La Fundación VIII Centenario de la Catedral de Burgos, junto al Cabildo Metropolitano y la agrupación Burgos Baroque Ensemble han presentado un nuevo ciclo de conciertos bajo el título La música dormida, con cuatro conciertos a lo largo del presente año 2021, que permitirán recuperar un importante número de obras musicales de notable valor del Archivo Catedralicio, entre siglos XVI, XVII y XVIII, compuestas por los maestros de capilla del templo. La agrupación burgalesa especializada estos repertorios ha realizado una exhaustiva labor de investigación y puesta al día de partituras de maestros de capilla como Manuel de Egües, Antonio Abadía o Francisco Javier Yllana entre otros, que serán plasmadas sobre el escenario en diversos conciertos que se celebrarán en la propia catedral burgalesa los próximos 25 julio, 24 de octubre, 11 de noviembre y 23 de diciembre bajo la dirección de Javier Ulises Illán, como actos en conmemoración de los ochocientos años del templo.
El primer concierto lleva por título Torre Metropolitana. Villancicos y salves a la Virgen en el entorno del maestro Manuel Egüés, y tendrá lugar el domingo día 25, a las 20:15, en la Escalera Dorada del templo. La pieza inicial, de Juan García de Salazar, que se formó como mozo de coro, evocará que era habitual que la música no ocupara siempre los mismos espacios y que comúnmente los músicos formaran parte de la comitiva que procesionaba en determinadas celebraciones por la catedral. Asimismo, la música acompañaba también entradas y salidas de cortejos y comitivas de celebrantes que cada día formalizaban los tiempos de oración dentro del templo. El programa incluirá también el Salve Regina de Gonzalo Martínez de Bizcargui, que no llegó a ser maestro de capilla de la Catedral de Burgos, aunque sí fue capellán y es probable que estuviera al servicio de la capilla del obispo en el tiempo en que residió en Burgos, entre 1513 y 1519. A varias obras anónimas [«Del Líbano cedro hermoso» y «Torre Metropolitana»), se sumarán cuatro villancicos de Manuel Egüés: «Oigan los ecos armónicos», «Yo canto, yo lloro», «Paxaros que al ver el alva» y «A un hospital de dolientes». Egüés llegó a la Catedral de Burgos como maestro de capilla en 1685, donde ejerció su cargo hasta 1729. De él se conservan más de doscientas obras en las que se aprecia su versatilidad y su capacidad para la composición policoral hasta dieciséis voces. Compuso también en latín, salmos, motetes, avemarías, lamentaciones, antífonas y secuencias. En romance son muy numerosos los villancicos y las salves. La instrumentación que presentan sus obras es rica y variada, especialmente en las piezas en romance, destacando los instrumentos de ministriles [sacabuches, chirimías, bajones y bajoncillos]. El uso de violines y del oboe resulta menos habitual en su orquestación pero es destacable, dado que aún se trata de una fecha temprana dentro del uso de estos instrumentos en España en un ámbito religioso. En cuanto al acompañamiento, además del órgano, es especialmente destacado el uso del arpa en el continuo.
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