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CD: Complete Aparatus Musicus-Organisticus. Obras de Georg Muffat

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Autor: Mario Guada
6 de abril de 2014

Brilliant edita la integral de una de las colecciones organísiticas fundamentales de finales del XVII

 ESENCIA DEL ÓRGANO EUROPEO

Por Mario Guada

Complete Aparatus Musicus-Organisticus. Obras de Georg Muffat. Adriano Falcioni. Brilliant Classics, 2 CD [94493],2013. T.T.: 110:21.

 

   Fueron pocos los compositores en la segunda mitad del XVII que obtuvieron una influencia tan marcada de dos estilos en cierta manera opuestos: el francés y el italiano, siendo considerado, por otro lado, como un compositor alemán. Georg Muffat [1653-1704] fue un caso excepcional en ese aspecto. Nacido en Megève –Alta Saboya–, pasóuna etapa en Paris entre 1663-1669, estudiando entonces nada menos que con Jean-Baptite Lully, de quien comenzó a absorber el estilo francés de una manera profunda. Posteriormente pasó un tiempo en Strasbourg, donde fue organista titular de su catedral, pasando posteriormente pos varias ciudades europeas: Wien, Praha, y Salzburg, ciudad en la que obtiene el puesto de organista y maestro de música [cubicularius] de la archidiócesis. Ya en 1682 se traslada a Italia, donde estudiará y formará su vertiente italiana, primeramente con Bernardo Pasquini y parece que tuvo contacto con Arcangelo Corelli –curiosamente ambos tenían la misma edad–, que pudo influir poderosamente en su obra, aunque otros autores defiende también la influencia del propio Muffat sobre Corelli, lo que nos sugiere un camino de ida y vuelta. Tras un período entre Italia y Salburg, viajó también a Munich, para terminar en Passau, donde obtuvo el puesto de «Kapellmeister».

 

   Para muchos estudiosos, Muffat es considerado como el primer compositor realmente «internacional», en el que se aprecia una mezcla de tres estilos claramente definidos. Es además, un adelantado a su tiempo, en la medida que fue el primero que acercó el «Concerto Grosso» italiano y la Suite francesa a los países de habla germánica, que curiosamente coincide con la opinión que el mismo Muffat tenía sobre sí, como queda patente en alguno de sus prólogos de las ediciones impresas de sus colecciones.Su obra, que no se ha conservado hasta la primera edición de una obra en 1682 –salvo una sonata para violín de su etapa italiana, la única manuscrita y autógrafa que se conserva, además–, con la impresión de su célebre Armonico tributo –colección de cinco sonatas para orquesta, que posteriormente serían reelaboradas y ampliadas en una colección de 12 «Concerti Grossi» [Passau, 1701]. Destacan también sus dos colecciones de Suite orquestales: Florilegium primum [Ausburg, 1695] y Florilegium secundum[Passau, 1698].

 

   Sin embargo, el registro que traemos aquí nos muestra la vertiente del Muffat organista. Su Apparatus Musico-Organisticus es una colección de piezas para órgano, publicadas en Salzburg en el año de 1690. Contiene una serie de doce «toccate» en su edición original, que en la ampliada un año después añadía una «passacaglia», una «ciaccona» y una pieza conclusiva bajo el sugerente título de Nova Cyclopeias Harmonica.La colección tenía como dedicatario al emperador Leopold I, y fue presentada en Ausburg en la coronación de Joseph, hijo de este. La colección alcanzó gran fama, hasta el punto de que se la consideró como una de las colecciones organísticas más importantes del sur de Alemania, a la altura de las composiciones de Johann Jakob Froberger o Johann Kaspar Kerll.  En ellas podemos observar un Muffat alemán, al menos en el tratamiento de las «toccate», en las que desarrolla un estilo en cierta manera arcaico, propio del género, con fragmentos más propios de las «canzone» y otras formas fugadas propias del lenguaje para órgano del momento. En las primeras ocho «toccate» se puede apreciar la presencia de los ocho modos eclesiásticos, estando las últimas cuatro compuestas por cuartas descendentes –mi menor, re mayor, do menor y si bemol mayor–, lo que plantea un problema a la hora de su interpretación, pues esta no es posible es órganos con afinación mesotónica. La escritura de estas doce piezas, con estructura multiseccional, contrastes muy marcados y una variedad en la figuración extrema dentro de una obra, son reminiscencias del lenguaje de Girolamo Frescobaldi –que por cierto es mencionado por Muffat en el prólogo como uno de sus precursores. Otra clara influencia parece ser la de Bernardo Pasquini, quién acercó el lenguaje camerístico y del bajo continuo italiano a la música para teclado. También acude Muffat al estilo francés, como sucede en la Toccata Decima, en la que la forma tripartita y la figuración con puntillo nos trasladan de manera inmediata a la ouverture francesa.

 

    Las tres piezas añadidas en la edición de 1691 son quizá, las más célebres de la colección. Su Ciaccona, compuesta claramente en un estilo italiano, sobre un bajo descendente de cuatro compases, es un hermosos ejemplo de su escritura más elegante y delicada. La Passacaglia, sobre un bajo ascendente de ocho compases, es un claro ejemplo de la mezcla francesa e italiana de Muffat: «rondeau» francés y forma variación libre italiana. Ambas piezas carecen de indicación alguna de pedal, por lo que se deduce que fueron escritas indistintamente para órgano o clave. La Nova Cyclopeias Harmonica es una curiosa pieza que cierra la colección –de una dulzura ciertamente arrebatadora, por lo demás–, y que se inspira en Pitágoras como inventor de los intervalos musicales, ayudándose de aquella especie de yunque que le servía para investigar, por lo que para algunos ha supuesto como un precedente del celebérrimo Harmonious BlacksmithEl herrero armonioso– de Georg Friedrich Händel.

      Las interpretaciones del italiano Adriano Falcioni están llenas de contrastes, dominando muy bien todos los recursos y registros que la escritura de Muffat ofrece. Grabadas en el órgano de la Iglesia de Santa Maria Assunta, de la localidad italiana de Giove, que fue construido en 1998 por Cortinovis y Corna, cobran vida con la más poderosa de las sonoridades. La facilidad técnica de Falcioni consigue que la música fluya con soltura, resultando unas lecturas con unos tempi muy acertados, que remarcan mucho los contrastes de agógica existentes en la escritura.

      La música desarrollada por Muffat en su Apparatus es realmente compleja, tanto por su escritura llena de obstáculos técnicos, como por esa mezcla tan interesante pero extraña de estilos, lo que hace que no esté a la altura de cualquier intérprete. Considero que Falcioni logra aquí un trabajo realmente bueno, siendo capaz de mostrar con naturalidad cada aspecto alemán, francés e italiano que se encuentra a lo largo de las quince piezas que constituyen tan excelsa colección. Indispensable, pues, para todos los apasionados del órgano, también para los seguidores incondicionales de Muffat –me consta que los hay– e incluso para aquellos que quieran explorar nuevos territorios sonoros. Otro punto para Brilliant Classics; y van…

 

 

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