiano y las canciones seleccionadas. Por el contrario, creemos que la parte del arpa estuvo penalizada porque es un instrumento más limitado -frente al piano- a la hora de producir discursos y reverberaciones sonoras que se correspondan con la idea de elaborados universos sonoros/armónicos, enfocados en realidad a una interpretación orquestada para las distintas familias de instrumentos.
Lucieron de entre las canciones aisladas la conocidísima primera, Zueignung [Dedicatoria], cantada con más medios vocales en volumen puesto en juego y dinámicas, así como Heimliche Aufforderung [Invitación secreta], cantada con toda la intención, soltura, ligazones y largos fiatos.
En cuanto a las Vier letzte Lieder, fueron ostensibles las limitaciones del instrumento del arpa, tanto en sonido, como a la hora de ejecutar el discurso sonoro imbricado -además de que es imposible reflejar la presencia de instrumentos solistas como la flauta o el violín-, los preludios y postludios, o los interludios que existen entre dos tramos vocales. Por otro lado, fueron de valorar los cromatismos y la coloratura de Christiane Karg a la hora de reflejar adecuadamente el estado de los ánimos que se presentan en el ciclo de la vida -de la Primavera al Anochecer-, protagonizados por cada una de las canciones.
El recital fue muy del gusto del público, si bien el Teatro de la Zarzuela no estuvo completamente lleno. El binomio Krag-Lenaerts ofreció dos propinas que terminaron por redondear su éxito: La archiconocida straussiana, y muy apropiadamente interpretada, Morgen [Mañana] y, para finalizar, el regalo de una canción de Jesús Guridi titulada No quiero tus avellanas, quintaesenciada en la voz de Karg con una extrema delicadeza y una intencionalidad -también la idiomática-, a la española, perfecta.
Fotos: Elvira Megías
Compartir