MOZART SIEMPRE GANA
Cosí fan tutte (Pamplona, 18/11/12). Fundación Baluarte
Mozart siempre es bienvenido y a pesar de sus exigentes partituras, rara es la ocasión en la que su música no se impone con éxito. Si además, como en este Cosí fan tutte, se cuenta con un equipo solvente de cantantes españoles, sólo cabe felicitar a la organización (Fundación Baluarte) por el buen tino al seleccionar a los artistas implicados. No todo fue sobresaliente pero sí hubo un notable nivel general. Quizá el más destacado fue el Don Alfonso de Carlos Chausson, vocalmente en plena forma, más allá del natural desgaste que impone la edad, y con un derroche de facultades escénicas sólo al alcance de los más grandes. Chausson es todo un lujo para cualquier reparto que cuente con su presencia.
De las voces femeninas quizá la más completa, por adecuación plena al rol, fue la navarra Maite Beaumont, de canto firme, seguro y técnicamente muy bien resuelto. Estilísticamente irreprochable y escénicamente desenvuelta. Una Dorabella prácticamente impecable. Tiene previsto encarnar a Donna Elvira en el Don Giovanni de esta temporada en Toulouse. Seguramente un rol que le va como anillo al dedo. La también navarra María Bayo retomaba el rol de Fiordiligi después de dos décadas y es evidente que el endiablado rol le plantea algunos obstáculos de tesitura en las arias, tan expuestas y extremas. La afinación a veces fue también algo aproximativa, pero en todo momento ofreció un canto elegante, de fraseo bien sostenido y con una proyección irreprochable.
El timbre, a pesar de estas dos décadas de carrera, mantiene un esmalte singularmente fresco. Completaban el reparto masculino el tenor David Lozano, de timbre algo ingrato y con algún problema en el pasaje, aunque de esmerado fraseo y sobrada proyección, y el barítono David Menéndez, algo irregular en la función, mucho mejor en el segundo acto y sobre todo en los momentos de canto matizado y lírico, a diferencia de los pasajes en forte y más dramáticos, donde a veces engrosaba el instrumento de forma algo muscular y esforzada. Ambos, no obstante, lo dieron todo en su estupenda implicación escénica. La fresca y pizpireta Despina de la argentina Soledad Cardoso completaba al reparto, en una actuación musicalmente solvente y escénicamente divertida.
En el foso, una estupenda Orquesta Sinfónica de Navarra, llevada con muy buen pulso por Pablo Mielgo. Hubo muchos detalles en su batuta y en todo momento un sonido sólido, coherente y bien coordinado. En el debe, si acaso, se echó de menos una mayor variedad de dinámicas y contrastes, una lectura todavía más fresca y vivaz, podríamos decir. Muy convincente también el trabajo del Orfeón Pamplonés en sus intervenciones.
La propuesta escénica de Tomas Muñoz no tenía especial virtud dramática aunque se antojó imaginativa y resultó ágil y despierta, algo imprescindible a la hora de dar forma a un Cosí fan tutte. Probablemente la dimensión escénica ganó enteros gracias a las tablas y el magnetismo de artistas como Carlos Chausson o María Bayo, tan bregados en decenas de producciones. En conjunto, pues, un espectáculo muy estimable, resuelto con más profesionalidad que brillantez, tanto en el apartado escénico como en el musical. Como decíamos al principio, sea como sea, Mozart siempre gana.
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