Por F. Jaime Pantín
Oviedo. 21-IV-2017. Auditorio Príncipe Felipe. Temporada de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. David Lockington, director. Juan Barahona, piano.
El pasado viernes presentaba la OSPA una nueva entrega del ciclo Orígenes, en este caso una nueva aportación al capítulo Rusia Esencial, representado por solo una de las obras del programa, el Segundo Concierto para piano op. 16 de Sergei Prokofiev, uno de los conciertos realmente infrecuentes del repertorio, de difícil audición para quien no lo conozca a fondo y absolutamente selectivo en su interpretación, ya que tan solo pianistas de capacidades técnicas excepcionales están en condiciones de abordar una obra cuya sola ejecución constituye una proeza. Composición de juventud, en la que un Prokofiev veinteañero se muestra desafiante, ambicioso y provocador, el Concierto en Sol menor se presenta como una obra enorme y excesiva, tanto en dimensiones como en la exigencia física de la parte pianística. La infrecuente disposición en cuatro movimientos (antes lo había hecho Brahms en su Segundo Concierto op. 81) de los que tan solo el primero es lento, la sorprendente e inédita toccatta que da forma al segundo movimiento, la eclosión rítmica del último y las dos grandes cadencias incluidas en éste y el primero, aparecen como características principales de un concierto que, dentro de su aspereza aparente, contiene momentos de elocuente lirismo romántico- el tema principal del Andantino podría haber estado firmado por Rachmaninov- y un permanente halo trágico que, unido a su rítmica explosiva, conforman una música de tensión casi constante que por momentos puede llegar a lo opresivo.
El pianista local Juan Barahona realizó una imponente interpretación del concierto. Concentración feroz, energía rítmica implacable y poderío técnico de altos vuelos fueron los resortes en los que Barahona se basó para desarrollar una versión largamente meditada, vehemente e intensa en la que dio buena medida de su nivel artístico. En una obra que pone a prueba la capacidad de cualquier pianista, el virtuoso asturiano desplegó todo su potencial espectacular, exhibiendo un pianismo sin fisuras, sonido grande y redondo en su incisividad, registros expresivos flexibles capaces de reflejar la hondura dramática, el lirismo sensible, la violencia y el sarcasmo contenidos en estas páginas, en una versión muy emocionante que trasciende del virtuosismo ciclópeo que este concierto demanda como requisito previo a su interpretación.
La labor concertante de la OSPA y su director invitado, David Lockington, puede considerarse excelente, teniendo en cuenta la enorme complejidad de una música raramente programada y posibilitó una versión muy cohesionada, plena de fuerza y belleza que el público agradeció con una gran ovación a la que el pianista correspondió con dos de las Danzas argentinas de Ginastera.
Precisamente una de las obras del propio director, Lockington, hacía las veces de Obertura. Ceremonial Fantasy Fanfare, composición de 2009, nos presenta una música muy del gusto americano que, en su brevedad, desarrolla un motivo construido a partir de tres notas, G, A y D, con carácter festivo e instrumentación eficaz que evidencia el oficio y versatilidad de su autor. Fue magníficamente tocada por la Sinfónica del Principado de Asturias y el director-compositor, Lockington, con quien la orquesta parece encontrarse realmente cómoda, algo que se evidenció en la interpretación de la Sinfonía nº 4 op. 60 de Beethoven que ocupó la segunda parte del concierto y en la que orquesta y director se movieron a un nivel magistral, en una lectura planteada por el maestro británico desde una notoria contención en el tempo del primer movimiento que posibilitó una transparencia casi mozartiana, con dinámica restringida que se mueve de manera incesante y sutil, permitiendo una exposición articulatoria muy definida que la orquesta delimita con precisión admirable. De este modo, la sinfonía parece avanzar con naturalidad hacia un final exultante en el que el Allegro ma non troppo se transforma más bien en un Allegro Assai que pone a prueba a toda la orquesta en una brillante conclusión.
Foto: Facebook OSPA
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