Por Alejandro Martínez
Nabucco (Verdi). ROH Covent Garden, Londres. 23/04/2013
Cuando Plácido Domingo debutó encarnando el rol de Simon Boccanegra dio a entender que se trataba de un último capricho, de un sueño largamente esperado, en modo alguno una tentativa por reconvertir su vocalidad y su repertorio en los de un barítono verdiano. A la vista de sus recientes debuts como Foscari, Germont y Nabucco, y considerando sus próximos compromisos con Giovanna d'Arco e Il Trovatore, se diría que ha cambiado de opinión. Al menos, parece que ha encontrado un filón verdiano al que agarrarse con pasión en el año del bicentenario del gran compositor italiano. No en vano, última estas semanas la grabación de un CD dedicado íntegramente a arias de Verdi para barítono.
Su debut como Nabucco tenía una gran dosis de morbo, no vamos a negarlo. Si bien el Simon Boccanegra fue un acierto teatral y un experimento vocalmente apreciable, no pudo decirse lo mismo de su Foscari y de su Germont, menos resueltas ambas partes a nuestro entender. Con Nabucco las cosas han vuelto a un cauce más logrado, si bien es evidente que se trata de partituras que requieren una voz más flexible y fresca que la que Domingo ofrece a estas alturas de su longeva y admirable trayectoria. La voz, en todo caso, suena con una proyección y un cuerpo que se dirían milagrosos, como si los millares de representaciones que han pasado ya por esa garganta no hubiesen apenas hecho mella en sus cuerdas vocales. No es desde luego una voz de barítono, por color y por cierta fatal de homogeneidad entre registros, pero Domingo ofrece lo que muy pocos barítonos verdianos de hoy día: una voz que corre y dosis altas de teatralidad. Verdi demanda muchas más cosas, sobre todo en partituras con una dosis belcantista tan significativa como la que encontramos en Nabucco, pero Domingo cubre así un hueco en el panorama actual, tan huérfano de genuinas voces verdianas, al tiempo que satisface una pasión sin límites, la que le ha mantenido durante más de cuarenta años subiendo a los escenarios con dedicación inquebrantable.
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