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Crítica: El Cuarteto Cosmos interpreta obras de Shostakovich y Benet Casablancas en las «Series 20/21» del CNDM

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Autor: David Santana
9 de febrero de 2023

La formación barcelonesa interpreta el Cuarteto n.º 15 del compositor ruos y el Cuarteto n.º 3 y un extracto del n.º 4 de Benet Casablancas, compositor residente del CNDM en la presente temporada

Trío de cuartetos

Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid, 6-II-2023, Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Series 20/21, Centro Nacional de Difusión Musical. Cuarteto de cuerdas n.º 3 «Raging in the dark» y Cuarteto de cuerda n.º 4 «Widmung», de Benet Casablancas; Cuarteto de cuerdas n.º 15 en si bemol menor, op. 144, de Dmitri Shostakovich. Cuarteto Cosmos: Bernat Prat  y Helena Satué [violines], Lara Fernández [viola], Oriol Prat [violonchelo].

   La selección de Benet Casablancas como compositor residente de la temporada 2022/2023 del Centro Nacional de Difusión Musical supone un merecido reconocimiento a un personaje destacado en diferentes aspectos de la vida musical y cultural de nuestro país. La elección del programa creo que es extremadamente adecuada para entender la importancia de un maestro como Casablancas, consciente del valor de que la música española se escuche fuera de nuestras fronteras de la mano de los mejores artistas internacionales, como es el caso del Cuarteto Arditti, para quien compone el Cuarteto de cuerda n.º 3 que escucharíamos esta noche.

   Cabe valorar a Casablancas el detalle de crear una obra que permite hacer sobresalir no solo los diferentes aspectos que todo cuarteto de cuerda profesional debe tener, sino en concreto, aquellos que hacen destacar la agrupación dedicataria. Yéndonos a lo concreto, la homofonía del Moderato inicial permite lucir un sonido del conjunto que, construido desde el grave, supone una concentración melódica que explota con el contrapunto que le sucede, desarrollando todo el sonido recogido anteriormente. El Lento assai es un movimiento que se construye en lo atmosférico, lo onírico, lo intemporal. La timidez, la delicadeza… son rasgos a destacar en esta parte que se opone frontalmente al rítmico Con moto. Este tercer movimiento mantiene una tensión constante que resuelve con la recopilación de materiales que se produce en el Molto lento final lleno de sonido e intensidad y con un papel dominante del violín primero.

   Creo que la mejor crítica que se puede hacer al Cuarteto Cosmos es la de que no echamos en falta al Cuarteto Arditti. Y no se equivoquen, no es mi intención entrar en comparaciones, sino valorar la pericia de unos músicos que supieron recalcar en su propia agrupación las fortalezas de otra.

   El aprecio de Casablancas hacia el producto nacional no solo se aprecia en su dedicación a la docencia y en sus doce años al mando de una de las escuelas de música más prestigiosas del país, la del Liceo de Barcelona, sino en proyectos con agrupaciones nacionales como es el Cuarteto Casals que daría lugar al Cuarteto de cuerda n.º 4. De nuevo, se le planteaba al Cuarteto Cosmos un reto y, en este caso, sí que es cierto que me fue imposible no pensar que el violín de Abel Tomás le hubiera dado un color más brillante a ciertas partes de la obra. En cualquier caso, supone una minucia comparado con las cuestiones más destacables, como las partes solistas de Lara Fernández, con un sonido potente y con cuerpo, o las brillantes intervenciones de Oriol Prat. Todo ello dentro del contrapunto vibrante y sonoro del mundo camerístico de Benet Casablancas.

   El Cuarteto de cuerdas n.º 15 en si bemol menor de Shostakovich fue una segunda parte que sonó a plato fuerte. Desde el arranque del tema de Bernat Prat, quedó claro que el Cuarteto Cosmos había asumido completamente el carácter de una obra que, dentro de la tenebrosidad que transmite, también alberga espacio para una luz que representó de forma excelente Helena Satué en el primer movimiento o el registro agudo de Oriol Prat en el segundo. Satué supo imponer su sonido de solista en el cuarto movimiento junto con Fernández y, entre los cuatro supieron recrear el carácter lúgubre pero relajado que pide el Nocturno.

   El silencio final, más largo de lo habitual, que el público permitió al Cuarteto Cosmos fue un excelente gesto de agradecimiento a una actuación sobrecogedora en la que una vez más, la agrupación demostró una profunda musicalidad y una gran cohesión. Los músicos dejaron, finalmente, claro su respeto al género con una obra del padre del cuarteto: Joseph Haydn. Una novedad en un ciclo en el que las propinas no son tan habituales, pero tampoco lo es el lleno que rozó el Auditorio 400 en esta ocasión.

Fotografías: Rafa Martín/CNDM.

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