Por Alejandro Fernández
Málaga. Patio de los surtidores de la Alcazaba de Málaga 16/VII/16. Solistas: Carmen Ramírez y Alicia Molina, sopranos, Matías Merino, bajo y conjunto instrumental. Director: Diego González Ávila. Programa: Obras anónimas y de autores ingleses y españoles de los siglos XVI y XVII. Carmina Nova y el rumor renacentista de Shakespeare y Cervantes
Avanza el Ciclo Julio Musical con la participación el pasado sábado, en el Patio de los Surtidores de la Alcazaba de Málaga, de la coral Carmina Nova que dirige el maestro Diego González. En programa un viaje musical a los maestros de la segunda mitad del siglo dieciséis llegando a la orilla de la mitad del diecisiete de la mano de Juan Arañés. Compositores españoles y del otro lado del Canal de la Mancha que recrean, imaginan y plasman un tiempo y un hacer. Trabajo no sólo artístico sino también musicológico guiado por las narraciones de Macu Cristófol sobre textos escogidos de Cervantes, Shakespeare o de los propios autores en programa.
La primera parte de este intencionado concierto estuvo centrado en la figura de Shakespeare, con obras de Bennet, Morley o Dowland. Tomás Morley bien pudo coincidir en el Londres del dieciséis con el dramaturgo, si bien ambos autores compartían esa inclinación doliente y extrema del amor. Concepto llevado a los extremos como forma de retratar la psicología humana. Go crystal tears aúna todas estas facetas. La belleza de la página se encuentra en su modo oscilante, frágil y sutil. Fue uno de los momentos destacados de un repertorio en absoluto liviano para las cuerdas del Carmina Nova en el que la técnica pero sobre todo el buen gusto dominaría todo el recital.
Músicas donde lo popular y lo culto se diluyen sin prejuicios para crear formas cargadas de emoción en los ropajes del Madrigal. En este punto de encuentro descubrimos varias piezas de Thomas Morley, autor que puso banda sonora a las puestas en escena shakesperianas. Nuevamente, sobre un telar sonoro de melodías populares, que corrían en la época Diego González deslizó las cuerdas del Carmina Nova destacando las inflexiones y acentos del texto por encima siempre del acompañamiento musical acotado a un plano discreto. No obstante, el conjunto instrumental desgranó a lo largo del concierto varias intervenciones a solo reforzando el trabajo de la narradora.
Y volviendo al continente, llegamos al siglo de oro de la música española reinada por Victoria y representada por Guerrero, Flecha, Cabezón o los cancioneros de Upsala y Turín. Segunda parte del programa más conocida quizás por la cercanía idiomática y cultural. Las cuerdas de sopranos y contraltos reinaron en las obras seleccionadas en las que no faltaron interpretaciones solistas como la de Carmen Ramírez quien interpretó Yo soy la locura, curiosa aria que ha sobrevivido de la corte de Luis XIII. Alicia Molina acarició el texto pautado por Juan Vàsquez, De los àlamos vengo elevando varios enteros el nivel que distinguió la velada. Un anónimo extraído del Cancionero de Upsala sirvió también para destacar la participación de Matías Merino. Los platos fuertes llegaron con la versión de la ensalada La bomba de Mateo Flecha y los aires de chacona que inspiraron a Juan Arañès; danza que tanta influencia alcanzaría en el periodo barroco con nombres como el de Bach.
Concierto amable, cargado de intención y ganas de conectar con un auditorio maduro en una noche de verano entre arcadas califales sobre la bahía de Málaga.
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