CHRISTEL LEE, violinista: 'Después de ganar el Concurso Sibelius, ya no tiene sentido competir'

Christel Lee, violinista ganadora XI edición de la International Jean Sibelius Violin Competition:
'Después de ganar el Concurso Sibelius ya no tiene sentido competir'

Una entrevista de Pablo Sánchez Quinteiro

En primer lugar mis felicitaciones por su importante éxito en la competición Sibelius de Helsinki. Aunque ya ha pasado más de un mes seguro que sigue viva la emoción del momento.
Bueno… estuve enferma justo después de concluir la competición, sin poder prácticamente hacer nada. Fue bonito ser premiada pero ahora quiero mirar hacia delante. El concurso me ha absorbido mucho tiempo. Ha sido un largo viaje en el que me he embarcado durante años, preparándome exclusivamente para esa ocasión.

¿Años?
En cierto modo sí, pues el programa del concurso ha sido parte de mi vida durante años. Preparar el concurso ha sido la parte central de mi vida en ese tiempo. En ese sentido ha sido un largo, largo viaje.

Interpretar el concierto para violín de Sibelius en Helsinki, delante de un público y un jurado parcialmente finlandés debió ser un gran reto ¿Supuso una presión adicional a la que tendría en otro tipo de competición o frente a la que supuso la otra obra de la final, el Segundo de Bartok?
Sí. Era consciente de que si llegaba a la final tendría que interpretar el concierto para gente que conoce mejor que nadie la obra. Eso me añadió una presión adicional y en cierto modo me hizo implicarme con más responsabilidad si cabe. Fue un estímulo para exigirme más. Pero cuando llegó el momento, en las dos semanas que duró el concurso, dejé a un lado esa presión; sólo pensaba en tocar. Físicamente es una experiencia muy dura; me centré exclusivamente en tocar y tocar.

Y en relación al público, está de acuerdo conmigo en que la actitud del público en estos certámenes es bastante distinta a la de un concierto normal. Se sigue la interpretación casi con lupa y posicionándose de una forma clara ¿Notó esta diferencia?
Especialmente en las dos primeras rondas sentí los nervios en el público. Intenté en las rondas sucesivas en la medida de lo posible distanciarme de esa sensación.

El director en la última ronda fue Hannu Lintu; una fuerte personalidad bien conocida en España ¿Cómo fue el feedback con él?
Conectamos muy bien. Fue una suerte hacer el concierto con él y la verdad es que fue un gran apoyo pues intentó en todo momento que me sintiese cómoda, minimizando la atmósfera competitiva.

Y con respecto a la interpretación del concierto de Sibelius que por cierto se puede disfrutar en internet y que me parece muy sugerente ¿qué porcentaje de ella es suya y cuál del director?
Hannu hizo todo lo posible por apoyarme, de la mejor forma que podía. Me dejó hacer las cosas como me gustan, de la forma en que siento y quiero hacer el concierto. Me sentí con el control.

¿Qué cree que hizo a su interpretación tan atractiva o al menos más atractiva que la de sus competidores para el jurado?
La forma en que me aproximo a esta música es muy honesta. Intenté ser respetuosa con la obra y el compositor. Hablamos de Sibelius, pero intento hacer lo mismo con toda la música que toco. Intentar transmitir emociones.

¿Qué otros conciertos le gustan? Tocó también el concierto de Bartok ¿Lo eligió usted?
Sí, me fue permitido elegir el Bartok. Pensaba que supondría un interesante contraste a Sibelius. Lo aprendí básicamente con la competición en mente. Es un mundo totalmente distinto. Con muchos extremos expresivos. Fue un gran reto para mi.

¿Se siente entonces más cómoda en conciertos del siglo XX que en los clásicos?
No necesariamente. Me encanta el concierto de Beethoven; es uno de mis favoritos. He tocado el de Mendelssohn hace unas semanas. Y por supuesto los violinistas somos afortunados por tener música como los conciertos de Mozart.

¿Tiene en su repertorio conciertos infrecuentes o novedades del siglo XXI?
No es precisamente novedoso, pero pronto tocaré el concierto de Shostakovich, un gran reto para mí. Pero realmente me es difícil expandir en este momento mi repertorio hacia obras auténticamente nuevas.

Entrando en su carrera, nació en la muy musical Bloomington pero se trasladó muy pronto a Canadá ¿Volvió en alguna ocasión a Bloomington?
Volví cuando tenía diez años a hacer un curso. Pero no muchas más ocasiones.

Cuando decidió estudiar un instrumento ¿Por qué el violín? ¿Lo eligió usted a él o fue al revés?
Mis padres me dieron el violín como un regalo de cumpleaños. Fue por tanto algo dado a mí. Pero pronto descubrí que estaba naturalmente muy inclinada a tocarlo y practicarlo. Cuando era niña me hacía muy feliz ir a las clases y aprender. Cuando me hice algo más mayor fue algo más difícil. Y ya de adolescente me di cuenta de que la música sería algo muy importante para mí. Aunque no podía imaginar de qué manera. Pero ya había crecido dentro de mí un gran amor por la música.

Tras estudiar en Julliard cuándo y por qué decidió moverse a Europa.
Viví en Nueva York a donde mis padres me enviaron con diez años. Me gradué en la escuela con veinte años. En ese tiempo hice varios años un curso de verano en Europa. Allí tuve la suerte de conocer a mi profesora Anna Chumachenko, mi profesora actualmente. Vi que era justo la persona con la que quería estudiar. Con ella estuve en Kornberg y hace en dos años en la Munich Hochschule.

Anna Chumachenko es bien conocida en España pues es miembro del staff de la Escuela Reina Sofía ¿Qué te ha aportado?
Trabajamos muchísimo juntas. Le agradezco mucho todo lo que ha hecho por mi. El mayor don que un profesor puede dar a un alumno es permitirle crecer en su individualidad y extraer eficientemente su potencial de su estudiante.

Así que el premio es parte de ella.
Si lo oyese diría que no pues no es su estilo, pero realmente me siento enormemente agradecida a ella.

Planea tomar parte en más competiciones o ésta ya ha sido demasiado
No, no ya no más (se ríe). Ya es suficiente

¿Ni el Tchaikovsky dentro de cinco años?
Me temo que no; seré demasiado mayor. Después de este premio ya no tiene sentido competir, no me es necesario. Me hace feliz cerrar esta etapa. Ahora mi objetivo es tocar lo máximo posible, pero no en competiciones.

¿Recomienda a la gente joven participar en los concursos? Hay muchas opiniones al respecto ¿no?
La competición en sí misma es la parte tal vez menos agradecida, pero el proceso para llegar hasta ella sí lo considero muy positivo. Es muy importante porque te marca un objetivo, un destino. Hay que trabajar muy duro, profundizar en uno mismo para encontrar fuerza e inspiración. Te empuja y exprime de una forma muy dura. En ese sentido, es muy importante participar en una competición. Fue mi importante para mi, para mi desarrollo. El ambiente de la competición por supuesto no es agradable, pero también te hace más fuerte.

¿Hasta qué punto es importante el apoyo de la familia en este proceso?
Mucho. Me siento muy agradecida por ello.

¿Cómo ve la situación de los estudios musicales en estados Unidos? Cada vez es menor el número jóvenes dispuestos a seguir una carrera tan dura y duradera?
No creo que sea una situación desesperada pero es una pena que todo vaya muy rápido. Asusta internet, muy especialmente para la gente joven. Tenemos que desarrollar nuevos medios para poder emerger las personas entre tanta la tecnología utilizándola para nuetsro beneficio. Por ejemplo impartiendo Master classes on line.

¿Qué instrumento toca?
Un violín de Lorenzo Storioni (Cremona 1781) cedido generosamente por el Deutschen Musikinstrumentenfonds.

Finalmente ¿Conoce España?
No, nunca he tocado en España aunque tengo un buen amigo, gallego, Pablo Ferrández que aunque vive en Madrid me cuenta cosas maravillosas de su tierra gallega.

Pues seguro que pronto podremos verla por aquí. Muchas gracias por haber su valioso tiempo.
Muchas gracias