03 / 02 / 14
Escenas
03 / 02 / 14
Escenas
Por Gonzalo Lahoz.
Primera parte:
Richard Wagner (1813 – 1883): Obertura Columbus.
Isaac Albéniz (1860 – 1909): Escenes Simfòniques Catalanes.
I. Au village.
II. Idylle.
III. Sérénade.
IV. Bal champêtre.
Segunda parte:
Richard Wagner (1813 – 1883): Obertura Faust.
Jules Massenet (1842 – 1912): Scènes Alsaciennes.
I. Dimanche matin.
II. Au cabaret.
III. Sous les tilleuls.
IV. Dimanche soir.
(Haz click aquí para acceder a la música vía Spotify)
Wagner, cuyas formas fluyen desbordando todo cauce establecido y Albéniz y Massenet como inspirados pupilos arrastrados por su corriente. Así se presenta este nuevo Concert At Home!, con tres vértices y tres ángulos, dos de ellos bajo la influencia del tercero con sendas cuatro tandas de escenas sinfónicas, cada uno en un denso dibujo sinfónico de las tierras que les rodeaban.
Introduciendo dichas escenas, dos oberturas wagnerianas. La primera, Columbus, fue compuesta por el compositor cuando apenas contaba con 22 años de edad y obedece a música incidental inspirada en la obra homónima de su amigo, el poeta Theodor Apel, con quien compuso la partitura en una sola noche y que apenas es escuchada hoy en día. Quien sí pudo escucharla en su estreno francés fue Berlioz, quien tras el ensayo general se acercó a Wagner para decirle que esa música que él perseguía “es muy difícil de conseguir en París”.
Para abrir la parte francesa de Massenet, escuchamos la Obertura Faust, la cual empezó a componer en 1839 y no terminó de revisar hasta 1855, puesto que en un principio el alemán la ideó como una sinfonía completa basada en la obra homónima del Johann W. von Goethe, pero a mitad del proyecto y sintiéndose algo desmotivado, decidió fundir y reagrupar lo ya compuesto en la obertura que en la actualidad escuchamos. A pesar de que tan sólo cuatro años separan el arranque de la composición de esta última obertura que escuchamos con la primera presentada, es indudable el refinamiento adquirido en la partitura wagneriana, la cual pierde ese aire cuasi de fanfarria repetitiva que salpica Columbus para derivarse a una cuerda, también algo cíclica (ahí están los cellos, por ejemplo) que vuela más libremente acompañada por los vientos y la tenue percusión en Faust.
Aunque a Massenet y Albéniz les una en estas obras suyas que hoy escuchamos el evidente ambiente pastoral de las mismas, con pinceladas de costumbrismo y folklore local; y beban así mismo de la corriente wagneriana, podemos encontrar un punto de diferencial básico: mientras que las del catalán son un mero dibujo de la fiesta popular, las del francés recogen también la pérdida de una seña de identidad como es la Alsacia frente a Alemania en la Guerra Franco-Prusiana.
En realidad, los cuatro movimientos que conforman las Escenes Simfóniques catalanes corresponden a sendos momentos vividos en una “fête villageoise catalane” (en la aldea, idilio, serenata y baile campestre), tal y como se indicó en su estreno y cuyo ambiente Albéniz recogió durante uno de sus veraneos por la costa del Maresme.
Por su parte, las Alsaciennes massenetianas fueron estrenadas en 1882, aunque todo hace indicar que fueron compuestas tiempo antes. La Guerra Franco Prusiana tuvo lugar entre 1870 y 1871 y conviene recordar que el mismo Massenet sirvió en las filas francesas como soldado. El propio compositor escribía en las notas al programa del estreno (escúchese el último movimiento Dimanche soir): “Las ocho en punto!... El ruido de los tambores, la canción de las cornetas… tocan a retirada! Retirada francesa! Alsacia! Alsacia!
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