Por Raúl Chamorro Mena
Madrid. 1/II/2016. Auditorio Nacional. Fundación Ibermúsica. Javier Perianes, piano. Royal Concertgebouw Orchestra Amsterdam. Director musical: Semyon Bychkov. Concierto para piano y orquesta nº 5 “Emperador” (Ludwig van Beethoven); Una vida de héroe, op. 40 (Richard Strauss).
El admirable y cada vez más meritorio ciclo de la Fundación Ibermúsica se engalanó, una vez más, con la presencia de una de las mejores orquestas del mundo, la Royal Concertgebouw de Amsterdam, toda una institución ya legendaria en la música Europea y Mundial.
La cancelación a última hora del pianista previsto, el francés Jean-Ives Thibaudet, permitió que un Javier Perianes recién bajado de un avión pudiese tocar por primera vez con la legendaria agrupación holandesa. Ante sí, nada menos, el “Emperador” de los conciertos para piano, una obra cumbre donde el genio beethoveniano brilla en toda su inagotable magnitud. El onubense, nuestro pianista actualmente de más categoría, reconocimiento y presencia internacional, es un músico serio, sensible y que se pone humildemente al servicio de la música, lejos de las excentricidades de otros artistas. De este modo, logró una meritoria interpretación teniendo en cuenta, además, las circunstancias: prácticamente, sin ensayar.
A pesar de que se notó en algún momento esa falta de compenetración con algún que otro desajuste, Perianes desplegó un sonido cuidado, no excesivamente potente ni vigoroso, pero siempre limpio y pulido, logrando la punta de su interpretación en el sublime segundo movimiento, en el que brilló su sentido del lirismo e intachable musicalidad en combinación con el magnífico acompañamiento de la orquesta, que ya había creado una estupenda atmósfera de nocturno con una primorosa introducción al referido adagio.
Impecable el acompañamiento de Semyon Bychkov que, con su indiscutible técnica y gesto preciso, aseguró un buen pulso y extrajo todo el esplendor de la orquesta, si bien su labor no destacó por una especial fantasía ni sentido del detalle. Perianes regaló al público una magnífica propina, el Nocturno en do sostenido menor, póstumo, de Chopin, que interpretó de manera sobresaliente.
El poema sinfónico Ein Heldenleben -Vida de héroe- es un ejemplo de música programática, es decir, basada en un argumento previo. La maestría de Richard Strauss como orquestador permite en toda su amplitud el lucimiento de una grandiosa orquesta como la del Royal Concergebouw, que sin ir más lejos estrenó la obra allá por 1899.
Si excelente resultó la cuerda, de sonido empastado, compacto, redondo, pleno de brillo y refinamiento, suprema fue la actuación de las maderas, tan exactas como brillantes e incisivas, que se exhibieron especialmente en la parte “Los adversarios del héroe”. Excelentes, asimismo, los metales, así como la descollante intervención del concertino Vesko Eschkenazy en los abundantes solos de violín.
Bychkov, impecable técnicamente, intenso y sacando todo el jugo a la inmensa calidad de la orquesta, pero con una cierto aroma a rutina de lujo, se convirtió en una especie de intermediario ante ese monumento al hedonismo sonoro que ofreció la agrupación holandesa.
Foto de Javier Perianes: Josep Molina
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